La crisis energética obliga a Irán a racionar el suministro eléctrico
La República Islámica de Irán ha comenzado a implementar cortes de electricidad en todo el país en respuesta a la crisis energética relacionada con la escasez de gas natural y combustible poco antes del invierno.
Hace unos días las autoridades anunciaron un plan para racionalizar el suministro eléctrico durante dos horas diarias en la capital, Teherán -donde viven 9,5 millones de personas-, y durante ocho horas en el resto de provincias, afectando no solo a la vida de los ciudadanos, sino también al sector empresarial e industrial.
Los cortes de electricidad programados son parte de la estrategia del Gobierno para conservar combustible y reducir la dependencia del mazut, un combustible pesado, de baja calidad y muy contaminante.
La Empresa General de Distribución Eléctrica anunció esta decisión aludiendo a "la limitada oferta de gas utilizado como combustible en las centrales eléctricas”, además del decreto del Gobierno de “no utilizar combustible diesel en algunas centrales eléctricas”.
Esta medida se ha anunciado tras la decisión de prohibir el combustible diésel el pasado miércoles en tres centrales eléctricas: Arak, Isfahan y Karaj, ya que este combustible alternativo al gas natural contribuyó a los altos niveles de contaminación del aire en el país.
Irán, miembro de la OPEP, atraviesa una crisis relacionada con el suministro de energía a pesar de poseer la tercera mayor reserva de petróleo después de Venezuela y Arabia Saudí y la segunda mayor reserva de gas natural del mundo.
Años de inversión insuficiente en generación de electricidad y el mantenimiento deficiente de la infraestructura existente provocaron frecuentes cortes de energía durante el verano debido al aumento del uso del aire acondicionado por las altas temperaturas.
Debido a esta situación, las autoridades iraníes decidieron el pasado mes de julio reducir a la mitad la jornada laboral durante varios días en las instituciones públicas con el fin de ahorrar energía.
No obstante, a medida que las temperaturas bajan en invierno, las autoridades iraníes deben hacer frente a otro problema energético, ya que los suministros de gas son insuficientes para satisfacer la creciente demanda, por lo que las centrales eléctricas se ven obligadas a depender del diésel como materia prima.
Se espera que el país se enfrente a una escasez de gas de al menos 260 millones de metros cúbicos por día este invierno, por lo que el Gobierno ya ha iniciado conversaciones para aumentar las importaciones desde Turkmenistán.
Datos del Ministerio de Energía iraní indican que el suministro de gas a las estaciones disminuyó un 30% este año en comparación con 2023, mientras que las reservas de diésel cayeron a menos de 1,26 mil millones de litros.
La disminución de las existencias de combustibles líquidos se produce después de una caída del 36% desde 2022, lo que añade presión a una red eléctrica ya sobrecargada.
En medio de esta crisis, algunos funcionarios públicos han culpado a la población, indicando que el alto consumo de energía doméstica está contribuyendo a la escasez. Mohammad Jafar Ghaempanah, diputado ejecutivo de Pezeshkian, instó a los ciudadanos a reducir el uso de la calefacción y el consumo de electricidad, afirmando que la alta demanda es un factor importante en los apagones.
Asimismo, consideró los subsidios energéticos como parte del problema, sugiriendo que los precios bajos alientan el consumo excesivo. Sin embargo, tal y como destaca Iran International, la gestión de la infraestructura por parte del gobierno, más que el comportamiento del consumidor, es la raíz de la crisis.
Igualmente, el presidente del consejo de administración del Sindicato de la Electricidad, Hassan Ali Taqizadeh, ha señalado que el consumo interno es desproporcionadamente alto, subrayando que las familias consumen alrededor de la mitad de la electricidad per cápita en comparación con Europa.
“Es incorrecto decir que el consumo público es alto. Nuestra gente consume mucha menos electricidad que el mundo”, señaló, según recogen medios locales, pidiendo soluciones estructurales en lugar de depender de cortes temporales.
Con la vista puesta en solucionar la crisis energética, el presidente iraní Masoud Pezeshkian ha dejado la puerta abierta a conversaciones con Estados Unidos y otros países occidentales con la esperanza de eliminar las sanciones, lo que permitirá al país asegurar el suministro y mantener las centrales eléctricas.
Durante su primer mandato, Trump se retiró del acuerdo nuclear con Irán y volvió a imponer sanciones como parte de su campaña de máxima presión” contra Teherán.
Aunque las sanciones no son solo el problema. De acuerdo con Ahmed Moradi, miembro del Comité de Energía del Parlamento, la red nacional sufre un déficit de 20.000 megavatios de electricidad. Esta escasez la atribuye a "una capacidad de generación insuficiente y a problemas en las centrales eléctricas y en las antiguas líneas de transmisión”.
Por otro lado, las autoridades también están tratando de gestionar la alta demanda de gasolina, que se atribuye a la ineficiencia de los automóviles nacionales, a la calidad deficiente del combustible y al transporte público inadecuado.
En la actualidad el país disfruta de uno de los precios de gasolina más baratos del mundo: el precio del litro ronda los 0,02 dólares. No obstante, Pezeshkian ha cuestionado la viabilidad de enormes subsidios para este combustible, por lo que es posible que los precios suban el próximo año, algo que aumentará aún más el malestar social.