El sistema de alerta contra misiles de Estados Unidos que protege a Israel de Irán
Las altas autoridades políticas y militares de Irán han querido que su ataque sobre Israel tuviera el mínimo de consecuencias posible. Y así ha sido.
Los dirigentes persas han tenido especial interés en que la Casa Blanca, la Fuerza de Defensa de Israel (IDF), algunas naciones de Oriente Medio y China, su principal aliado, supieran de antemano la fecha e incluso la hora de una acción de represalia que se puede calificar “para consumo interno” de su población.
En Teherán conocen a la perfección que Washington cuenta con una constelación espacial que abarca todo el planeta, dedicada a vigilar los lugares desde los que se pueden disparar misiles de largo y medio alcance desde tierra o el mar. Si ocurre, sofisticados satélites localizan el punto exacto del lanzamiento, siguen su trayectoria y emiten una alerta temprana para activar el sistema de defensa antimisil que debe provocar su derribo.
Es el Sistema de Infrarrojos Basado en el Espacio o SBIRS ‒acrónimo del inglés Space-Based InfraRed System. La constelación inicial de seis satélites comenzó su despliegue en 2006 y se amplió con una segunda también de seis en 2011. En la actualidad se tiene conocimiento que cuatro están ubicados en órbita geoestacionaria a 36.000 kilómetros de la Tierra y otros dos en posiciones más bajas, para proporcionar cobertura periódica sobre cualquier punto de la Tierra.
Un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) ha valorado que el coste total del SBIRS se sitúa en torno a los 20.000 millones de dólares. Su contratista principal y mayor beneficiario es la gran corporación industrial Lockheed Martin. Pero los sofisticados sensores infrarrojos, que son la esencia del sistema, son obra de Northrop Grumman, otro gigante de la industria electrónica, aeroespacial y de defensa norteamericana.
Las radiaciones infrarrojas de la propulsión
Los citados sensores son extremadamente sensibles y, en consecuencia, su desarrollo y fabricación está envuelta en el máximo secreto. Pero se sabe que el que podría denominarse “olfato electrónico” de los SBIRS es pasivo. Su capacidad de husmear sólo se activa cuando detectan emisiones en el espectro infrarrojo, una vez que se produce el disparo del misil, que es cuando los técnicos de los escuadrones de vigilancia detectan el punto de lanzamiento.
Los satélites localizados a 36.000 kilómetros cuentan con dos telescopios, ambos en la banda de las radiaciones infrarrojas. Uno se utiliza para explorar extensas áreas y se dedica a barrer con su escáner amplias franjas de terreno. El otro, de mayor sensibilidad, se orienta hacia zonas de menor tamaño, para detectar con precisión la firma infrarroja del lanzamiento de misiles y cohetes balísticos.
A raíz del anticipado ataque de Irán contra Israel, el Centro de Alerta de Misiles ha mantenido un estrecho contacto con “analistas de diferentes agencias de inteligencia norteamericanas y con el Departamento de Defensa”, confirman fuentes del Mando Espacial. “Los satélites se reposicionaron en órbita para obtener una cobertura óptima de la región y cubrir Irán y todos los territorios alrededor del Estado de Israel”.
La jornada del ataque, la noche del 13 al 14 de abril, los escuadrones de vigilancia detectaron las firmas infrarrojas de las llamaradas de los motores de propulsión de los misiles iraníes, con lo que pudieron interpretar e identificar sus características, velocidad, trayectoria, objetivo final y, en suma, valorar el grado de amenaza.
Todos los datos y análisis se volcaron sobre el Centro de Alerta de Misiles, localizado en el Centro de Operaciones Conjuntas del Mando Espacial de Estados Unidos, situado en el interior de la montaña Cheyenne, en Colorado Springs, estado de Colorado. Está atendido por personal civil y militar del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, los Marines y la Fuerza Espacial, con la presencia de militares de Canadá.
Derribados la inmensa mayoría de misiles y drones
Los equipamientos instalados en el Centro de Alerta fusionaron los datos de los satélites SBIRS con los procedentes de sensores terrestres. El conjunto cuenta con capacidad para geolocalizar el origen de las señales de interferencia que intentan ocultar lanzamientos de misiles balísticos.
Con la máxima premura se evaluó el grado de riesgo de cada ataque de misil, cuyo tiempo de vuelo llega incluso a ser inferior a los seis minutos. Y la información se retrasmitió al jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Israel, el teniente general Herzi Halevi, para mejorar la eficiencia de su sistema de defensa aérea.
Según su portavoz, el general de Brigada Daniel Hagari, el número de misiles balísticos lanzados por Irán y sus aliados fue de “aproximadamente 120, pero pocos penetraron en territorio judío”. El de misiles crucero fue de “alrededor de una treintena, pero ninguno entró en Israel” y el de drones alcanzó una cifra en torno a los 170, pero “ni uno solo alcanzó el espacio aéreo israelí”.
Los datos facilitados el 14 de abril por el general Hagari estiman que el sistema radar y los misiles MIM-104 Patriot que integran la Cúpula de Hierro, los cazas de combate de Israel Unidos, los misiles antimisil Arrow 2 y Arrow 3, “junto con sus socios internacionales” interceptaron y derribaron “el 99% de las amenazas aéreas”.
En un extenso comunicado del presidente Ebrahim Raisi tras la incursión, no da cuenta de su resultado. Tan solo precisa que Irán “ha atacado objetivos militares pertenecientes al régimen ocupante sionista en los territorios de Palestina”. Lo justifica como “respuesta a las acciones agresivas del régimen sionista contra los objetivos e intereses de Irán, especialmente el ataque militar del 1 de abril contra nuestra embajada en Damasco”.
El ministro de Asuntos Exteriores, Husein Amirabdollahian, en un escueto comunicado en la red social X, afirma que tras ejercer el “derecho de legítima defensa” y demostrar el “enfoque responsable del Irán respecto de la paz y la seguridad regionales e internacionales”, Irán “no tiene intención de continuar con las operaciones defensivas pero, si es necesario, no dudará en proteger sus intereses legítimos ante cualquier nueva agresión”. Benjamín Netanyahu tiene ahora la palabra. Pero tanto él como el presidente estadounidense Joe Biden y los líderes mundiales saben que se está jugando con fuego.