Erdogan impulsa un nuevo proyecto de Constitución que aborda el futuro político de Turquía
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, anunció que ha encargado a un grupo de diez expertos legales la redacción de una nueva Constitución para el país otomano. Una que represente a los civiles y las ambiciones contemporáneas. Ha argumentado que se deben romper definitivamente los vínculos con el golpe militar de 1980 de Kenan Evren, y representar los valores democráticos y civiles del país. No obstante, esto ha generado un intenso debate donde los críticos y la oposición argumentan que puede tratarse de una estrategia para perpetuarse en el poder y optar a otra reelección que es imposible con la normativa presente tras el fin de su mandato en 2028, a pesar de que Erdogan ha proclamado que no se presentará para un tercer mandato.
Esto ocurre en el marco del centenario de la República de Turquía y ante críticas que destacan los tintes autoritarios acrecentados con los años del Gobierno de Erdogan. Asimismo, también ocurre dos meses después del arresto y encarcelamiento por corrupción del popular rival político de Erdogan, alcalde de Estambul y posible aspirante para la presidencia, Ekrem Imamoglu, y las consecuentes manifestaciones generalizadas que exigían la liberación de Imamoglu. La detención causó que se discutieran las posibles motivaciones políticas detrás de la continua eliminación de opositores, que se criticara la imparcialidad de los poderes, y que se extendiera la alarma por un posible retroceso democrático de Turquía.
Erdogan se ha mantenido de manera estable en el poder durante dos décadas, desde su época como primer ministro a su subida a la Presidencia del país. En el poder ha ampliado sus poderes presidenciales y ha centralizado el poder ejecutivo, de ahí las dudas a sus afirmaciones y las desconfianzas de sus intenciones a largo plazo.
Erdogan ha respondido ante los cuestionamientos que se esconden detrás de esta nueva Constitución, que está lejos de ser una iniciativa para su partido y aliados y que lo es para el país. También afirma que la Constitución turca promulgada en 1982 está obsoleta y que una renovación serviría como una herramienta que consolidaría la representación de modernidad del país euroasiático, así como su marco legal. Así pues, otra de las razones detrás de este trascendental proyecto es que Erdogan afirma que las modificaciones realizadas son insuficientes para destruir la influencia militar que tiene la redacción de la Constitución, aunque los primeros cuatro artículos no se verán modificados porque constituyen la identidad de la República y del pueblo turco.
Este esfuerzo también es visto como un intento de buscar apoyos en los partidos, tomando en cuenta lo erosionados que se encuentran tras las últimas elecciones y que además son necesarios para promulgar una nueva Carta Magna. En especial, el obtener un apoyo de un partido pro-kurdo, como el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) o su sucesor, suavizaría su postura ante el conflicto interno con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), grupo militante por la autonomía y derechos del pueblo kurdo que recientemente anunció su disolución y desarme tras cuatro décadas en activo. Esta es una característica que los partidarios de la reforma creen que hace que el clima político sea el idóneo para iniciar este camino, sumado a la aparente estabilidad de la cuestión siria que impactaba a la región.
Se visualiza esta medida como una oportunidad para pasar a un sistema político más estable y minimizar los conflictos ideológicos, aunque requerirá de una coordinación en el debate político alejado de las disputas partidistas. Precisamente, la oposición ha afirmado que solo participará si se crea un entorno transparente y participativo. Además, se han añadido temáticas que se quieren ver consagradas en la nueva Constitución, como lo son los derechos de las mujeres y la pluralidad de etnias, a destacar la identidad kurda.
Indudablemente, romper con el legado militar si es un intento sincero podría tratarse de un momento histórico. Asimismo, este proyecto nacional podría significar la reestructuración política más importante de la historia de la nación en décadas o actuar como un medio que profundice la polarización política y civil del Estado turco. Finalmente, se puede alzar el sistema defendido por Erdogan, o terminarse de socavar el futuro de la democracia turca. El escepticismo ante estos sucesos se mantiene.