Las plataformas espaciales electro-ópticas, radar y de escucha de comunicaciones que de forma activa y pasiva observan los avances de las tropas de Vladimir Putin

Los satélites espía con los que Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia y España contemplan la invasión de Ucrania

photo_camera PHOTO/USAF - Los técnicos de la NRO aportan imágenes, audios y señales al medio millón de usuarios gubernamentales que integran la Comunidad de Inteligencia para que los analistas extraigan inteligencia y ayuden a la toma de decisiones

Las naciones que cuentan en su arsenal militar con sofisticados ojos y oídos electrónicos situados en el espacio ultraterrestre gozan de la capacidad de observar y escuchar todo lo que está pasando día y noche en la invasión que ha desencadenado Rusia contra Ucrania en la madrugada del 24 de febrero. 

Decenas de silenciosos satélites espía pertenecientes a los países de la OTAN captan las comunicaciones entre el Kremlin y los altos mandos de las fuerzas militares rusas, a la vez que siguen los movimientos de las columnas de tanques y vehículos de combate rusos que penetran hacia Kiev, Járkov, Belgorov y Mariúpol a través de las llanuras ucranianas. 

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También escudriñan desde el espacio las posiciones de las baterías de obuses, cañones, lanzacohetes y misiles tierra-tierra que apoyan los avances de las unidades de combate rusas. Y, por supuesto, evaluan los destrozos que, junto con los aviones y helicópteros de ataque de Moscú, han ocasionado en las bases aéreas, portuarias, en las instalaciones radar y en las posiciones defensivas del Gobierno de Kiev. 

Los países de la Alianza Atlántica, en especial Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia y también España, reciben de forma continua grandes cantidades de datos que convierten en infomes de inteligencia con destino a sus autoridades civiles y militares. Han reasignado los planes de vuelo de sus plataformas espaciales para que pongan una atención preferente a las cinco zonas por las que tropas rusas se desparraman, ocupan y controlan el territorio de Ucrania.

Estados Unidos es la nación que posee la colección de satélites espía más numerosa y tecnológicamente más avanzada. La organización responsable de desarrollar, fabricar, lanzar y explotar esas plataformas orbitales secretas es la Oficina Nacional de Reconocimiento o NRO, una especie de Servicio de Inteligencia Espacial que trabaja a todo ritmo las 24 horas de los 365 días del año. Los datos e imágenes los transfieren para su análisis al Pentágono, al Consejo de Seguridad Nacional, al departamento de Estado de Antony Blinken y a las diferentes agencias de inteligencia norteamericanas. 

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Sus capacidades “no están disponibles”

Con su cuartel general en Chantilly, en el estado de Virginia, la NRO es una de las 16 organizaciones que integran la Comunidad de Inteligencia del Gobierno federal. Bajo la dirección de Christopher Scolese desde agosto de 2019, exalto cargo de la NASA, la principal misión de las plataformas electro-ópticas, radar y de escucha dedicadas al espionaje consiste en capturar millones de imágenes de interés para la seguridad nacional, así como interceptar, descifrar o bloquear cientos de miles de millones de conversaciones o mensajes en cualquier banda del espectro electromagnético y radioeléctrico.

¿En beneficio de quién? Christopher Scolese lo aclara: “Del medio millón de usuarios gubernamentales que integran la Comunidad de Inteligencia nacional, de las Fuerzas Armadas, los legisladores y de las autoridades de nuestra nación con capacidad para tomar decisiones de gran trascendencia”. 

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La NRO efectua cada año varios lanzamientos al espacio y emplaza en órbita un numero variable de satélites espía, nuevos o de reposición. Para 2022 tiene programados media docena de vuelos, en los que posicionará más de una docena de ingenios. El primero del año ha sido el satélite de observación USA-326, que ha volado el 2 de febrero ¿Cuál es su tecnología? Puro secreto. Cuando se pregunta por sus parámetros orbitales y capacidades de observación o escucha se recibe por respuesta un laconico “no están disponibles”.

Y es que, como es evidente, el diseño y prestaciones que embarcan todos los satélites de la NRO llevan el sello de top secret. La información oficial sobre ellos es prácticamente inexistente y, la que se difunde, exagera o minisvalora los datos, que en todo caso provocan confusión y desinformación. Algunas pocas veces no ocurre así, como es el caso de los satélites espía electro-ópticos KH-11, del que el telescopio espacial Hubble es una consecuencia para aplicaciones cientificas de sus primeros modelos.

Con un peso al despegue que se estima entre las 13 y las 17 toneladas, los KH-11 se colocan a una altitud de entre 545 y 800 kilómetros. Su apariencia externa es muy semejante a la del Hubble, pero están orientados hacia la Tierra y no hacia el Universo. Se estima que su resolución en los espectros visible e infrarrojo es inferior a los 20 centímetros, ya que se le compara con el citado telescopio, del que se poseen datos fiables. Fabricados por la corporación Lockheed Martin, el último en ser colocado en órbita fue el USA-314, en abril de 2021. 

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Pero los KH-11 no pueden ver la superficie terrestre en presencia de nubes. Para eso están los satélites radar de apertura sintética (SAR), que pueden ver detalles casi inapreciables de las infraestructuras militares y de los sistemas de armas. El más reciente enviado al espacio es el USA-281, cuyo nombre oficial codificado es Topaz 5, en órbita desde el 12 de enero de 2018. Envuelto en el máximo secreto, es conocido que su radar dispone de una gran antena capaz de obtener imágenes espectrales con una resolución inferior a los 50 centímetros. Fabricados por Boeing, están situados a una altura aproximada de 1.100 kilómetros.

Escuchando y descifrando las comunicaciones 

La NRO también cuenta con toda una panoplia de ingenios para conseguir inteligencia electromagnética, los llamados ELINT (ELectronic INTelligence), y los de señales, los SIGINT (SIGnals INTelligence), encargados de escrutar, interferir o descifrar las comunicaciones. Entre los dedicados a misiones SIGINT está la familia Orion ‒también conocida como Mentor‒, fabricados por Northrop Grumman. El último en ser colocado en órbita geoestacionaria a 36.000 kilómetros de altura fue el USA-311, que despegó el 11 de diciembre de 2020. 

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Otros SIGINT son los Trumpet, familia de la que existen al menos tres generaciones de plataformas. Fabricados por Boeing y con un peso de entre 3,9 y 4,5 toneladas, disponen de antenas de grandes dimensiones orientadas hacia la tierra e instrumentos para captar señales electromagnéticas. El último en ser posicionado a 36.000 kilómetros de altura fue el USA-278, que despegó el 24 de septiembre de 2017 con sensores infrarrojos de alerta temprana SBIRS HEO-3 de muy alta sensibilidad para detectar el disparo de misiles balísticos.

Para cumplir misiones ELINT están los Intruder, de unas 3,2 toneladas y situados a 1.100 kilómetros de altura. Su labor prioritaria es localizar y seguir a los barcos de guerra y a los submarinos en inmersión a través de sus emisiones codificadas de radio. Su lanzamiento se realiza por parejas y los últimos fueron los dos USA-274A y B, el 1 de marzo de 2017.  

En el ámbito europeo, las Fuerzas Armadas alemanas ‒la Bundeswehr‒, poseen cinco veteranos satélites radar SAR denominados SAR-Lupe, del fabricante nacional OHB. De casi 800 kilos de peso, fueron puestos en órbita uno tras otro a unos 500 kilometros de altura entre diciembre de 2006 y julio de 2008, pero la mayoría ya están fuera de servicio. A partir del presente año van a ser relevados por tres ejemplares de la nueva familia SARah, de 1.800 kilos y mucha mejor resolución. 

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Italia y España también se han inclinado por los satélites radar SAR. El Gobierno de Roma está en pleno proceso de renovar su flota de cuatro COSMO-SkyMed en banda X, de 1.900 kilos, en órbita a 619 kilometros de altura y lanzados entre junio de 2007 y noviembre de 2010. Les sustituyen los COSMO-SkyMed NG, de 2,2 toneladas, dos de ellos ya están posicionados en el espacio, el segundo el 31 de enero del presente año. El español es el Paz, de 1,4 toneladas, propiedad de la compañía Hsidesat y emplazado en febrero de 2018 a 514 kilometros de altura. Presta servicios exclusivos al Ministerio de Defensa, aportando un elevado volumen de imagenes al Estado Mayor de la Defensa. 

Francia ha descartado la tecnología radar y ha apostado por llevar la electro-óptica de alta precisión a sus ultimas consecuencias. A finales de 2021 ha dado de baja sus satélites Helios 2 que compartía con Belgica, Italia, Grecia y España y los ha reemplazado por una pareja de los llamados CSO, de los que queda por colocar en órbita un tercero que financia Alemania. París es el único Gobierno de la Unión Europea que dispone de satélites de inteligencia de señales (SIGINT). Hace poco más de tres meses ‒el 16 de noviembre‒ tres plataformas denominadas CERES, cada una de 445 kilos, fueron enviadas a 670 kilometros para captar y analizar el tráfico de telecomunicaciones de integrés para el presidente Emmanuel Macron.
 

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