Llamamiento a la acción internacional en el “Día de los Derechos Humanos”

Violaciones de los derechos humanos de los rehenes de la masacre del 7 de octubre

AFP/ MOHAMMED ABED - Un vehículo de la Cruz Roja Internacional con rehenes liberados por Hamás cruza el paso fronterizo de Rafah en la Franja de Gaza hacia Egipto

Introducción

La “Declaración Universal de los Derechos Humanos” fue adoptada por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948, en respuesta a las atrocidades cometidas por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial y a la insuficiente protección dada a millones de víctimas en aquel momento. Hoy, cuando conmemoramos el 75 aniversario de esta declaración, es crucial llamar la atención sobre aquellos seres humanos cuyos derechos han sido brutalmente violados durante los últimos 65 días, al haber sido secuestrados y mantenidos cautivos en los túneles de Hamás y en otros lugares desconocidos de la franja de Gaza.

Hace 65 días, durante la masacre del 7 de octubre perpetrada por Hamás, más de 240 personas fueron brutalmente secuestradas en sus hogares y en un festival de música en el sur de Israel. En muchos casos, estos secuestros se produjeron mientras muchos de sus amigos y familiares eran asesinados justo delante de ellos. Entre los secuestrados hay bebés, muchos niños, mujeres, hombres, ancianos y jóvenes con enfermedades crónicas que toman medicación a diario, así como heridos graves durante la masacre. Estas son las poblaciones que requieren protección y cuidados especiales en virtud del Derecho Internacional Humanitario. Esto se debe a su mayor vulnerabilidad a sufrir graves daños físicos y psicológicos, que pueden ser irreversibles en el mejor de los casos y conducir a la muerte en el peor si no se les proporciona atención médica urgente de inmediato.

Además, los rehenes que han sido liberados declararon haber permanecido retenidos en condiciones extremadamente abusivas durante más de dos meses, lo que concuerda con una grave violación de los derechos humanos fundamentales. Estas violaciones han incluido violencia psicológica y física extrema, incluidas brutales agresiones sexuales y mutilaciones, tortura, inanición y deshidratación forzada. Todo ello, agravado por la falta de tratamiento médico y la denegación de acceso a los delegados de protección y al personal médico del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)). Este informe se centra en las consecuencias para la salud, el alto riesgo de daños físicos y psicológicos irreversibles y, en última instancia, el riesgo de muerte para los rehenes restantes y la grave violación de sus derechos humanos básicos, por parte de quienes los secuestraron, la organización terrorista Hamás. Nunca insistiremos lo suficiente en la urgencia de una intervención internacional que facilite su retorno inmediato y seguro.
Las posibles consecuencias de estos actos violentos en curso ponen en peligro sus vidas, como se detalla a continuación, y exigen su liberación urgente y asistencia médica inmediata.

Tortura psicológica y física

Los sucesos del 7 de octubre dejarán sin duda traumatizados a muchos de los rehenes. Todos ellos han soportado dolor y humillación y se han visto privados de su libertad. Además, algunos han sido testigos del asesinato, infligido a sus queridos familiares, amigos y miembros de la comunidad, y es posible que algunos no conozcan su destino hasta el día de hoy. Cada día de cautiverio, los rehenes sufren torturas y abusos psicológicos y físicos.

Los rehenes sufren condiciones inimaginables. El aislamiento y la separación de los padres y otros familiares, encerrados en túneles y espacios reducidos, amenazados a punta de pistola, golpeados, abrasados, los niños obligados a ver imágenes de masacres y mutilaciones pueden dañar gravemente su salud física y mental. El hecho de que Hamás siga imponiendo estas condiciones sin que ninguna organización de derechos humanos exija su liberación inmediata o, al menos, proporcione ayuda médica urgente, sitúa a los rehenes en una situación de alto riesgo de enfermedad y muerte. Algunos de los rehenes necesitan ayuda médica y de enfermería y, según los informes de los rehenes liberados, sabemos que muchos de ellos sufren negligencia criminal paralelamente a las continuas torturas y humillaciones.

Las pruebas actualmente obtenidas de las graves violaciones de los derechos humanos que se están produciendo, indican la urgencia de proporcionar atención médica a los rehenes que siguen en cautividad. Se han denegado repetidas solicitudes para visitar y evaluar el estado de los rehenes, permitir el acceso a la ayuda humanitaria y permitir los contactos familiares. Debemos hacer hincapié en la importancia y urgencia de la situación, a la luz de los daños médicos que ya son evidentes entre los rehenes que han regresado a Israel.

Violencia sexual

Con el tiempo, los testimonios cada vez más numerosos de supervivientes del 7 de octubre, rehenes liberados, equipos médicos y de rescate que estuvieron en los lugares de la masacre, por no hablar de los jactanciosos vídeos publicados por los terroristas de Hamás y capturados por ellos, revelan claramente que la violencia y los abusos sexuales extremos no fueron un subproducto aleatorio, sino un elemento sistemático y planificado de este ataque terrorista. Entre ellos se incluyen violaciones con agravantes, mutilaciones de partes del cuerpo, pero especialmente de pechos y genitales (tanto masculinos como femeninos), desfiguración de rostros y decapitaciones.

Los rehenes liberados aportaron testimonios que revelan que tanto hombres como mujeres sufrieron violentas agresiones sexuales en cautividad.

En su esencia, la violencia sexual, cuando se utiliza como instrumento de poder en la guerra, está diseñada principalmente para humillar, subyugar y someter a la población civil y sembrar la destrucción y el caos. Cada vez se es más consciente de que este tipo de violencia sexual durante los conflictos suele ser una estrategia deliberada y organizada conocida como "violación como arma de guerra". En particular, los Cuartos Convenios de Ginebra de 1949 contienen disposiciones relativas al trato de las mujeres cautivas durante los conflictos armados. Destacan la necesidad de proteger a estas personas de la violencia y los abusos sexuales, garantizar el respeto de su dignidad, atender sus necesidades especiales y preservar la unidad familiar. Estas normas pretenden defender los derechos y el bienestar de todas las personas en tiempos de guerra, haciendo hincapié en los principios de humanidad y minimización del sufrimiento humano.

Las consecuencias físicas y psicológicas de los abusos sexuales son numerosas. Las personas que han sufrido agresiones se enfrentan a un mayor riesgo de sufrir daños físicos e infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH. Las mujeres son especialmente vulnerables a daños graves en los órganos que requieren una reparación quirúrgica urgente y pueden sufrir dolores crónicos intensos, infecciones, deterioro de la capacidad reproductiva futura, embarazos por violación, etc. Más allá de las consecuencias físicas inmediatas, la violencia sexual y la violación suelen infligir un espectro de trastornos emocionales y psicológicos a largo plazo, tanto en hombres como en mujeres. Éstos pueden manifestarse como profundos traumas emocionales, fomentando sentimientos duraderos de miedo, ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático (TEPT), así como ideación suicida y, en algunos casos, suicidio real.

Desnutrición

También sabemos que los rehenes han sido sometidos tanto a una nutrición como a una higiene deficientes, y que algunos padecen complejas dolencias que ponen en peligro su vida y que requieren necesidades dietéticas y condiciones sanitarias específicas. Las entrevistas con los rehenes liberados y sus médicos revelaron muchos ejemplos de nutrición inadecuada, con sólo una o, en el mejor de los casos, dos raciones inadecuadas al día que carecen de nutrientes y ofrecen calorías insuficientes que conducen a diversos grados de inanición. Además, los rehenes que fueron liberados informaron de que sólo podían obtener una cantidad limitada de agua fangosa salina, a veces sólo una pequeña botella al día. Los rehenes liberados informaron de cómo la falta de alimentos también se utilizaba específicamente como medio de tortura.

El régimen de inanición impuesto a los rehenes pone en peligro la salud de todos los cautivos, pero especialmente la de los niños y ancianos, así como la de los enfermos y heridos de cualquier edad. Este régimen hizo que muchos de los rehenes liberados perdieran peso y masa muscular, lo que les provocó debilidad y fatiga graves. Los médicos que tratan a los liberados han informado de una pérdida de peso significativa y rápida, que oscila entre los 8 y los 15 kg, o entre el 10% y el 17% del peso corporal previo, a lo largo de un breve periodo (entre 14 y 50 días), lo que constituye malnutrición y puede ser crítico en los que aún permanecen en Gaza. Cuanto más tiempo permanezcan los rehenes cautivos en Gaza en estas terribles condiciones, mayor será el riesgo de que aumente la desnutrición con sus complicaciones.

Es importante señalar que todavía hay bebés y personas mayores en cautividad, así como individuos con necesidades dietéticas únicas. Además, la inanición aumenta la vulnerabilidad a las enfermedades, compromete la cicatrización de las heridas, provoca pérdida de funcionalidad, apatía y depresión. Los ancianos, así como los niños mantenidos como rehenes, pueden ser propensos a un deterioro físico y mental significativo y rápido. Los bebés corren el riesgo de no prosperar y de sufrir las consecuencias perjudiciales de las deficiencias de nutrientes esenciales; como es bien sabido, los niños son propensos a sufrir retrasos en el desarrollo y retraso del crecimiento en estas condiciones inhumanas. Entre los rehenes de todas las edades, la deficiencia de vitamina D puede desarrollarse o empeorar debido a la falta de exposición a la luz solar en los túneles subterráneos en los que permanecen. Además, las necesidades alimentarias son especialmente vitales en caso de heridas o quemaduras. Si no se satisfacen estas demandas, el proceso de curación se verá perjudicado, lo que se traducirá en una falta de recuperación adecuada.

Falta de atención médica

1 Tratamiento de las lesiones

Durante el brutal secuestro, muchos rehenes sufrieron formas extremas de violencia, torturas extensas, mutilaciones y deformaciones, que les dejaron terribles lesiones como heridas de bala, amputaciones de miembros y heridas abiertas visibles. De nuevo, todo ello documentado por los propios terroristas de Hamás en sus jactanciosos vídeos.
A algunos de los rehenes se les obligó a caminar o correr descalzos, lo que puede haber provocado lesiones adicionales, fracturas y problemas ortopédicos.

Los rehenes corren el riesgo de sufrir infecciones por heridas abiertas. Si no se tratan, estas infecciones pueden ser mortales.

Los testimonios de los rehenes liberados ponen de relieve la alarmante falta de tratamiento de las heridas de los muchos que permanecen cautivos. Resulta inquietante que los pocos rehenes que recibieron atención médica durante su cautiverio informaron de malos tratos de calidad inferior, así como de haber sido operados por un veterinario, lo que compromete aún más sus procesos de curación y rehabilitación. Además, según información reciente, algunos rehenes están gravemente desatendidos, sus condiciones se han deteriorado y ahora sufren una amenaza inmediata para su vida. Aquellos que puedan sobrevivir sin tratamiento podrían quedar discapacitados de por vida.

2 Falta de medicación y tratamiento

Debido a la falta de tratamiento médico para enfermedades crónicas, algunos de los rehenes liberados han regresado semiinconscientes en otras condiciones que ponen en peligro su vida y ahora están hospitalizados en cuidados intensivos en diversos hospitales de Israel. Entre los 137 rehenes que permanecieron en cautividad, al menos un tercio padecía enfermedades crónicas previas que requieren un tratamiento médico continuado que se les está negando, de nuevo en total contradicción con sus derechos humanos básicos. Estas enfermedades incluyen diabetes, asma, osteoporosis, anemia, enfermedades inflamatorias intestinales, afecciones cutáneas, enfermedad de Addison, infecciones urinarias recurrentes, hipotiroidismo, cardiopatías, epilepsia, hipertensión, cáncer y otras. Algunos de los rehenes sufren problemas mentales diagnosticados, como ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático.

La falta de tratamiento adecuado provocará, o ya ha provocado en muchos casos, situaciones de riesgo vital inmediato o riesgos de complicaciones irreversibles como derrames cerebrales, infartos de miocardio, insuficiencia renal, fracturas mortales, etc. Impedir deliberadamente que reciban la atención médica necesaria es una grave violación de sus derechos humanos y pone directamente en peligro sus vidas. Impedirles deliberadamente que reciban la atención médica necesaria es una grave violación de sus derechos humanos y pone directamente en peligro sus vidas. A varios de los rehenes liberados se les diagnosticaron nuevas enfermedades graves relacionadas con su cautiverio, como derrames cerebrales, arritmias y problemas cardíacos, enfermedades infecciosas, reducción de la función pulmonar y renal, etc. Algunos siguen en estado de riesgo vital y otros tienen discapacidades graves. Hay pruebas claras de que algunos rehenes murieron mientras se encontraban en estas horribles condiciones.

Hasta la fecha, Hamás ha denegado el acceso a los equipos del CICR y cualquier información sobre la situación médica de los 137 rehenes restantes se ha obtenido únicamente de la información recibida de los rehenes liberados. Sus testimonios indican que muchos rehenes reciben atención médica adecuada. La falta de tratamiento adecuado para los enfermos y heridos supone un peligro inmediato para la vida y corre el riesgo de complicaciones irreversibles.

El Foro de Familias de Rehenes y Desaparecidos, organización voluntaria creada para representar y ayudar a los rehenes, los desaparecidos y sus familias, hace un llamamiento a todos los gobernantes para que actúen ahora en favor de los derechos humanos básicos con todos los medios necesarios. Exigimos la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes retenidos por Hamás en Gaza. Además, solicitamos que se proporcione atención médica inmediata y suministros a los rehenes, y que todos los rehenes reciban tratamiento médico por parte de la Cruz Roja hasta su liberación.

Esperamos que todas las organizaciones que se preocupan por los derechos humanos actúen en favor de los derechos humanos básicos de los rehenes.

Aspectos legales

La prohibición de tomar rehenes está establecida en el derecho internacional humanitario, así como en el derecho penal internacional. Sin embargo, el derecho internacional de los derechos humanos (DIDH) condena implícitamente tales actos, ya que constituyen una restricción arbitraria de la libertad, violando disposiciones no derogables de los derechos humanos. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en sus Resoluciones 1998/73 y 2001/38, afirma firmemente que la toma de rehenes, independientemente de sus circunstancias o autores, es un acto ilegal que atenta fundamentalmente contra los derechos humanos y no puede justificarse nunca.

El Comité de Derechos Humanos de la ONU, en su Observación General nº 29 sobre el artículo 4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, subraya que los estados de excepción no pueden invocarse como justificación de acciones que violen el derecho humanitario o las normas imperativas, incluida la toma de rehenes.

El secuestro y la detención arbitraria en régimen de incomunicación violan muchas de las normas internacionales recogidas en la Declaración Universal de Derechos Humanos, incluido el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículos 6, 7, 9, 10) y la Convención sobre los Derechos del Niño (artículos 6, 9, 19), entre otros.
Una serie de Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (RCSNU) aborda la omnipresente cuestión de la violencia de género en tiempos de conflicto. En particular, la RCSNU 1325 llama la atención sobre la mayor vulnerabilidad de las mujeres y las niñas durante los conflictos armados. Aboga por medidas especiales para salvaguardarlas de la violencia de género, destacando específicamente las atrocidades de las violaciones, los abusos sexuales y todas las demás formas de violencia que se producen en situaciones de conflicto armado.

Sobre esta base, las resoluciones posteriores, a saber, las RCSNU 1820 (2008), 1888 (2009), 1960 (2010), 2106 (2013), 2122 (2013) y 2493 (2019), subrayan la necesidad de proporcionar tratamiento especializado a las mujeres, los niños y las personas indefensas. La RCSNU 1820 (2008) reconoce específicamente que la violencia sexual se emplea como arma y táctica de guerra. Reconoce que la violación y otras formas de violencia sexual pueden constituir crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o actos constitutivos de genocidio.

Además, la RCSNU 1820 (2008) hace hincapié en el imperativo de excluir los delitos de violencia sexual de las disposiciones de amnistía en los procesos de resolución de conflictos. Insta a los Estados miembros a cumplir con sus obligaciones a la hora de procesar a los individuos responsables de tales actos. La resolución aboga por la igualdad de protección ante la ley y de acceso a la justicia para todas las víctimas de violencia sexual, con especial atención a las mujeres y las niñas.

Además, la RCSNU 1820 (2008) subraya la necesidad crucial de poner fin a la impunidad de tales actos como parte integral de un enfoque global para lograr la paz sostenible, la justicia, la verdad y la reconciliación nacional. Con ello, estas resoluciones contribuyen colectivamente a un esfuerzo global para abordar y erradicar la violencia de género en las zonas de conflicto.

Tanto el derecho internacional humanitario como el derecho de los derechos humanos, respaldados por las disposiciones de los tratados, la práctica de los Estados, la opinión juris, la jurisprudencia y numerosas resoluciones de la ONU, prohíben la toma de rehenes. En consecuencia, las acciones de Hamás al tomar más de 240 rehenes constituyen una violación clara e inequívoca del derecho internacional y del DIDH. La violencia de género durante el cautiverio viene a sumarse a tan espeluznante relato.