La UE exige a Turquía defender la democracia tras la detención de Imamoglu
La Unión Europea ha instado a Turquía a "defender los valores democráticos" tras la detención de más de 1.100 personas durante cinco días de intensas protestas en el país. El estallido social se desencadenó tras el arresto de Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul y principal rival político del presidente Recep Tayyip Erdogan.
La Comisión Europea instó el lunes a Ankara a “defender los valores democráticos”, mientras las autoridades turcas intensifican la represión contra la oposición y los medios de comunicación libres. “La detención del alcalde İmamoğlu y de los manifestantes plantea interrogantes sobre el cumplimiento de Turquía de sus arraigadas tradiciones democráticas”, afirmó el portavoz de la Comisión, Guillaume Mercier.
El encarcelamiento de Imamoglu y de otras figuras políticas ha sido calificado como "un grave ataque a la democracia" por el Ministerio de Asuntos Exteriores francés, que subrayó la importancia de proteger los derechos de la oposición y de respetar los compromisos democráticos en el marco de las relaciones entre Turquía y la UE.
Alemania también expresó su "gran preocupación" ante la situación. Steffen Hebestreit, portavoz del canciller Olaf Scholz, declaró que "la detención y suspensión del alcalde de Estambul es totalmente inaceptable" y exigió una aclaración rápida y transparente de los hechos. Además, funcionarios alemanes mantuvieron conversaciones con el embajador turco en Berlín para expresar su inquietud.
Las protestas, que comenzaron en Estambul tras el arresto de Imamoglu por supuesta "corrupción" y "apoyo a una organización terrorista", se intensificaron con la detención de más de 1.133 personas, según informó el ministro del Interior, Ali Yerlikaya. Además, las autoridades turcas intentaron cerrar más de 700 cuentas en la red social X, lo que generó críticas sobre la libertad de expresión en el país.
La represión no se limitó a los manifestantes: el lunes por la mañana, la policía detuvo a 10 periodistas, incluido un fotógrafo de la AFP, por cubrir las protestas. Estos arrestos han suscitado preocupaciones adicionales sobre el estado de la libertad de prensa y los derechos humanos en Turquía.
Por su parte, Erdogan acusó a la oposición de instigar la "escalada de violencia" en las manifestaciones y responsabilizó a los grupos opositores de los daños a la propiedad pública y de las lesiones a los agentes de policía. "La principal oposición es responsable y deberá rendir cuentas", declaró, afirmando que "no se les puede confiar el gobierno del estado, y mucho menos la gestión de los municipios".
La situación ha generado una fuerte reacción internacional, con la UE y varios países miembros exigiendo que Turquía respete los principios democráticos y garantice los derechos de la oposición. Mientras tanto, la tensión en las calles sigue en aumento, dejando en evidencia la profunda polarización política que vive el país.
“La ira de los jóvenes crece a medida que la violencia se intensifica”
A pesar de las prohibiciones y la presión de las autoridades, miles de jóvenes continúan tomando las calles para protestar contra la detención de Imamoglu y la situación política del país. Entre ellos está Meral, una joven de 27 años que ha decidido alzar la voz por el futuro de Turquía.
En declaraciones a Atalayar, Meral recuerda que las protestas se desencadenaron tras la anulación del título universitario del alcalde electo, una medida que considera “injusta”. Pocos días después, la detención de İmamoglu, acusado de corrupción y vínculos con el terrorismo, avivó la indignación ciudadana y dio paso a las masivas manifestaciones que siguen sacudiendo el país.
“En estas protestas participaron sobre todo jóvenes, con edades entre los 18 y los 24 años. Fue una reacción inesperada porque se pensaba que la Generación Z era apolítica”, destaca Meral.
Los jóvenes coreaban sobre todo lemas como “derechos, ley, justicia”, “¡Erdogan dimisión!”, “Somos los soldados de Mustafa Kemal (el fundador y primer presidente de la República de Turquía).
“Creo que están viviendo una explosión emocional debido a las dificultades económicas y a la injusticia, la gente siente ansiedad por el futuro”, afirma la joven turca. Meral también relata que en los primeros días de las protestas hubo intervención policial, pero que la noche del domingo “la represión fue mucho más severa”.
“Utilizaron una cantidad excesiva de gas pimienta, que se considera un arma química. Lamentablemente, lo viví en carne propia durante dos días. El uso fue tan intenso que incluso el gas disparado a un kilómetro de distancia hacía efecto", explica, evidenciando la dureza de la respuesta policial.
Meral también subraya la creciente violencia física durante las protestas. "Definitivamente hay una fuerza desproporcionada. Hay muchos heridos. Ayer, un universitario cayó en coma por un golpe en la cabeza. Los cuerpos de los manifestantes están cubiertos de heridas", relata con preocupación.
La joven destaca la paradoja que se vive en las calles: "Es difícil de creer, pero lo único que tienen los jóvenes en sus manos es la bandera turca. La policía también lleva la bandera turca en sus escudos. Aun así, el gobierno y las fuerzas de seguridad acusan a los manifestantes de ser terroristas".
Para Meral, la indignación se alimenta de la percepción de una injusticia flagrante. "Lo único que hacen es protestar por sus derechos constitucionales. Nadie cree que el alcalde sea corrupto. Ha sido sometido a más de 1.000 inspecciones estatales desde que fue elegido y no se ha encontrado nada”, recalca.
La joven anticipa que las movilizaciones no cesarán pronto. "Según mi observación, las protestas seguirán aumentando. La ira de los jóvenes, en particular, crece a medida que la violencia se intensifica”, concluye.