Naciones Unidas anuncia la aceptación de la vuelta al diálogo en Libia
La Misión de Apoyo de la Organización de Naciones Unidas en Libia (UNSMIL, por sus siglas en inglés) informó esta jornada de martes que las partes enfrentadas en la guerra libia darán luz verde a la reanudación de las conversaciones de la Comisión Militar Conjunta (JMC, por sus siglas en inglés) 5 + 5 relativas a la pasada conferencia de Berlín celebrada el 19 de enero.
La UNSMIL ha recibido de manera positiva la postura de representantes del Ejército Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés) dirigido por el mariscal Jalifa Haftar y del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) del primer ministro Fayez Sarraj de aceptar la vuelta a los contactos por el alto el fuego de cara a poner fin a una guerra civil que se desarrolla en el país norteafricano desde 2014, y que enfranta a ambos bandos rivales en una nación que vive en la inestabilidad permanente desde el derrocamiento y muerte de Muamar El Gadafi en 2011.
Este escenario se abre sin confirmación oficial todavía por parte de los rivales; mientras se siguen desarrollando los combates entre ambas facciones, el último de los cuales permitió al Ejército de Haftar tomar la ciudad de Al-Asaba, después de que hubiese perdido ante las milicias de Sarraj enclaves importantes como Sabratha y Sorman.
El LNA persigue hacerse con Trípoli, el último bastión importante que resiste por parte del GNA, el cual está reconocido internacionalmente por la ONU desde 2016. Jalifa Haftar argumenta su acción bajo el pretexto de acabar con elementos terroristas yihadistas alojados en la capital tripolitana y llevar posteriormente a cabo un proceso democrático. Mientras, el primer ministro Sarraj denuncia lo que desde sus filas entienden como un golpe de Estado rebelde contra el poder legítimo.
El GNA estaba arrinconado hasta el año pasado, pero desde hace varios meses recibe el apoyo de Turquía, país que entró en Libia tras el acuerdo rubricado entre el presidente Recep Tayyip Erdogan y Fayez Sarraj a finales del año pasado por el que se acordaba la ayuda del Ejército turco y de mercenarios a sueldo pro-turcos procedentes de la guerra de Siria (circunscritos a antiguas filiales de grupos terroristas como Al-Qaeda, como han apuntado diversos medios). Un pacto que también significó el reparto de zonas económicas en el Mediterráneo valiosas para la prospección de gas y petróleo; lo que provocó la protesta de Chipre y Grecia ante la comunidad internacional por la violación de fronteras marítimas propias.
Turquía ha enviado hasta el momento más de 11.000 mercenarios, la mayoría de los cuales son sirios, a Libia, junto a otros varios miles de extremistas que pronto podrían ser transferidos a Trípoli, según Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humano (OSDH), organización radicada en Reino Unido que tiene una amplia red de informadores sobre el terreno.
Justo en un momento en el que el conflicto bélico libio se ha convertido en un una lucha de intereses de varias potencias extranjeras interesadas en un país como Libia, muy importante por sus reservas de petróleo y por su ubicación en el arco mediterráneo. Por un lado, el GNA recibe el citado sustento de Turquía y de Qatar e Italia; por otro, el LNA es apoyado por Rusia, Francia, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
La Misión de la ONU destacó que el previsible regreso de las partes al diálogo es una respuesta al deseo y los llamados de la gran mayoría de los libios que quieren volver a tener una vida segura y digna lo más rápido posible. En una declaración oficial, la UNSMIL expresó su esperanza de que a la respuesta de los implicados le acompañara el cese de las hostilidades.
También expresó la esperanza de que todas las partes, libias e internacionales, respondan al deseo de los libios de poner fin a los combates y que la reanudación de las conversaciones de la Comisión Militar marcaría el comienzo de una calma en el terreno y una tregua humanitaria para permitir que se llegue al acuerdo final de alto el fuego.
La ONU, en la figura de su secretario general António Guterres, ya solicitó el alto el fuego en la guerra de Libia y en el resto de contiendas en todo el mundo para afrontar la actual crisis sanitaria mundial desatada por la propagación de la enfermedad COVID-19. Precisamente, desde Naciones Unidas se anhela el fin de los choques para que las autoridades puedan atender a las necesidades humanitarias urgentes en el país norteafricano.
En esta línea, la UNSMIL hizo un llamamiento a las partes en conflicto y a los países intervinientes desde el exterior para que acaten lo acordado en la conferencia de Berlín, la cual significó la implantación de vías de seguridad, política y económica para resolver la problemática. En el encuentro en la ciudad alemana, Sarraj y Haftar (antiguo miembro de la cúpula militar de Gadafi) acordaron una “plan integral” para la solución del conflicto bélico, con la implementación de un alto el fuego y una comisión de verificación integrada por ambas partes para garantizar que no fuese incumplido. Tras esto se volvieron a suceder los episodios violentos y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan llegó incluso a acusar al mariscal Haftar de violar el cese de las hostilidades decretado y “jugar sucio”. El propio Haftar, aliado con el otro Ejecutivo de la ciudad oriental de Tobruk, ha recibido propuestas de alto el fuego, pero entiende que la superioridad de sus Fuerzas Armadas no debe ser ignorada y que no están al mismo nivel que el GNA.