La OTAN debería invitar a Ucrania a unirse a la Alianza para crear las condiciones de una paz duradera

Mirando desde fuera: por qué la OTAN debería invitar a Ucrania a unirse a la Alianza en la cumbre de Vilna

REUTERS/ALINA YARSH - El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, en Kiev

La cuestión más difícil para los líderes de la OTAN en la próxima cumbre de Vilna en julio es cómo cumplir su promesa de la cumbre de Bucarest de 2008 de que Ucrania se convertirá en miembro de la OTAN. El Gobierno ucraniano ha solicitado que Ucrania reciba una invitación para unirse a la alianza en Vilna. Algunos países, encabezados por Estados Unidos, se oponen a esta idea. Su principal argumento es que es difícil concebir el ingreso en la OTAN de un país en guerra.

Pero Ucrania no pide ahora la adhesión, sino sólo una invitación. Ucrania quiere que la cumbre de Vilna formalice la declaración del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, de que todos los miembros de la OTAN han acordado que Ucrania se incorporará una vez finalizada la guerra. Un compromiso formal de este tipo ayudará al país a movilizarse, aumentará su moral e inspirará más reformas. La invitación a la adhesión no significa que el proceso vaya a ser rápido. Incluso para los candidatos “perfectos”, como Suecia, este proceso ya ha durado más de un año. En el caso de Ucrania, podría llevar mucho más tiempo e implicar difíciles reformas.

Expectativas para Vilna

En estos momentos, la cumbre parece dispuesta a ofrecer a Ucrania un paquete de incentivos que no incluye la invitación a la adhesión. Este paquete incluiría la creación de un consejo OTAN-Ucrania, garantías de apoyo militar y financiero (que no deben confundirse con garantías de seguridad), y una declaración sobre la futura adhesión que aprovechará la “ambigüedad constructiva”. Esta sutileza diplomática implica que, para evitar un debate divisivo en la cumbre, los líderes de la OTAN acordarían un lenguaje para el comunicado final que esté abierto a la interpretación y pueda satisfacer a todas las partes.

La reticencia de la OTAN ha inspirado a Ucrania a luchar por lo que se le prometió en Bucarest. El presidente Volodymyr Zelensky llegó a preguntarse si asistiría a la cumbre si no se recibía ninguna señal de la OTAN sobre la candidatura de adhesión de Ucrania. El propio Zelensky se ve limitado por la opinión pública ucraniana, que apoya firmemente el ingreso en la OTAN.

El punto clave que deben comprender los líderes de la OTAN es que Ucrania sólo se convertirá en miembro después de la guerra, por lo que no se trata de aplicar el Artículo 5 de la OTAN a la situación actual. El final de la guerra, a efectos de permitir el ingreso de Ucrania en la OTAN, podría definirse como el momento en el que todos los miembros de la OTAN y Ucrania acuerden que ha terminado. El resultado de la guerra será entonces el punto de partida para una reflexión sobre cómo se aplicará el tratado de la OTAN cuando se produzca el ingreso de Ucrania.

PHOTO/FILE – OTAN

Los riesgos de no invitar a Ucrania a ingresar en la OTAN

Como se desprende de la discusión anterior, el debate sobre el ingreso de Ucrania en la OTAN se ha centrado en los riesgos de la admisión. A menudo se han pasado por alto los riesgos de no invitar a Ucrania a ingresar en la OTAN.

Sin una invitación para ingresar en la OTAN, el Gobierno ucraniano carecerá de incentivos para llevar a cabo varias reformas importantes, como la promoción del control civil democrático sobre el Ejército. Muchas de estas posibles reformas no forman parte del proceso de adhesión de Ucrania a la Unión Europea. Si a los socios de Ucrania les importan las reformas en el país, deberían invitarle a ingresar en la OTAN.

De forma más inmediata, las preocupaciones sobre si Rusia pudiera intensificar la guerra en caso de recibir una invitación de la OTAN deben tener en cuenta la posibilidad de que Rusia la intensifique si se le deniega la invitación a Ucrania. Si Ucrania no tiene perspectivas claras de ingresar en la OTAN, se encontrará en una zona gris y, por tanto, será un objetivo ruso, incluso después de que termine la guerra. Rusia considerará a Occidente débil y podría interpretar la falta de voluntad de la OTAN de invitar a Ucrania como una carta blanca para continuar la guerra contra Ucrania. Una dinámica similar se produjo en 2008, cuando la OTAN se negó a ofrecer a Ucrania y Georgia un plan de acción para la adhesión, lo que provocó la agresión rusa contra ambos países en sólo seis años.

A los países que se oponen a la invitación de Ucrania también les preocupa que un paso así pueda provocar divisiones dentro de la Alianza. Pero la unidad de la OTAN probablemente sufriría más si la alianza decide posponer la invitación. La mayoría de los miembros de la OTAN apoyan la adhesión de Ucrania: al menos 22 de ellos han manifestado públicamente su apoyo. Es poco probable que todos ellos se vayan callados a Vilna.

Y lo que es más importante, la reticencia a cursar una invitación está provocando en Ucrania la preocupación de que sus socios occidentales consideren el ingreso de Ucrania como una moneda de cambio en posibles negociaciones futuras entre Occidente y Rusia. Tal decisión ignoraría groseramente la posición de Ucrania y la política de “nada sobre Ucrania sin Ucrania”.

Zelensky debería abandonar su idea de no acudir a la cumbre de la OTAN. Todo el mundo saldrá perdiendo si él no está allí, aunque no haya claridad en la redacción del comunicado final. Zelensky, con su presencia, puede subrayar tanto los riesgos de dejar a Ucrania fuera de la OTAN como proponer una secuencia que implique una invitación ahora y la adhesión una vez finalizada la guerra. La invitación en Vilna sería una señal importante, incluso histórica, para millones de ucranianos de que la terrible guerra actual será la última.

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