Estados Unidos multiplica el número y las tecnologías de sus espías electrónicos en órbita
La Administración Biden ha obtenido la luz verde del Congreso para que la Oficina Nacional de Reconocimiento, la institución del Pentágono que ejerce el control absoluto sobre los satélites espía de Estados Unidos, aumente de manera significativa el número y la agudeza de sus ojos y oídos electrónicos posicionados en el espacio.
Con gran parte de sus satélites espías volcados en Oriente Medio, Ucrania y Rusia, el subdirector de la NRO ‒acrónimo del inglés National Reconnaissance Office‒, el general de la Fuerza Aérea norteamericana Christopher Povak, de 52 años, acaba de desvelar en un foro especializado recién celebrado en Washington que su organización ha puesto en marcha un ambicioso plan para mantener su abrumador liderazgo militar en órbita.
Como responsable directo del nuevo plan de la NRO, el empeño del general Povak es aumentar las familias de constelaciones de satélites espía dedicados a captar imágenes electroópticas y radar, alertar sobre el disparo de misiles de largo alcance, escuchar y descifrar cuantas señales viajan por el espacio, y todo ello convertirlo en inteligencia.
Se trata de “multiplicar por diez las imágenes y señales que nuestros sigilosos satélites recopilan día y noche por todo el mundo, que nuestros analistas convierten en inteligencia para ayudar a la toma de decisiones de los mandatarios políticos y los altos mandos militares de la nación”.
Segundo hombre fuerte de la NRO desde septiembre de 2022 y jefe del componente espacial de la citada organización, el general Povak ha expresado que la NRO ejecuta un proyecto encaminado a “incrementar las capacidades tecnológicas y diversificar tanto su arquitectura espacial como su componente terrestre”.
Grandes y pequeños ingenios electroópticos, radar y de escucha
La finalidad de la iniciativa está orientada a evitar que sus principales potencias adversarias ‒entiéndase China, Rusia, Corea del Norte e Irán‒ puedan “interferir, bloquear, dañar o destruir plataformas importantes de la enorme red de infraestructuras espaciales de inteligencia de Estados Unidos”.
Como ingeniero eléctrico de formación con tres décadas de ejercicio en el mando de unidades espaciales y con una amplia experiencia en la adquisición y explotación de satélites clasificados, el general Povak alerta a congresistas, senadores y directivos de la industria que los competidores de Estados Unidos “nos plantean desafíos sin precedentes que erosionan a un ritmo rápido nuestra ventaja tecnológica”.
El segundo hombre en importancia de la NRO sostiene que China “está cerrando la brecha tecnológica” que le separa de Estados Unidos. Sabe que Pekín recluta y dedica un ingente número de personal cualificado al sector espacial militar y que invierte “mucho dinero y recursos tecnológicos para desafiar el dominio que ejerce Estados Unidos en el espacio”.
Desde su conocimiento, el general Povak advierte que Pekín y Moscú desarrollan todo un “arsenal de sofisticados sistemas de armas y misiles antisatélite”, diseñados para ser disparados desde tierra o proyectados desde el espacio para “interferir, neutralizar o destruir los sistemas electrónicos americanos que tenemos en órbita y garantizan nuestra seguridad nacional y el estilo de vida americano”.
Pero la Casa Blanca ni tampoco el Pentágono están dispuestos a que ninguna de las dos potencias, y menos Irán o Corea del Norte, arrebaten a Estados Unidos la supremacía que ostenta en el espacio. “Para responder a sus desafíos ‒recalca el general Povak‒ es por lo que estamos decididos a ampliar y mejorar nuestras capacidades satelitales”.
El director de la NRO es un veterano ingeniero de la NASA
La NRO va a continuar con la construcción de satélites de gran tamaño, que son la mayoría de los que pone en órbita hasta ahora. Pero también otros “de dimensiones mucho menores, que vamos a desplegar en la próxima década para mantener una mejor y mayor cobertura de la Tierra”. Con ello, sin citarlo, está diciendo que también van a volcar esfuerzos en la lucha contra el terrorismo internacional.
Se posicionarán en órbitas bajas de la Tierra a una altura entre los 500 y 5.000 kilómetros, para sobrevolar las zonas de interés de forma frecuente, lo que en el sector espacial se denomina “revisita”. Ya sean grandes o pequeños, en ambos casos “aumentaremos su capacidad de supervivencia, así como la precisión y fiabilidad de los datos que aportaremos a nuestros analistas”.
Las palabras del general Povak están en consonancia con el director de la NRO desde agosto de 2019, el prestigioso ingeniero informático Christopher Scolese, de 67 años, un veterano alto funcionario de la NASA especializado en dirigir programas de satélites dedicados a la observación de la Tierra. Su objetivo declarado es recepcionar las imágenes y señales de los satélites de manera eficiente y “convertirlas rápidamente en inteligencia procesable y utilizable, también para nuestros aliados”.
Scolese desveló en una convención sobre asuntos espaciales celebrada en abril en Colorado Springs que tenía en marcha un proyecto para “cuadruplicar durante la próxima década el número de satélites de nuestra organización”. Lo pretende conseguir “con una combinación de sistemas gubernamentales y comerciales”, para garantizar que las infraestructuras espaciales y terrestres norteamericanas “puedan mantener las operaciones militares ante cualquier contingencia o amenaza”.
La Oficina Nacional de Reconocimiento o NRO ‒acrónimo del inglés National Reconnaissance Office‒, es una organización de inteligencia que induce a equívocos. Sus cimientos fueron establecidos por el presidente Eisenhower en 1961 para encubrir una gran estructura formada por varios miles de funcionarios civiles y militares y mantenida en secreto durante muchos años. Ella misma fabrica, controla y explota los datos recopilados por los cerca de medio centenar de plataformas de todo tipo y tamaño que sirven a los intereses de la súper potencia americana.
Pero su finalidad va mucho más allá. Es la organización del Departamento de Defensa responsable de vigilar desde el espacio y extraer inteligencia de cuanto escudriñan en la Tierra sus ojos con tecnología electroóptica y radar. También se dedica a escuchar y descifrar a través de las ondas radioeléctricas o electromagnéticas los datos, señales y conversaciones telefónicas fijas y móviles que atentan o favorecen las actividades gubernamentales, económicas y financieras de Estados Unidos.