Uno de los primeros pasos será el retorno de los embajadores tanto a Moscú como a Washington

Estados Unidos y Rusia escenifican el deshielo en sus relaciones

AP/PATRICK SEMANSKY - El presidente Joe Biden y el presidente ruso Vladimir Putin, llegan para reunirse en la 'Villa la Grange', el miércoles 16 de junio de 2021, en Ginebra, Suiza

Ginebra se ha blindado durante la jornada de hoy para acoger la cumbre bilateral entre Estados Unidos y Rusia. El presidente estadounidense, Joe Biden, llegaba a Suiza después de una incesante gira europea donde ha insistido en la amenaza que supone el auge de China, así como los desafíos para la seguridad que representa Rusia, sobre todo, en el ámbito de la ciberseguridad. Una cita de marcada importancia por el momento de tensión entre ambos países, donde las relaciones diplomáticas pasan por sus momentos más bajos.

El mandatario ruso, Vladimir Putin, ya adelantaba que albergaba pocas esperanzas en este encuentro que supone la primera toma de contacto entre ambos líderes desde que Joe Biden llegará a la Casa Blanca el pasado 20 de enero. Joe Biden y Vladimir Putin son viejos conocidos, y ya coincidieron durante la Administración Obama cuando Putin era primer ministro. Su relación nunca ha sido muy fluida, es más, durante un encuentro bajo el Ejecutivo de Obama en 2011, Joe Biden que ostentaba el cargo de vicepresidente llegó a decir al presidente ruso que “no tenía alma” a lo que Putin respondió “entonces nos entenderemos”.

Poco ha cambiado ahora que Joe Biden es presidente, y es que el pasado mes de marzo, durante una entrevista al ser preguntado si pensaba que Putin era un asesino, Biden respondió “Sí” de manera categórica. Con toda esta historia detrás, ambos mandatarios se disponían a tener su primer cara a cara, en un viaje que representa el primero al extranjero para el presidente ruso desde que se iniciará la pandemia. Vladimir Putin llegaba puntual a la Villa La Grange de Ginebra para su encuentro con su homólogo estadounidense que ha aparecido instantes después. Ambos mandatarios se han saludado con un apretón de manos dando por iniciada la cumbre.

Sobre la mesa demasiados temas espinosos: Ucrania, Bielorrusia, las maniobras rusas en el Ártico, el encarcelamiento del opositor Alexei Navalny, los ciberataques y la interferencia rusa en las elecciones de 2016 y 2020, entre muchas otras cuestiones. Con tantos asuntos que debatir el encuentro se ha prolongado durante cerca de cuatro horas, una vez concluida la cumbre el primero en hablar ha sido el presidente ruso, Vladimir Putin, quien ha valorado positivamente el diálogo con Biden. En esta ocasión, ya se anunciaba, que no iba a producirse una declaración conjunta y que ambos mandatarios realizarían sus declaraciones de forma separada, un detalle que denota cierta desconfianza entre ambos líderes.

Uno de los principales avances en lo que a las relaciones diplomáticas se refiere es la vuelta de los embajadores de Estados Unidos en Moscú y de Rusia en Washington, John Sullivan y Anatoli Antónov, respectivamente. Las tensiones entre ambos países llegaron a su punto más álgido en marzo tras las acusaciones de “asesino” vertidas por Biden a lo que el Kremlin respondió llamando a consultas a su embajador en el país norteamericano, y recomendó al responsable de la delegación estadounidense que abandonase el país. Estados Unidos, por su parte, impuso sanciones a Rusia y expulsó a diez diplomáticos por su presunta interferencia en las elecciones presidenciales de 2020, así como su supuesto papel en el ciberataque masivo de SolarWinds.

El retorno de los embajadores es síntoma de un deshielo en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, así como un primer paso para el entendimiento mutuo. Sin embargo, Vladimir Putin, no ha querido concretar cómo ni cuándo se producirá, “en cuanto al calendario, mañana o el día después es un puro tecnicismo", ha expresado Putin. Asimismo, una de las principales amenazas de las que se aquejaba el presidente estadounidense, Joe Biden, eran los ciberataques de los que ha acusado a Moscú en múltiples ocasiones, el último obligó a parar el gran oleoducto Colonial de la costa Este, una de las mayores arterías energéticas de Estados Unidos. Por lo que, según ha anunciado el presidente Vladimir Putin, ambos mandatarios han acordado iniciar consultas sobre ciberseguridad.

Por su parte, Joe Biden, durante su intervención ha coincidió con Putin y ha valorado positivamente el encuentro, aunque ha resultado algo más duro en su relato. El presidente estadounidense ha empezado recalcando que “su agenda no es contra Rusia” pero que seguirá defendiendo fervientemente los Derechos Humanos y que “seguirá elevando la voz por casos como el de Alexei Navalny”. Joe Biden encaraba el encuentro para establecer una relación con el Kremlin “estable” y “predecible”.

El presidente estadounidense ha discutido con su homólogo Vladimir Putin todos los temas candentes, desde Ucrania, pasando por Bielorrusia, Afganistán o la desmilitarización del Ártico. Asimismo, Joe Biden ha explicado que era importante reunirse en persona para que se pudieran establecer unas “reglas básicas” en la relación entre ambos países, así como establecer unas líneas rojas que pasan por el ataque a infraestructuras críticas. Joe Biden ha recalcado que ambos líderes han acordado cooperar en temas de estabilidad estratégica. “Estados Unidos está de vuelta, junto a nuestros aliados”, así finalizaba su intervención después de una cumbre de vital importancia ante un escenario de nueva Guerra Fría.

Rusia y Estados Unidos son ya viejos enemigos, y esta cumbre pone de manifiesto la importancia de que exista un entendimiento entre ambos, aunque sea de mínimos. Con este encuentro, Joe Biden, ha vuelto a colocar al Kremlin como superpotencia en un momento en el que su imagen se estaba viendo muy dañada por la fuerte crisis económica que sacude al país. La relación entre ambos países siempre ha estado marcada por sus grandes diferencias a la hora de ejercer su papel como potencia. Esta cumbre supone el fin de una posible ruptura en las relaciones entre ambos, mientras que Estados Unidos coloca a China como su principal competidor, y por lo tanto “enemigo número uno” de Occidente.