La ESA encarga a Deimos el satélite DRACO para escrutar desde sus entrañas cómo se inmola en órbita
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha seleccionado a la compañía española Deimos Space para que asuma el papel de contratista principal del innovador satélite DRACO, un proyecto espacial pionero y disruptivo allí donde las haya.
No es una misión espacial científica, ni mucho menos está dedicada al estudio medioambiental de la Tierra. El rebuscado nombre de Objeto Contenedor de Evaluación de Reentrada Destructiva o DRACO ‒acrónimo inglés de Destructive Reentry Assessment Container Object‒ se enmarca en la iniciativa Zero Debris o Cero Desechos, anunciada en junio de 2023 por el director general de la ESA, Josef Aschbacher.
Con el objeto de detener la creación de nueva basura espacial, Zero Debris de la ESA pretende que en 2030 afloren nuevas tecnologías con las que construir sistemas espaciales que se desgarren, desintegren y ardan en su totalidad y de manera controlada durante su reentrada en la atmósfera terrestre. “En tierra, no es posible recrear la velocidad y los movimientos de una reentrada sin control”, se lamenta el director del proyecto en la ESA, Stijn Lemmens.
DRACO es en esencia un experimento espacial de gran alcance, que pretende posicionar en órbita un satélite a 500 kilómetros de altura e inmediatamente encaminarlo hacia su autodestrucción. ¿Con qué intención? Pues para recoger multitud de datos e imágenes desde las propias entrañas del ingenio espacial en su caída a gran velocidad sobre la Tierra, mientras se quema y auto inmola en las capas altas de la atmósfera.
Con la variada información obtenida y transmitida a tierra, los científicos e ingenieros europeos aspiran a poder comprender mejor la compleja y prácticamente desconocida física que gobierna el proceso de reentrada y destrucción de los satélites posicionados en la órbita baja de la Tierra, los que están a menos de 2.000 kilómetros de nuestro Planeta Azul.
Sensores y cámaras ultra resistentes
La ceremonia formal por la que la ESA ha seleccionado y contratado los servicios de Deimos para la puesta en marcha de la primera fase de desarrollo de la misión se ha escenificado el martes, 24 de septiembre. Ha sido una vez completada en junio pasado la fase de viabilidad de DRACO y ha tenido lugar en el Centro de Integración de Satélites que la compañía posee en Puertollano, a unos 200 kilómetros de Madrid.
Por parte de la ESA, el contrato que asciende a 3 millones de euros ha sido suscrito por el jefe del programa de Seguridad Espacial de la Agencia, Holger Krag, para quien DRACO es una misión que aspira a “validar nuestros modelos de reentrada y pretende comprender mejor lo que ocurre cuando los satélites se queman en la atmósfera”.
Del lado de Deimos, el documento contractual lo ha rubricado su director general, Simone Centuori, que subraya que DRACO es “un hito que va a proporcionar información sin precedentes sobre los procesos de reentrada de satélites”. Añade que su desarrollo es “una muestra del compromiso de la compañía con la innovación y la sostenibilidad, que va a allanar la llegada de un entorno orbital más seguro”.
La fase que ahora se activa concluirá con la Revisión Crítica de Diseño (CDR) prevista para noviembre de 2025, que es cuando comenzará a tomar forma el satélite en Puertollano. Si no surgen incidencias, el lanzamiento de DRACO al espacio tendrá lugar en el primer trimestre de 2027 con un cohete europeo Vega-C, como primera opción.
¿Cómo va a ser DRACO? Con un peso al despegue entre 170 y 200 kilos, su tamaño será “algo inferior al de una lavadora doméstica”, detalla Paolo Minacapilli, coordinador de las actividades técnicas del ingenio en Deimos. Una vez posicionado por el cohete a unos 500 kilómetros y orientado hacia la Tierra, se activarán los instrumentos, “que serán en torno a 200 sensores ultra resistentes” fijados en diferentes estructuras, equipos y componentes, “que van a medir temperaturas y deformaciones durante el mayor tiempo posible mientras el satélite a su alrededor se quema”, resume Stijn.
“A bordo también viajan cuatro minicámaras infrarrojas ‒continua Minacapilli‒ para observar lo que ocurre, cómo se desintegra la estructura, los paneles y los elementos pasivos, que van a empezar a desencajarse y arder a partir de los 120 kilómetros, altitud a la que comienza la reentrada atmosférica”. Casi todo se habrá quemado y volatilizado cuando se alcancen los 70 kilómetros de altura. Pero no todo.
Menos de 24 horas de vida por 17 millones de euros
El jefe técnico de DRACO en Deimos, Lorenzo Tarabini, aclara que los datos recabados por los sensores y las observaciones captadas por las cámaras quedarán almacenados en una pequeña cápsula de alrededor de 40 centímetros destinada a sobrevivir. Estará dotada con un escudo térmico protector semejante al que utilizan las cápsulas espaciales tripuladas de la NASA o SpaceX.
Equipada con un mecanismo de separación, la cápsula de 16 kilos se separará de lo que queda de DRACO a una altitud prevista de 60 kilómetros, descenderá a cinco veces la velocidad del sonido (Mach 5) y poco a poco disminuirá su velocidad. A unos 40 kilómetros se abrirá un paracaídas y 20 Megabytes de datos almacenados comenzarán a descargarse y ser recogidos por la red de satélites Inmarsat. Para ello se dispone de alrededor de 20 minutos.
La cápsula superviviente, una vez frenada y estabilizada por el paracaídas, caerá en aguas del océano Índico y se hundirá. Habrá cumplido su misión si los importantes datos son retransmitidos por Inmarsat hasta alguna de las antenas de recepción que la ESA tiene desplegadas por diferentes partes del mundo. En total, la singular misión de DRACO se prolongará por espacio de entre 5 y 12 horas desde su puesta en órbita.
Para garantizar el éxito del ambicioso proyecto DRACO, Deimos lidera un consorcio internacional del que forman parte seis empresas y entidades europeas especializadas en aerodinámica, aerotermodinámica, sistemas de descenso y fragmentación de objetos: el Instituto Von Karman de Bélgica, la compañía Hyperschall Technologie Göttingen GmbH de Alemania y las entidades británicas Fluid Gravity Engineering, Belstead Research, Dynamic Imaging Analytics y Vorticity.
La importancia de la misión DRACO, cuya inversión total son 17 millones de euros, queda de manifiesto por la presencia en el acto de Puertollano del director de la Agencia Espacial Española, Juan Carlos Cortés, la consejera de Economía y Empleo de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, Patricia Franco, y del alcalde de la localidad, Miguel Ángel Ruiz, quienes han destacado la dimensión económica y tecnológica que DRACO aporta a la ciudad.
Y es que Deimos, además de contratista principal del proyecto, es también responsable del diseño y gestión de la misión, la ingeniería de sistemas, el desarrollo e integración de la plataforma y de construir el segmento terreno y también los destinados a los usuarios.