Expansión iraní en Siria: control militar y desplazamiento forzado
Irán está consolidando su presencia permanente en el este de Siria, cerca de la frontera con Irak, estableciendo campamentos en áreas densamente vegetadas que ocultan sus actividades y las de sus milicias aliadas. Durante este proceso desplazan a la población local, como se observa en la localidad de Al-Jalaa, en la región de Albukamal.
Como informa el medio Al Arab, las milicias iraníes han replicado en Albukamal la estrategia utilizada en Jurf al-Sakhar, un área agrícola en el norte de Babil, Irak. Jurf al-Sakhar, al igual que Al-Jalaa, fue ocupada por milicias chiitas después de ser liberada del control del Daesh en 2014. La población suní local fue desplazada y se les impide regresar, convirtiendo la zona en un centro de almacenamiento de armas.
Actualmente, las fuerzas del gobierno sirio tienen poca influencia en la región de Albukamal, que está bajo el control total de las milicias iraníes. Estas milicias han cerrado áreas previamente recreativas, como los huertos de Al-Jalaa, y las han convertido en sitios militares restringidos, donde los residentes originales no pueden regresar.
Nasser, un residente local, relata cómo los huertos fueron transformados primero por el Daesh y luego por las milicias iraníes en zonas militarizadas, expulsando a los habitantes y estableciendo bases secretas. Tras la expulsión del grupo terrorista en 2019, la esperanza de los residentes de regresar a sus hogares fue frustrada por las milicias iraníes, que continúan impidiendo su retorno y utilizando los huertos para almacenar armas y realizar entrenamientos.
Riyad, un miembro de la Cuarta División de las fuerzas gubernamentales sirias, describe cómo los guardias tienen órdenes estrictas de no llevar teléfonos ni acercarse a las actividades dentro de los huertos. Su tarea principal se trata de proteger los campamentos sin conocer los detalles de lo que ocurre en su interior.
Los campamentos abarcan aproximadamente 50-60 dunams (unos 0.05 kilómetros cuadrados) y están rodeados por varios puestos de guardia. La presencia de armas y elementos no sirios sugiere la existencia de depósitos de armas y posiblemente prisiones secretas dentro de estos huertos. Ibrahim al-Hassan, un activista de la ciudad de Al-Mayadeen en Deir ez-Zor, ha observado la presencia de fuerzas iraníes y milicias en la zona, a pesar de que se levantan banderas del gobierno sirio en los puestos de guardia. Hace un llamamiento a las organizaciones internacionales para que investiguen la situación y permitan el regreso de los residentes desplazados.
Desde 2013, Irán ha estado involucrado en la guerra civil siria, apoyando al régimen de Bashar al-Assad con asesores de la Guardia Revolucionaria y milicias de Irak, Pakistán, Afganistán y el Hezbolá libanés. Aunque inicialmente se esperaba que la ayuda iraní fuera temporal, Irán ha construido una infraestructura militar significativa en varias regiones de Siria, especialmente en el este, sugiriendo una intención de permanencia en la región.
La situación en Al-Jalaa refleja la realidad de Jurf al-Sakhar, ubicada al norte de la gobernación de Babil en Irak, a sesenta kilómetros al sur de Bagdad. Esta área, con una ubicación estratégica que conecta las gobernaciones occidentales, centrales y meridionales de Irak, ha sido objeto de ambiciones iraníes debido a su suelo fértil y vegetación densa. Originalmente habitada por una mayoría suní, Jurf al-Sakhar fue completamente ocupada por milicias chiitas, quienes expulsaron a los residentes y les impidieron regresar después de liberar la zona del control del Daesh en 2014, renombrándola como “Jurf al-Nasr”.
En Jurf al-Sakhar, las milicias han convertido la zona en una base militar restringida, similar a lo que ocurre en Al-Jalaa, donde se han establecido depósitos de armas y se realizan actividades militares ocultas. Estas áreas se han vuelto inaccesibles incluso para las autoridades iraquíes, con estrictas prohibiciones sobre cualquier demanda de retorno de los residentes desplazados. Los huertos de Al-Jalaa, que alguna vez fueron destinos recreativos, ahora son sitios cerrados y militarizados bajo control iraní, restringiendo el acceso y la información sobre las actividades internas.
Ibrahim al-Hassan subraya la necesidad de una intervención internacional para investigar y permitir el retorno de los residentes a sus hogares, incapaces de regresar por el temor a que puedan espiar y documentar las actividades militares iraníes. Esta situación es indicativa de los esfuerzos de Irán para consolidar su influencia en la región, utilizando tácticas similares en Siria e Irak para asegurar corredores estratégicos hacia el Mediterráneo y fortalecer su presencia geopolítica.