Erdogan elimina a su principal adversario

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, no se aparta un milímetro de su hoja de ruta hacia su objetivo: eternizarse en el poder
En la convicción de que sólo él es capaz de cumplir la misión de afianzar para siempre el islam en Turquía con todas sus consecuencias, borrando así definitivamente lo que él mismo considera un error: el laicismo impuesto por Kemal Atatürk.
Su principal adversario ha sido puesto fuera de la circulación. Ekrem Imamoglu, el alcalde de Estambul, tras ser detenido el pasado día 19 con un gigantesco despliegue policial, pasó este domingo a la prisión preventiva, una vez transcurrido el periodo máximo legal de cuatro días de retención en manos de la Policía.
La Fiscalía, que depende y sigue la línea trazada por Erdogan, acusa a Imamoglu de corrupción y terrorismo. La primera hace referencia a diversas licitaciones de obras municipales. Lo segundo lo vincula con el DEM partido de la izquierda prokurda, sucesor del HDP. Entiende la Fiscalía que, aunque el DEM sea ahora un partido legal, tiene un pasado terrorista y que algunos de sus miembros fueron en las listas de los socialdemócratas del CHP socialdemócrata, el partido de Imagoglu, en las elecciones municipales del pasado 2024. Elecciones en las que el alcalde de Estambul revalidó su mandato de manera aplastante con una ventaja de un millón de votos sobre el candidato del AKP, superando ampliamente los 800.000 sufragios de margen que le dieron el triunfo en 2019.
Además de la detención de más de un centenar de funcionarios y asesores del alcalde de Estambul, la policía también ha arrestado a cientos de manifestantes que no han cejado en sus protestas, tanto contra los encarcelamientos como contra el progresivo recorte de las libertades y las garantías democráticas en el país. El presidente Erdogan ha respaldado expresamente esta nueva ola de represión en diversas ciudades turcas, al advertir que no se dejará intimidar por algaradas o revueltas callejeras.
Entre los manifestantes, llegados por cientos de millares a Estambul, cunde la impresión generalizada de que el presidente Erdogan ha sacado de la carrera electoral al único candidato con grandes posibilidades de sucederle. Y lo ha hecho precisamente cuando este mismo domingo el CHP debía celebrar elecciones primarias para nombrar candidato oficial a la Presidencia de la República.
Teóricamente, tales comicios deberían celebrarse en 2028, pero había muchos indicios de que podrían adelantarse. La razón es que, constitucionalmente, Erdogan no podría volver a presentarse por haber agotado sus mandatos. La única excepción en que podría hacerlo sería en el caso de que el Parlamento decidiera que los comicios hubieran de anticiparse debido a causas de emergencia.
Para las primarias de este domingo, Imamoglu era el virtual candidato, ya que su principal rival, el alcalde de Ankara, Mansur Yavas, había decidido retirarse de la competición y obedecer la consigna del líder del CHP, Özgür Özel, de respaldar al alcalde de Estambul. Además de las razones de orden interno del partido socialdemócrata, la práctica totalidad de los sondeos efectuados al margen del oficialismo conceden una holgada victoria a Imamoglu caso de enfrentarse a Erdogan en esos hipotéticos comicios adelantados.
Ahora, encarcelado en prisión preventiva, sus partidarios piensan y difunden la idea de que Imamoglu podría sufrir un calvario parecido al del asesinado opositor al presidente ruso, Vladimir Putin, en referencia a sufrir un proceso que se dilate en el tiempo, con condenas reiteradas e impuestas de nuevo, e incluso que se le someta a tratos vejatorios y a castigos que impliquen un progresivo aislamiento.
En cuanto al partido islamista del presidente, el AKP, sus portavoces se esfuerzan en realzar el “relevante papel mediador” de Erdogan en las guerras de Ucrania y Oriente Medio, que han vuelto a poner a Turquía en el primer plano de la escena internacional, “logros que, además de contener la inflación y estabilizar la economía, no vamos a permitir que se pongan en riesgo”. Un argumentario que justificaría a todas luces, según sus partidarios, la eternización en el poder del actual presidente, y la consiguiente puesta fuera de la ley de cualquier opositor con visos de derrotarle en las urnas.