Rusia busca socios para su complejo orbital durante el salón aeroespacial de Dubái
El Salón Aeroespacial Internacional de Dubái ha sido el escenario elegido por Vladimir Putin para dar a conocer su futuro complejo orbital habitado y dejar constancia que está abierto a la participación de terceros países.
La agencia espacial de Rusia, Roscosmos, y su director general, Yuri Borisov, buscan la participación en la iniciativa de naciones árabes, africanas y asiáticas, en especial de Turquía y de los autodenominados BRICS: Brasil, China, India y Sudáfrica. Y, por supuesto, de algunos de los seis nuevos miembros que accederán al club a partir del 1 de enero de 2024: Arabia Saudí, Argentina, Egipto, Etiopía, Irán y la Unión de Emiratos Árabes.
El nuevo complejo ha sido bautizado Complejo Orbital Ruso o ROS ‒acrónimo del ruso Rossiyskaya Orbitalnaya Stantsya‒, y es el gran proyecto que Roscosmos quiere desplegar en el espacio para finales de la presente década. En concreto, ocurrirá muy poco antes de que hacía finales de la década sea retirada de servicio la Estación Espacial Internacional (ISS), programa que comparte con Estados Unidos, Canadá, Japón y Europa.
Washington contempla el cese de actividades y la consiguiente desaparición de la ISS en el entorno de 2030 y se ha inclinado por favorecer las estaciones espaciales privadas de uso comercial. ¿Qué va a hacer Moscú? Pues llevar a cabo algo parecido en su ámbito de influencia, y conseguir que ROS ofrezca continuidad a la presencia de sus cosmonautas en el espacio. Pero no le está resultando fácil.
Inmersa en la guerra en Ucrania que ya se prolonga más de 30 meses y con gran parte del esfuerzo inversor del Kremlin volcado en su industria de defensa, la construcción de un complejo orbital de propiedad exclusiva de Rusia se ha convertido en una iniciativa titánica. Es por ello que el presidente Putin aspira a contar con la cooperación y contribución financiera de terceros países.
Una estación espacial concebida para una larga vida
Para captar la atención de todas aquellas naciones que apuestan por tener algo que decir en el espacio ultraterrestre, Rusia ha expuesto del 13 al 18 de noviembre en su pabellón nacional del salón de Dubái un modelo a escala de ROS. De diseño modular y mucho más pequeño que la ISS, su construcción en la órbita baja de la Tierra también exige poner a punto toda una nueva y costosa arquitectura.
La responsabilidad sobre la nueva estación espacial recae en la corporación industrial estatal Energía, cuyo director es también es el diseñador general de complejos espaciales tripulados de Rusia, el excosmonauta Vladimir Solovyov. La materialización del proyecto está confiado al ingeniero general Vladimir Kozhevnikov, quien desea poner en órbita el primero de los cuatro módulos de ROS “a finales de 2027”.
Para emplazarlos allá arriba y conjuntarlos, la industria espacial rusa hace años que tiene en desarrollo la familia de lanzadores Angara. Ascenderán en el pesado cohete Angara A5, cuyo diseño preliminar ya ha superado las revisiones técnicas. Volará al espacio desde el nuevo cosmódromo siberiano de Vostochny, donde se están levantando las torres para su despegue y las instalaciones imprescindibles en tierra.
Los cosmonautas efectuarán sus viajes de ida y vuelta en las nuevas cápsulas tripuladas Orel, con capacidad para dos personas y sustitutas de las veteranas Soyuz. Pero, a diferencia de la ISS, la nueva estación espacial “no estará habitada de forma permanente”, recalca el jefe de Roscosmos. El director de Ciencia y Programas Avanzados de Roscosmos, Alexander Bloshenko, ha precisado que el primer vuelo de Orel “se retrasa a 2029” lo que acredita las dificultades por las que atraviesa el tejido espacial industrial ruso.
El jefe de los programas espaciales tripulados de Roscosmos, el también excosmonauta Sergei Krikaliov, destaca que ROS va a aprovechar “lo mejor de lo que hicimos en la Mir y lo mejor de lo que existe en la ISS”. Como el complejo orbital es modular y podrá reconfigurarse, Krikaliov avanza que la vida útil de ROS será “prácticamente ilimitada”. Sin embargo, Solovyov matiza que será del orden “de 50 años”.
La ISS cumple un cuarto de siglo en órbita
Las novedades en relación con ROS surgen cuando se acaba de cumplir un cuarto de siglo del inició de la construcción en el espacio de la ISS, que ocurrió durante el mandato del presidente Boris Yeltsin, en pleno caos económico y político tras el derrumbe en 1991 de la Unión Soviética. La puesta en órbita del módulo ruso Zarya, tuvo lugar el 20 de noviembre de 1998 desde el cosmódromo de Baikonur en un lanzador Protón.
Pocos días después, el 7 de diciembre, se le acopló el pequeño módulo norteamericano Unity, que fue trasladado por la misión STS-88 del transbordador espacial Endeavour. En la Casa Blanca estaba Bill Clinton, que ayudaba a Rusia a financiar su parte del proyecto. Daba comienzo el montaje de la mayor estructura jamás creada por los seres humanos a menos de 400 kilómetros de la Tierra.
El proyecto sigue en marcha con la participación de 15 países: Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y los europeos Bélgica, Gran Bretaña, Alemania, Dinamarca, España, Italia, Países Bajos, Noruega, Francia, Suiza y Suecia a través de la Agencia Espacial Europea (ESA). Su construcción y funcionamiento hasta hoy ha exigido 275 lanzamientos al espacio.
Por la ISS han pasado 273 hombres y mujeres de 21 naciones, en su mayoría norteamericanos (165) y rusos (59). También japoneses (11), canadienses (9), italianos (5), franceses y alemanes (4 cada país), así como dos ciudadanos de Arabia Saudí y otros dos de Emiratos.
Otros países han enviado a uno de sus nacionales. Es el caso de España (Pedro Duque), Bélgica Brasil, Corea, Dinamarca, Israel, Kazajistán, Malasia, Países Bajos, Reino Unido, Sudáfrica y Suecia. En la actualidad, a bordo de la ISS está la expedición número 70, formada por tres rusos, dos norteamericanos, un japonés y un danés, que llevan a cabo investigaciones y experimentos científicos.
La ISS está conformada por dos partes diferenciadas. La mayor es la liderada por Estados Unidos, compuesta por el laboratorio Destiny, el módulo europeo Columbus, el polivalente Leonardo, el japonés Kibo, la esclusa Quest, el observatorio Cupola, los pequeños módulos ‒nodos‒ Unity, Harmony y Tranquility y el módulo inflable BEAM. En la parte rusa están los módulos Zarya ‒proporciona energía eléctrica, propulsión y guiado‒ y Zvezda ‒servicios y soporte vital‒, el laboratorio Nauka, los más pequeños de investigación Poisk y Rassvet y el nodo Prichal.