Las autoridades finlandesas observan la combustión de energía sobrante en la planta de Portonovaya, fuente del Nord Stream I

Rusia quema el excedente de gas que no comercializa

PHOTO/ARCHIVO - Planta de gas de Gazprom, la empresa estatal rusa

La terminal rusa de gas natural licuado (GNL) de Portovaya, próxima a la frontera con Finlandia, expulsa cada cierto tiempo una llamarada de larga duración. Los observadores que, desde suelo finlandés, han percibido la llama de forma recurrente se han detenido para comprobar si, en efecto, esta abandonaba la planta ubicada en la región de San Petersburgo, que alimenta el gasoducto Nord Stream I. 

La conclusión a la que llegan los expertos es que Rusia está quemando el gas, probablemente por tener ocupado el límite de reservas. La llamarada procede de la quema de combustible, un combustible que no está siendo suministrado a sus compradores habituales como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Al no poder acumular más cantidad, Moscú opta por desperdiciar esa energía. 

Rusia produce mayor cantidad de gas de la que puede almacenar. El objetivo, de acuerdo con los expertos, es reducir al mínimo la necesidad de quemar gas mediante un mantenimiento y una revisión lo más precisa posible, y planificando la logística para que siempre haya la cantidad justa de gas en los depósitos a medida que se va suministrando.  

La mencionada planta de Portovaya es propiedad de la empresa estatal rusa de gas Gazprom. La gigante gasística, que se ha convertido en una herramienta de presión en manos del Kremlin, ha estado abriendo y cerrando las válvulas de los grifos de gas de sus en otro tiempo compradores occidentales.   

El suministro de gas se interrumpió en muchos países ya a principios del verano, cuando Gazprom empezó a exigir que los clientes pagaran sus facturas de gas en rublos. En ese momento, se cerraron las llaves de paso del gas a los que se negaron, entre ellos los países nórdicos y los bálticos, Polonia o Bulgaria. Por su parte, países como Hungría y más recientemente Turquía han aceptado pagar en moneda rusa. 

Los países más dependientes del gas ruso del Viejo Continente, en especial Alemania, se han visto presionados para aceptar las exigencias del presidente ruso Vladímir Putin. Para los que han mantenido la negativa, el grifo del gas se ha ido cortando de forma paulatina y los precios se han disparado. Desde mediados de junio, Gazprom está reduciendo gradualmente el flujo de gas a través del gasoducto Nord Stream I, mientras persiste el bloqueo del II. 

A principios de julio, la gasística rusa cerró completamente los grifos de gas de Alemania durante 10 días. Entonces, el motivo aducido por Moscú fue la labor de mantenimiento del gasoducto Nord Stream I. En ese momento, en Alemania temía que los grifos no volvieran a abrirse, lo que habría agravado la crisis de suministro que afronta la primera economía europea. El Kremlin reanudó el tránsito de gas, pero la cantidad de energía se redujo de nuevo con respecto de lo asegurado por Rusia. Antes de agosto, Gazprom anunció una drástica reducción de los precios del gas. Desde la semana, sólo se ha transportado el 20% de la capacidad potencial del gasoducto.