Los aranceles
- Los mercados reaccionan a los aranceles: tres ejemplos muestran la locura histórica que supusieron los aranceles
- Puntos claves
- ¿Podemos encontrar una conclusión que nos permita establecer algo que hoy?
Hemos entrado en una fase descendente, los efectos de los aranceles recíprocos de Trump se extenderán más allá del comercio, afectando también las relaciones políticas y geopolíticas globales en un fenómeno que seria “la fragmentación del multilateralismo”.
“Lo que tiene sentido sería mantener déficits con determinados bienes y servicios (los que valoramos especialmente) y superávits con aquellos que valoran los nuestros” … (Jesús Fernández-Villaverde, catedrático en Economía por la Universidad de Pensilvania).
"En Estados Unidos no podemos cultivar mucho café. Importamos unos US$8.500 millones al año. Los aranceles anunciados ayer ascenderán a al menos US$1.250 millones. Eso es un aumento de impuestos del 15 % en tu café de la mañana". Neil Bradley, jefe de Políticas de la Cámara de Comercio de EE. UU. 7 abril 2025
El arancel es un impuesto que se aplica en frontera sobre bienes importados. Técnicamente se les denomina “derechos de aduana” (derechos dejémoslo claro, eso no es más que una argucia del Estado)
Normalmente, los aranceles son un porcentaje del valor de un producto. De esta forma, un arancel del por ejemplo del 20 % sobre los productos chinos significa que un producto que vale, US$10, tiene un recargo adicional de US$2. Las empresas pueden optar por trasladar una parte o la totalidad del costo de los aranceles a los clientes.
Los gobiernos pueden imponer aranceles por diversas razones:
- Para generar ingresos. Los gobiernos imponen aranceles del mismo modo que recaudan el impuesto sobre las ventas o el impuesto sobre la renta. Las cantidades recaudadas se añaden a las arcas del gobierno y forman parte de su presupuesto.
- Para proteger las industrias del país. Los gobiernos pueden imponer aranceles a determinadas mercancías procedentes del extranjero si consideran que su libre circulación supone una amenaza para los productores regionales y nacionales de ese bien. En este caso, el objetivo del gobierno es ayudar a las empresas nacionales a competir encareciendo los bienes importados. Los aranceles también sirven para disuadir a los países extranjeros de vender aquí sus excedentes de un bien a precios muy bajos, lo que puede afectar negativamente al precio de los productos locales y llevar a la quiebra a las empresas nacionales.
- Utilizarlo como herramienta diplomática. Los gobiernos a veces restringen o prohíben la importación o exportación de bienes y servicios de otro país para influir en el comportamiento en ámbitos no económicos como los derechos humanos, la violación de tratados o la guerra. Un ejemplo sería el conjunto de sanciones económicas que Canadá impuso a Rusia como consecuencia de su destructiva guerra contra Ucrania. En lugar de limitarse a prohibir el comercio con estos países, los gobiernos pueden optar por imponer aranceles elevados como sanción indirecta. Los aranceles limitan la competitividad del país en cuestión al hacer prohibitivo el coste de sus productos de exportación, lo que en última instancia perjudica a su economía.
Históricamente, estos impuestos sobre las importaciones extranjeras han seducido a los líderes políticos que buscan proteger los mercados nacionales de la competencia de los productos más baratos, al tiempo que fomentan la industria y la fuerza laboral nacional.
Sin embargo, estas medidas tienden a provocar una guerra de desgaste.
Los aranceles excesivos suponen un riesgo de fragmentación, lo que equivale a menos comercio, lo que se traduce en menos beneficios tangibles para todos. Aunque sin duda el arancel le provoca daño al país afectado, el primero que tiene que pagar ese impuesto es el importador en la aduana cuando ingresa los productos extranjeros.
EE. UU: Sí se aplica un arancel de 25 %, por ejemplo, el importador estadounidense que ingresa aguacates, tomates, partes de automóviles, cerveza, acero, o cualquier otro producto mexicano o canadiense, tiene que pagar ese valor extra. Como al importador le resulta más caro ingresar el producto, una parte del sobreprecio o todo el costo extra, suele ser traspasado al consumidor final, en este caso el estadounidense, generando un aumento de la inflación.
LESOTO (4) que no figura en esta lista es un caso de aranceles sin sentido del equilibrio. Lesoto, un reino sin litoral a gran altura rodeado por Sudáfrica, de 2,311 millones de habitantes. Ningún territorio ha sido golpeado con tal fuerza como Lesoto, con hasta un 50 % de aranceles. Las compras de Lesoto en Washington son minoritarias a diferencia de todos los productos que vende, como diamantes o trajes tejidos y no tejidos de hombre y mujer. Mientras, EE. UU. exporta a Lesoto camiones de entrega, vacunas, sangre o cultivos entre otros, Lo que quizás pasa desapercibido para Trump es el poder económico de ambos países. Si bien Estados Unidos es uno de los países más ricos del mundo, Lesoto es uno de los más pobres de África. O lo que es lo mismo, EE. UU. puede comprar a cualquier país del mundo casi sin límites, pero este territorio del sur africano, muy limitado, apenas puede permitirse grandes compras. Y estos aranceles no solo no ayudan al comercio internacional de este país de África, sino que podría provocar consecuencias catastróficas para una economía extremadamente diminuta y dependiente de su venta.
Los mercados reaccionan a los aranceles: tres ejemplos muestran la locura histórica que supusieron los aranceles
En 1928, Herbert Hoover (1) hizo campaña con una plataforma proteccionista para apoyar la agricultura americana. A medida que el movimiento arancelario creció después de su elección, muchas industrias apoyaron el impuesto, que se extendió hasta abarcar un impuesto sobre 25.000 productos importados. En octubre de 1929, se extendieron rumores de que el proyecto de ley arancelario podría fracasar, lo que el senador Reed Smoot de Utah desestimó rápidamente. El colapso de la Bolsa comenzó el 28 de octubre de 1929, cuando se difundió la noticia de que el proyecto de ley arancelaria Smoot Hawley se convertiría en ley. El artículo de primera página del New York Times decía: “Los líderes insisten en que se aprobará el arancel”. Aunque el proyecto de ley arancelaria no se convirtió en ley hasta junio de 1930, sus efectos se sintieron ocho meses antes. Los mercados reaccionaron de inmediato, ya que descuentan las ganancias futuras. La mayoría de los economistas culpan al patrón oro por el colapso, pero este análisis pasa por alto la naturaleza prospectiva de la mente humana, que es el mercado en sí. Los mercados no necesitan esperar a que las ganancias disminuyan debido a políticas inminentes que resultarán en pérdidas futuras. De ahí la naturaleza rápida del colapso. El uso del apalancamiento en la década de 1920 exacerbó el colapso.
Una vez que el proyecto de ley se convirtió en ley, otras naciones tomaron represalias. El sector agrícola fue uno de los más afectados, ya que los agricultores no podían exportar sus cosechas de manera competitiva. Hoover siguió con la Ley de Ingresos de 1932, aumentando los impuestos en medio del colapso económico. En 1934, el comercio mundial cayó un 66 %, volviendo a los niveles de 1905. La Gran Depresión continuó, aumentando el nacionalismo económico, lo que permitió que los radicales llegaran al poder, lo que resultó en la Segunda Guerra Mundial. El adagio resultó ser cierto: cuando las mercancías no pueden cruzar las fronteras, los ejércitos lo harán.
Mucho después, cuando comenzamos un nuevo siglo, los halcones proteccionistas todavía creían que los aranceles protegían los empleos americanos. La historia reciente demuestra lo contrario. El presidente George W. Bush impuso aranceles al acero el 20 de marzo de 2002. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, entre marzo de 2002 y marzo de 2003, la industria manufacturera perdió 475.000 puestos de trabajo, más de los que existían en toda la industria siderúrgica. Los fabricantes no pudieron trasladar los precios más altos del acero a sus clientes, ya que existían muchos contratos fijos que prohibían los aumentos de precios.
El arancel afectó al desempeño del mercado de valores. Este hecho a menudo se pasa por alto debido a la atención prestada a la crisis de las puntocom durante los dos años anteriores. De marzo de 2002 a mayo de 2003, con los aranceles en vigor, el S&P 500 perdió 2 billones de dólares en capitalización de mercado. El Promedio Industrial Dow Jones alcanzó un pico posterior al 11 de septiembre de 2001 el 19 de marzo de 2002 en 10.635,25. Los aranceles al acero entraron en vigor al día siguiente. Los aranceles a la madera siguieron en mayo. El Dow no se recuperó por completo hasta que se levantaron los aranceles al acero el 4 de diciembre de 2003. La administración Bush levantó los aranceles después de saber que la Unión Europea tomaría represalias. De haber sido así, el mercado de valores estadounidense podría haber sufrido otra caída severa, como la que sufrió en 1929.
En la actualidad, alrededor de dos tercios del comercio internacional están libres de aranceles, bien porque los países han reducido sus impuestos en virtud del trato de Nación Más Favorecida (NMF) (2), bien por otros acuerdos comerciales.
Sin embargo, los niveles de los aranceles aplicados al tercio restante del comercio mundial suelen ser elevados, con importantes disparidades entre sectores. La agricultura sigue estando muy protegida. La industria manufacturera sigue enfrentándose a barreras comerciales en sectores clave. Las materias primas suelen beneficiarse de aranceles bajos.
Los países en desarrollo se enfrentan a aranceles más elevados, lo que limita su acceso a los mercados internacionales. Sus exportaciones agrícolas están sujetas a unos derechos de importación medios de alrededor del 20 % en régimen de NMF. Los textiles y la confección se enfrentan a algunos de los tipos arancelarios más elevados, con una media cercana al 6 %, lo que reduce su competitividad.
El comercio Sur-Sur (entre países en desarrollo) sigue sujeto a aranceles elevados. Por ejemplo, el comercio entre América Latina y Asia Meridional se enfrenta a un tipo medio del 15 %. El comercio mundial alcanzó un nivel récord de 33 billones de dólares en 2024, registrando un crecimiento del 3,7 % (1,2 billones de dólares). La mayoría de las regiones experimentaron un crecimiento positivo, con la excepción de Europa y Asia Central.
Los servicios fueron el principal motor de esta expansión, con un aumento anual del 9 %, sumando 700.000 millones de dólares (casi el 60 % del crecimiento total). El comercio de bienes creció más lentamente (+2 %), añadiendo otros 500.000 millones de dólares. Sin embargo, el crecimiento en ambos sectores se ralentizó en la segunda mitad de 2024, con un aumento de sólo el 1 % para los servicios y de menos del 0,5 % para las mercancías en el cuarto trimestre.
Las economías en desarrollo crecieron más deprisa: sus importaciones y exportaciones aumentaron un 4 % a lo largo del año y un 2 % en el cuarto trimestre, sobre todo gracias a Asia Oriental y Meridional. Las economías desarrolladas, por su parte, se estancaron: el comercio se mantuvo sin cambios a lo largo del año y disminuyó un 2 % en el cuarto trimestre.
Los desequilibrios del comercio de mercancías han aumentado. El déficit comercial de EE. UU. con China alcanzó los -355.000 millones de dólares, ampliándose en 14.000 millones en el cuarto trimestre. El déficit comercial de EE. UU. con la Unión Europea (UE) aumentó en 12.000 millones de dólares, hasta -241.000 millones. Al mismo tiempo, el superávit comercial de China alcanzó su nivel más alto desde 2022, y la UE invirtió sus déficits anteriores para registrar un superávit comercial en el año.
El comercio mundial se mantiene estable en 2025, pero persiste la incertidumbre. El aumento de las tensiones geoeconómicas, las políticas proteccionistas y los conflictos comerciales apuntan a futuras perturbaciones. Las tendencias recientes del transporte marítimo también apuntan a una ralentización, con índices de flete a la baja que señalan un debilitamiento de la actividad industrial, sobre todo en los sectores dependientes de la cadena de suministro.
Durante la Administración Trump, el mercado de valores alcanzó su punto máximo en enero de 2018, cuando el presidente Trump anunció aranceles a China. China respondió de la misma manera. También impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio de todo el mundo, incluidos México, Canadá y la Unión Europea. La madera canadiense también recibió un arancel, lo que resultó en precios internos más altos. El mercado retrocedió y no alcanzó su máximo de enero hasta agosto de 2018. Un revés menor, pero un revés, al fin y al cabo.
Los consumidores nacionales pagan la mayoría de los aranceles, incluso sobre las importaciones de materias primas, ya que los impone el Gobierno de los EE. UU. en el puerto de entrada. Nadie duda de que hay muchos malos actores en el escenario global. Necesitamos abordar el comportamiento de China y otras naciones, especialmente cuando se trata de devaluar la moneda y subsidiar a sus propias industrias para competir deslealmente con las empresas americanas. El libre comercio debe ser comercio justo.
El libre mercado y el comercio exigen un sistema de honor que se aplique rigurosamente a través de organismos existentes, desarrollados para resolver disputas frente a paneles en lugar de en campos de batalla. Si una nación viola las reglas establecidas para la equidad y la integridad, se debe abordar el asunto. La negación del acceso al mercado, las cuotas de importación, la pérdida del estatus comercial de nación más favorecida, la expulsión de la Organización Mundial del Comercio y la revocación de la ayuda exterior son sólo algunas de las muchas opciones.
Los aranceles resultarán contraproducentes para los inversores, los consumidores y las empresas americanas y las del resto de los países. Repetir las políticas comerciales fallidas del pasado sólo dará como resultado mercados de valores con peores resultados y distorsiones económicas masivas. La evolución del panorama del comercio internacional y los rápidos cambios de la normativa aduanera aplicable pueden tener importantes repercusiones en las empresas, que deben estar atentas y reaccionar.
Pero tampoco nos olvidemos el entramado de barreras que la Unión Europea lleva montando durante los últimos 30 años para proteger a su industria y su agricultura. Los europeos los han asumido como derechos adquiridos y ello es revisable. El gran defensor del libre comercio debe también mirarse al espejo antes de dar lecciones de libre comercio.
Puntos claves
Donald Trump anuncio el 2 de abril en Washington sus aranceles recíprocos, un nuevo régimen arancelario que califica como “the big one” y que debería marcar un punto de inflexión en la política comercial de la nueva Administración. El presidente quiere reactivar y reconstruir la industria manufacturera estadounidense, que en los últimos 40 años ha perdido muchos empleos que han migrado a países que ofrecen salarios más bajos, como México o China. Pero Trump también considera que Estados Unidos tiene un enorme déficit comercial, y que otros países se están beneficiando de vender a los consumidores estadounidenses sus productos.
Para explicar su enfoque, Trump suele poner como ejemplo los aranceles del 10 % que la Unión Europea aplica a las importaciones de automóviles procedentes de Estados Unidos, mientras que este arancel es del 2,5 % en el lado estadounidense. Más recientemente, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, destacó los aranceles del 50 % que la Unión aplica a los productos lácteos estadounidenses.
Según la Organización Mundial del Comercio, los niveles de aranceles entre los dos bloques son, en promedio, relativamente similares: ponderados por el volumen de comercio, los derechos aplicados por la Unión a los productos estadounidenses ascienden al 4,2 % para los productos agrícolas y al 0,9 % para los productos no agrícolas.
Pero la Administración también podría tener en cuenta elementos que considera barreras comerciales no arancelarias, como por ejemplo el impuesto sobre el valor añadido (IVA).
El 26 de febrero, Trump declaró que impondría aranceles del 25% a la Unión Europea. Según las últimas declaraciones de los distintos responsables económicos del equipo de Trump, los aranceles deberían ser de dos dígitos y aplicarse a todas las importaciones que entren en el país o sólo a los países que registren los mayores superávits comerciales con Estados Unidos.
Varios puntos siguen pendientes: ¿se aplican los aranceles a todos los productos importados o sólo a algunos productos sectoriales como semiconductores, productos farmacéuticos, madera y cobre? ¿Se cobrarían inmediatamente o con un plazo de aplicación que permitiría posibles negociaciones con los países afectados? ¿Serían acumulativos, por ejemplo, para los automóviles, además del 25 % ya anunciado? ¿O sólo se tendrá en cuenta el nivel más alto?
Para las empresas que dependen de una cadena de suministro mundial, la única certeza es la incertidumbre. Y esa incertidumbre no solo afecta a la planificación estratégica a largo plazo. Ya está cambiando la forma en que las empresas adquieren materias primas y demás inventario.
Eso significa que las interrupciones creadas por los aranceles no comienzan cuando entran en vigor dichos aranceles. Comienzan tan pronto como las empresas comienzan a temer por el impacto de esa interrupción.
Los aranceles podrían aumentar el costo para la industria automotriz. Por ello, es urgente que las empresas examinen sus cadenas de suministro y venta para anticipar el posible impacto de estas medidas y de los próximos cambios previstos a ambos lados del Atlántico, dando prioridad a la búsqueda de escenarios alternativos para mitigar el impacto de los nuevos derechos.
¿Podemos encontrar una conclusión que nos permita establecer algo hoy?
No olvidemos que, aunque duren cuatro o cinco meses los aranceles hasta que se llegue a un hipotético futuro acuerdo entre Trump y sus contrapartes, los efectos dañinos empezarán a sentirse y durarán muchos años porque se tarda mucho más en revertir los efectos negativos de una guerra arancelaria y de barreras no arancelarias que sentir los efectos de esta.
A título de conclusión, los aranceles pueden tener un impacto significativo en el comercio global. Pueden aumentar los precios de los bienes y servicios, afectar la competitividad de las empresas y limitar las oportunidades de negocio. También pueden afectar la eficiencia de las cadenas de suministro globales y provocar represalias y volatilidad en los mercados. Por lo tanto, es importante que los países trabajen juntos para reducir las barreras comerciales y promover el libre comercio, lo que puede beneficiar a todas las naciones y mejorar la economía global.
Notas.
(1) Herbert Clark Hoover (West Branch, Iowa; 10 de agosto de 1874-Nueva York; 20 de octubre de 1964) fue un ingeniero, empresario y político estadounidense que ejerció como el trigésimo primer presidente de los Estados Unidos desde 1929 hasta 1933. Su presidencia estuvo marcada por la Gran Depresión, y sus políticas y métodos para combatirla fueron considerados mediocres. La Gran Depresión causó el hundimiento de gran parte de la economía estadounidense, con el consiguiente empobrecimiento de la población; no obstante, la reacción general del presidente Hoover fue tratar de evitar el pánico financiero y considerar a la Gran Depresión como una crisis pasajera. Intentó combatirla impulsando el trabajo voluntario, desarrollando grandes obras públicas como la presa Hoover, promoviendo medidas proteccionistas como la ley arancelaria Smoot-Hawley, aumentando el tipo máximo del impuesto sobre la renta del 25% al 63% e incrementando el impuesto sobre la renta corporativa.
(2) El régimen de nación más favorecida (NMF) es un principio fundamental del comercio internacional que establece que los países deben tratar a todos sus socios comerciales de manera equitativa. El NMF es un principio fundamental del sistema multilateral de comercio establecido después de la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo es reemplazar las fricciones y distorsiones de las políticas bilaterales basadas en la fuerza.
(3) Leer The 2024 National Trade Estimate Report on Foreign Trade Barriers (NTE)
(4) Lesoto es un país que se "beneficia" del acuerdo GOA (Ley de Crecimiento y Oportunidades para África) con Estados Unidos, debido a su vulnerabilidad económica. No es la primera vez que Trump azota Lesoto, ya que hace un tiempo, lo llamó como "el país del que nadie ha oído hablar", en uno de sus discursos en el Congreso de Estados Unidos. Algo que, lógicamente, llevó a las críticas de los diplomáticos lesotenses, que lo consideraban de "sorprendente y decepcionante que afirme que nadie conoce Lesoto, especialmente dado que Estados Unidos tiene una embajada aquí”, tal y como aseguraba el ministro Lejone Mpotjoane. (La Razón Internacional)