Trump y Putin pactan el final de la Estación Espacial Internacional con Europa como espectador

Los jefes de la NASA y Roscosmos acuerdan desorbitar y destruir la ISS en 2030 y que sus restos acaben en el fondo del Pacífico
En las últimas semanas se han enfriado las relaciones personales entre Donald Trump y Vladimir Putin, pero ambos mandatarios están de acuerdo en acabar con la ISS. La imagen es de su encuentro en Helsinki en julio de 2018 - PHOTO/Kremlin
En las últimas semanas se han enfriado las relaciones personales entre Donald Trump y Vladimir Putin, pero ambos mandatarios están de acuerdo en acabar con la ISS. La imagen es de su encuentro en Helsinki en julio de 2018 - PHOTO/Kremlin
  1. Desacuerdos en la Tierra, cooperación en órbita
  2. Lo que se quiere para después de la ISS 

Los presidentes Trump y Putin han dado su visto bueno a la propuesta que les han formulado los mandamases de sus respectivas agencias espaciales: desorbitar y dejar caer sobre la Tierra en 2030 la Estación Espacial Internacional y hundir sus restos en las profundas aguas de mitad del océano Pacífico.

La decisión conlleva finiquitar dentro de unos cinco años la mayor iniciativa de cooperación espacial de todos los tiempos. Supone acabar con tres décadas de colaboración efectiva ininterrumpida entre la Agencia Nacional de la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos, la NASA, y su homóloga de Rusia, Roscosmos. 

El proyecto goza del gran mérito de haber superado los enfrentamientos y graves tensiones entre Washington y Moscú, e incluso las sanciones y represalias impuestas por una y otra parte a raíz de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. Ha sido posible gracias a priorizar las investigaciones a bordo de la ISS y la supervivencia de las tripulaciones conjuntas de cosmonautas rusos y astronautas norteamericanos y de terceros países, muchos de ellos europeos.

A pesar de las serias tensiones entre Washington y Moscú, Roscosmos y la NASA han sabido priorizar la supervivencia de las tripulaciones y las investigaciones de rusos y norteamericanos en órbita - PHOTO/NASA-Roscosmos
A pesar de las serias tensiones entre Washington y Moscú, Roscosmos y la NASA han sabido priorizar la supervivencia de las tripulaciones y las investigaciones de rusos y norteamericanos en órbita - PHOTO/NASA-Roscosmos

El pacto alcanzado, por el momento verbal, entre los máximos responsables de la NASA y Roscosmos, tras ocho años sin encuentros cara a cara ‒desde octubre de 2018‒, revalida que ambas agencias van a continuar liderando, gobernando y utilizando de manera conjunta y segura hasta 2030 la Estación Espacial Internacional, ISS, por su acrónimo en inglés. El fin de su vida operativa estaba programado para 2024 y aunque sus infraestructuras se han mejorado, algunos módulos del complejo orbital muestran signos de fatiga.

Lo convenido entre el recién nombrado administrador interino de la NASA, el político republicano y presentador de televisión Sean Duffy, de 53 años ‒que conjuga su nueva función con la de secretario de Transportes, cargo que asumió en enero de 2025‒, es el principal resultado de la visita a Estados Unidos de finales de julio de una pequeña delegación de altos cargos de Roscosmos, capitaneada por su director general desde hace seis meses, Dimitri Bakanov, de 39 años.

El recién nombrado administrador interino de la NASA, Sean Duffy, también secretario de Transportes de Trump, es el primero desde hace ocho años que se reúne con su equivalente ruso, Dimitri Bakanov - PHOTO/NASA-Bill Ingalls
El recién nombrado administrador interino de la NASA, Sean Duffy, también secretario de Transportes de Trump, es el primero desde hace ocho años que se reúne con su equivalente ruso, Dimitri Bakanov - PHOTO/NASA-Bill Ingalls

Desacuerdos en la Tierra, cooperación en órbita

El jefe de la Agencia Espacial de Rusia fue invitado a una “visita de trabajo” ‒tal y como la ha calificado la NASA‒, para presenciar desde el Centro Espacial Kennedy de Florida el lanzamiento hacia la ISS de la cápsula tripulada Dragón Crew-11 en un cohete Falcón 9 de la compañía SpaceX de Elon Musk. En la misión Crew-11 que despegó el 1 de agosto viajaban cuatro pasajeros, que ya se encuentran a bordo de la ISS, uno de los cuales es el cosmonauta Igor Platonov, teniente coronel de la Fuerza Aérea de Rusia 

Con la luz verde de la Casa Blanca y del Kremlin, Duffy y Bakanov han pactado que las investigaciones, ensayos y experimentos de las tripulaciones a bordo de la ISS continuarán “al menos hasta 2028”, y que rusos y norteamericanos “trabajarán de forma conjunta durante unos dos años en definir el perfil para su desorbitación en 2030”, ha afirmado el jefe de las actividades espaciales de Rusia.

Por su parte, Sean Duffy ha dejado constancia de que Estados Unidos y Rusia “tenemos desacuerdos y conflictos aquí, pero encontramos puntos de colaboración en la ISS y no desperdiciamos esas relaciones”.

Desorbitar y destruir el complejo orbital se ha acordado para 2030, pero permanecerá en servicio y con tripulaciones a bordo al menos hasta 2028. En imagen, simulación de la reentrada de un vehículo de carga ATV - PHOTO/ESA-David Ducros
Desorbitar y destruir el complejo orbital se ha acordado para 2030, pero permanecerá en servicio y con tripulaciones a bordo al menos hasta 2028. En imagen, simulación de la reentrada de un vehículo de carga ATV - PHOTO/ESA-David Ducros

Bakanov ha permanecido desde el 30 de julio y por espacio de tres días en suelo norteamericano junto otros tres altos directivos de Roscosmos. Uno de sus acompañantes ha sido el director de Programas Tripulados y, desde mayo pasado, representante especial del presidente Putin para la Cooperación Espacial Internacional, el veterano cosmonauta Sergei Krikalev, de 66 años, que suma seis vuelos espaciales, totaliza 803 días en órbita y más de 41 horas de trabajos en el espacio exterior.

Durante su corta estancia en Estados Unidos y antes de volar a Cabo Cañaveral para presenciar el despegue de la misión Crew-11, la reducida delegación rusa capitaneada por Bakanov ha visitado el Centro Espacial Johnson, donde se entrenan los astronautas y cosmonautas ‒ahora hay tres rusos‒ que tienen programado viajar a la ISS. También han conocido el Centro de Control de Misiones Tripuladas de la NASA, ambas instalaciones en Houston, Texas. 

El director de Roscosmos, Dimitri Bakanov (derecha) y el representante de Putin para la cooperación espacial, Sergei Krikalev, conversaron con los pasajeros de la misión Crew-11 durante su cuarentena antes del despegue - PHOTO/Roscosmos
El director de Roscosmos, Dimitri Bakanov (derecha) y el representante de Putin para la cooperación espacial, Sergei Krikalev, conversaron con los pasajeros de la misión Crew-11 durante su cuarentena antes del despegue - PHOTO/Roscosmos

Lo que se quiere para después de la ISS 

Bakanov y sus séquito aprovecharon para reunirse con el equipo de técnicos espaciales que Roscosmos tiene desplazado en el Centro de Control de Houston, quienes mantienen el enlace oficial con su equivalente ruso localizado en las inmediaciones de Moscú (TsOuP).

Tanto el Centro de Control de Vuelos de Houston como el de Moscú colaboran y comparten la supervisión de la seguridad, habitabilidad y condiciones de trabajo de los tripulantes a bordo de la ISS. Posicionada a una altura promedio de unos 400 kilómetros, un centro está a cargo de las infraestructuras norteamericanas y el otro de las rusas. 

De cara a más allá de 2030, la NASA está volcada en apoyar y sacar adelante una o varias iniciativas de estaciones espaciales comerciales en órbita baja, para lo que se ha asociado con empresas como Axiom Space, Blue Origin y Voyager Technologies. La agencia federal quiere volcar en los nuevos complejos orbitales privados algunas de las capacidades de investigación que se perderán con la desaparición de la ISS, en especial ensayos para compañías farmacéuticas.

La delegación rusa presidida por Bakanov tuvo ocasión de conocer el Centro de Control de Misiones Tripuladas de la NASA en Houston (Texas) y recibir explicaciones de las funciones y capacidades del director de vuelo - PHOTO/Roscosmos
La delegación rusa presidida por Bakanov tuvo ocasión de conocer el Centro de Control de Misiones Tripuladas de la NASA en Houston (Texas) y recibir explicaciones de las funciones y capacidades del director de vuelo - PHOTO/Roscosmos

Todo apunta a que la Agencia norteamericana será un buen cliente de las estaciones espaciales privadas también. La NASA necesita un lugar en el que tener astronautas posicionados en la órbita baja terrestre, puesto que sus esfuerzos se dirigen a volver a pisar la Luna y después encaminarse hacia Marte. Por parte de Rusia, el presidente Putin pretende contar con su propia estación espacial ROS, cuya construcción debería comenzar a finales de 2027 y estar completada en 2033.

La ISS es el resultado de un acuerdo intergubernamental liderado por Estados Unidos. Suscrito el 29 de enero de 1998 durante el mandato del presidente Bill Clinton, la participación de la NASA en el proyecto en cuanto a infraestructuras, recursos y financiación para su explotación se sitúa en el entorno del 76,6 por ciento de los costes totales, por lo que la Agencia espacial ahora en manos de Trump ejerce una supremacía absoluta en cuanto a capacidad de decisión sobre el complejo orbital.

La visita de Bakanov se hizo coincidir con el despegue de la misión Crew-11, con el ruso Oleg Platonov, primero de azul por la izquierda. En la ISS posa con la Expedición 73: tres rusos, tres norteamericanos y un japonés - PHOTO/NASA-@Astro_Ayers
La visita de Bakanov se hizo coincidir con el despegue de la misión Crew-11, con el ruso Oleg Platonov, primero de azul por la izquierda. En la ISS posa con la Expedición 73: tres rusos, tres norteamericanos y un japonés - PHOTO/NASA-@Astro_Ayers

El segundo contribuyente en importancia es Rusia, que aporta alrededor del 12 por ciento, principalmente en infraestructuras y vectores de transporte espacial de ida y regreso de tripulaciones. Los otros tres socios de la ISS tienen una participación minoritaria en el proyecto. Una es la Agencia Espacial Europea (ESA), de la que diez naciones ‒entre ellas España‒ se reparten sufragar alrededor del 8,3 por ciento de su aportación. Las otras dos son la agencia de Japón (JAXA), que contribuye con el 2,8 de los costes, y la de Canadá (CSA), que aporta el 0,3.