Erdogan y Fidan se reúnen con el nuevo ministro de Exteriores chino en un ambiente de desconfianza
China ha llevado a cabo su primera reunión con un país de la OTAN desde que la organización acusase al país de Xi Jinping de “esforzarse por subvertir el orden internacional basado en reglas, incluso en los dominios espacial, cibernético y marítimo”, según el comunicado emitido tras la cumbre de Vilna. En esta ocasión, ha sido el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, que ha tomado recientemente el relevo del desaparecido hace un mes Qin Gang, quien ha viajado a Turquía para reunirse con su homólogo Hakan Fidan y con el presidente Recep Tayyip Erdogan.
El objetivo de este encuentro era mejorar las relaciones bilaterales entre ambos países, según la presidencia otomana. Erdogan expresó la voluntad de su país de celebrar la primera reunión del Grupo de Trabajo de Alto Nivel, creado para “alinear la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China con el proyecto del Corredor Medio de Turquía”. La idea de este proyecto pasa por utilizar la cuenca del mar Caspio para conectar la frontera oriental turca con los países vecinos.
Entre los temas que se trataron destaca la cooperación en sectores como la energía nuclear, la agricultura, la aviación civil, la cultura y el turismo. Y es que para Turquía es de extrema necesidad encontrar socios que le ayuden a superar la difícil situación económica que lleva tiempo atravesando el país. De ahí que el presidente haya querido tomar distancia respecto al comunicado emitido por la Alianza Atlántica a la que pertenece su país.
Aunque ya en su momento, Erdogan mostró una cara más conciliadora con Pekín: “En un momento en que los riesgos de seguridad global están aumentando, es natural avanzar en la cooperación integral y el diálogo político con nuestros socios en la región de Asia y el Pacífico, tanto a nivel bilateral como a través de la OTAN”. También aseguró que “durante la reunión, enfaticé particularmente que estos lazos deben fortalecerse sin apuntar a un tercer país”, en referencia a China.
Sin embargo, los observadores creen que las buenas palabras de Erdogan podrían no ser suficiente para establecer unas consolidadas relaciones con China. El motivo viene de años atrás, cuando el presidente tildó de genocidio la acción china contra la minoría turca uigur en el año 2009. Y es que a pesar de que, tras esas duras declaraciones, las relaciones entre Turquía y China fueron creciendo paulatinamente, algunos expertos no confían en que esas desavenencias históricas están aún listas para superarse.
En Pekín no ven aún una relación de confianza plena. Así lo cree Soner Cagaptay, director del Programa de Investigación de Turquía en el Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente, en unas declaraciones el medio Al-Monitor, en las que asegura que “lo que se encuentra en el centro de ese problema [falta de confianza] son los lazos profundos e históricos de Turquía con la diáspora uigur y, por supuesto, con los uigures en la propia China”.
Si algo está claro es que Turquía, más allá de problemas históricos con el gigante asiático, está inmerso en una exhaustiva búsqueda de socios económicos, algo que tampoco están tratando de esconder. Las recientes visitas a los países del Golfo son una muestra más de tanto de las intenciones otomanas como de la necesidad de recibir ingresos de forma urgente. A su llegada a Arabia Saudí, Erdogan afirmó que su gira por Oriente Medio tenía el objetivo de aumentar “la inversión conjunta y las actividades comerciales con estos países”.
Ahora espera sumar a China a este elenco de países en los que espera apoyarse para paliar la dura situación económica que golpea su país. No obstante, no parece que la tarea vaya a resultar sencilla, a pesar de los esfuerzos turcos de desmarcarse de la confrontación de la OTAN con China.