Son los primeros comicios desde las manifestaciones de 2022 originadas tras la muerte de Mahsa Amini

Irán celebra elecciones parlamentarias entre protestas, dudas y el control del régimen de los ayatolás

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, camina para hablar después de depositar su voto durante las elecciones parlamentarias y al órgano clerical clave en un colegio electoral en Teherán el 1 de marzo de 2024 – PHOTO/ATTA KENARE/AFP

La República Islámica de Irán celebra elecciones parlamentarias tras muchos meses de protestas y con dudas sobre la participación ciudadana en los comicios. 

  1. Férreo control del régimen de los ayatolás

Son las primeras elecciones parlamentarias desde que comenzasen las fuertes manifestaciones originadas tras la muerte de la joven Mahsa Amini en septiembre de 2022 después de la detención realizada por la Policía de la Moral, que acusó a la joven de llevar mal puesto el velo islámico. 

En torno a 15.000 candidatos aspiran a un escaño en el Parlamento nacional, compuesto por 290 miembros. Los mandatos tienen una duración de cuatro años y cinco escaños están reservados para las minorías religiosas del país. 

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, de 84 años, fue uno de los primeros en votar en unos comicios en los que se eligen también a representantes para la Asamblea de Expertos del país. Los líderes religiosos, que ya cumplen un mandato de ocho años, deben seleccionar un nuevo líder supremo si Jamenei dimite o muere, una cuestión que es relevante ahora teniendo en cuenta la avanzada edad de Jamenei.

Jamenei animó a votar y lanzó un mensaje tanto a seguidores como a enemigos del régimen iraní. “Hagan felices a los amigos y desesperancen a los enemigos”, señaló el líder supremo iraní. 

Líder Supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, observa durante una reunión en la exhibición de logros de la Fuerza Aeroespacial del IRGC en Teherán, Irán, el 19 de noviembre de 2023 - Oficina del Líder Supremo iraní WANA (Agencia de Noticias de Asia Occidental) vía REUTERS

Férreo control del régimen de los ayatolás

Los primeros resultados de las elecciones se esperan para el sábado, aunque no se esperan sorpresas en cuanto al funcionamiento político de la nación iraní. Según la ley, el Parlamento controla al Gobierno y vota y decide sobre cuestiones importantes, por lo que, en la práctica, el poder absoluto en Irán reside en el líder supremo, actualmente el ayatolá Jamenei. 

El régimen iraní endureció sus políticas más conservadoras en los últimos tiempos y el Parlamento es controlado por la facción más dura del régimen desde hace un par de décadas. 

Este sector más radical de la política iraní ha propiciado un mayor conservadurismo en la nación, que debe seguir a rajatabla los preceptos religiosos. Ejemplo de ello fue el fatal desenlace de Mahsa Amini, que perdió su vida tras ser señalada por la Policía de la Moral por llevar mal puesto el velo. Este suceso desembocó en fuertes protestas populares que reclamaron más libertad, pero hubo una gran represión por parte del régimen de los ayatolás. Unas protestas en las que se exigió el derrocamiento de los gobernantes clericales de Irán. La posterior represión de las fuerzas de seguridad iraníes supuso la muerte de más de 500 ciudadanos y la detención de más de 20.000 personas, según diversas informaciones a lo largo de los últimos años. 

Una manifestante sostiene un retrato de Mahsa Amini durante una manifestación - AFP/OZAN KOSE

En el plano internacional, el poder iraní también ha reforzado su política beligerante e intervencionista en la región de Oriente Medio. Mientras hay una corriente de países árabes que han apostado por pacificar y desarrollar la zona a través de los famosos Acuerdos de Abraham de 2020, por los que diversas naciones árabes como Emiratos Árabes Unidos, Bahréin o Marruecos entablaron relaciones diplomáticas y acuerdos de todo tipo con Israel, bajo el auspicio de Estados Unidos, la República Islámica de Irán se ha opuesto a todo esto siguiendo con una actitud desestabilizadora que está ligada a intervencionismo en otros países a través de grupos afines chiíes, como los hutíes en Yemen, donde prosigue la cruenta guerra contra el poder legalmente establecido, Hezbolá en el Líbano o las Fuerzas de Movilización Popular en el vecino Irak. 

Todo ello en fuerte contraposición al considerado gran enemigo de Irán, que es Estados Unidos, precisamente el gran impulsor de estos Acuerdos de Abraham. Unos pactos a los que se podría unir en un futuro Arabia Saudí, que es el principal estandarte de la rama suní del islam, contrapuesta a la chií que representa la República Islámica de Irán, y que ya ha tenido diversos acercamientos políticos con Israel en los últimos tiempos.