Una oportunidad para un Oriente Medio más estable y con menos tensiones

La gente visita el Monte Qasioun, con vistas a la capital siria, que estuvo cerrada a los visitantes durante casi catorce años bajo el gobierno del derrocado presidente Bashar al-Assad, y desde entonces se ha llenado de visitantes tras la caída de su régimen, en Damasco, Siria, el 7 de enero de 2025 - REUTERS/ KHALIL ASHAWI
El alto el fuego en Gaza, la liberación de los rehenes y el apoyo al Gobierno del Líbano son pasos clave hacia la estabilidad regional

La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca coincide con un momento de profundos cambios en Oriente Medio. La región no es la misma que cuando el magnate estadounidense llegó al poder en 2017. Después de décadas, ha caído el régimen de Bashar Al-Assad en Siria, la República Islámica de Irán se ha debilitado, así como sus proxys regionales. No obstante, lo único que permanece inalterado son las perspectivas de resolver las cuestiones centrales del conflicto árabe-israelí y alcanzar una paz duradera.

Ceremonia de firma de los Acuerdos de Abraham, normalizando las relaciones entre Israel y algunos de sus vecinos de Oriente Medio, en un realineamiento estratégico de los países de Oriente Medio contra Irán, en el Jardín Sur de la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos, el 15 de septiembre de 2020 - REUTERS/ TOM BRENNER

La tentación de aprovechar la debilidad de Teherán para promover un cambio de régimen podría arrastrar a Estados Unidos a un nuevo conflicto en Oriente Medio. Sin embargo, también existen oportunidades para avanzar en los intereses estadounidenses hacia una región más estable y menos conflictiva.

Respecto a Siria, el presidente electo Trump ya señaló el mes pasado en sus redes sociales que el país árabe no representa un interés fundamental para Estados Unidos, por lo que no respalda una intervención militar estadounidense.

A pesar de esto, Washington no va a dejar de seguir de cerca lo que ocurre en el país. Aunque su influencia sobre la configuración del nuevo gobierno en Damasco es limitada, la futura Administración de Trump tratar de evitar los peores escenarios, como el resurgimiento de Daesh.

El presidente electo Donald Trump - REUTERS/ REBECCA COOK

Por otra parte, dado su papel como aliado tanto de Israel como de Turquía, Washington tiene la capacidad de mediar en sus respectivas reglas de compromiso a largo plazo en Siria. El compromiso de Turquía de no desplegar fuerzas al sur de Damasco, junto con la promesa del Gobierno sirio de respetar el acuerdo de retirada sirio-israelí de 1974 en el Golán, debería ser suficiente para que Estados Unidos actúe como mediador en la retirada de las fuerzas israelíes hacia las líneas del acuerdo original de 1974.

Irán, que fue enfrentado por primera vez por la administración Trump en 2017, gozaba de una posición dominante en Oriente Medio. Sus milicias aliadas eran fuerzas clave en la política de cuatro países árabes: Líbano, Siria, Irak y Yemen, y su relación con Hamás le permitía influir en la causa y política palestina. 

El presidente turco Tayyip Erdogan - REUTERS/PILAR OLIVARES

Sin embargo, actualmente, Irán está en una posición muy diferente. Ha perdido a su aliado sirio mientras que Hezbolá, su principal representante regional, ha sufrido fuertes derrotas frente a Israel. Asimismo, cabe señalar que los ataques militares directos de Irán contra Israel fueron en su mayoría insignificantes, mientras que los contraataques israelíes destruyeron gran parte de las defensas aéreas iraníes, así como sus principales instalaciones de misiles balísticos, dejándolo vulnerable a futuros ataques.

Combatientes hutíes recién reclutados asisten a una manifestación celebrada por manifestantes, principalmente partidarios hutíes, para mostrar su apoyo al Hezbolá del Líbano y a los palestinos en la Franja de Gaza, en Saná, Yemen, el 29 de noviembre de 2024 - REUTERS/ KHALED ABDULLAH

El investigador Gregory Goss considera en un informe publicado por el Middle East Institute que la posición regional de Teherán se encuentra más débil que en cualquier otro momento de este siglo. En este sentido, también recuerda que el régimen ha enfrentado importantes protestas internas en los últimos seis años, impulsadas por la situación económica y la creciente oposición a las estrictas restricciones sociales impuestas por las autoridades, especialmente en lo que respecta a las medidas contra las mujeres.

En este contexto, no sorprende que los opositores de Irán busquen aumentar la presión para tratar de derrocar al régimen islámico, ya sea mediante sanciones más severas, presión política, ataques militares o una combinación de estas estrategias. Tanto el Secretario de Estado designado de Estados Unidos, Marco Rubio, como Mike Waltz, el futuro Asesor de Seguridad Nacional, han instado públicamente a adoptar políticas más duras contra Irán durante su tiempo en el Congreso.

En cuanto al conflicto palestino-israelí, su dinámica básica sigue siendo la misma que antes del 7 de octubre. El gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sigue sin mostrar interés en las concesiones territoriales necesarias para la creación de un Estado palestino viable. El actual Gobierno israelí también se opone rotundamente a permitir que la Autoridad Palestina asuma el control de Gaza, lo que aumenta la incertidumbre sobre el futuro de Gaza una vez que finalice la guerra. 

Por el momento, Israel y Hamás han logrado alcanzar un acuerdo de alto el fuego con la mediación de Qatar. Esta tregua entrará en vigor este domingo -un día antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca- cuando comenzará el intercambio de rehenes israelíes por prisioneros palestinos en cárceles israelíes. 

Edificios en ruinas en el norte de Gaza, en medio del conflicto en curso entre Israel y Hamás, vistos desde Israel, el 13 de enero de 2025 - REUTERS/ AMIR COHEN

De acuerdo con Goss, cualquier otro "plan de paz" estadounidense para resolver el conflicto palestino-israelí tendrá el mismo destino que sus predecesores. Por este motivo, el analista considera que no vale la pena que la nueva administración dedique tiempo a intentar revivirlo. “Sin embargo, esto no implica que Washington pueda ignorar el conflicto en curso en Gaza ni las operaciones militares israelíes en Líbano y Siria, ya que cualquier esperanza de estabilidad en Oriente Medio depende del cese de los combates en Gaza”, explica. 

No puede haber una cooperación práctica entre Israel y los países árabes mientras continúe la guerra en Gaza. Además, Gaza se ha convertido en el pretexto utilizado por los rebeldes hutíes de Yemen para seguir lanzando ataques con misiles, tanto contra Israel como contra el transporte marítimo internacional en el Mar Rojo. Un alto el fuego, que incluya el regreso de los rehenes, sería un paso necesario hacia la estabilidad regional. Sin embargo, es poco probable que este alto el fuego genere un impulso hacia una solución política más duradera.

Es por ello que Goss propone que Estados Unidos utilice sus buenas relaciones con Israel para desempeñar un papel más constructivo en los frentes sirio y libanés. De la misma forma, Washington también está en posición de negociar con Turquía y el nuevo Gobierno de Damasco ya que es el único actor capaz de presionar a Israel para que se retire del territorio sirio.

Tumbas dañadas en el cementerio después del derrocamiento de Bashar al-Assad en Siria, en Jobar, en las afueras de Damasco, Siria, el 4 de enero de 2025 - REUTERS/ KHALIL ASHAWI

Con el liderazgo de Hezbolá debilitado, Estados Unidos debe colaborar con sus socios árabes y Francia para formar un nuevo Gobierno libanés que comience a afirmar su soberanía sobre todo el país y a hacer cumplir el acuerdo de alto el fuego con Israel firmado en noviembre de 2024. De manera similar, solo Washington tiene la influencia necesaria para lograr que Israel cumpla su parte del acuerdo y se retire del territorio libanés.

El éxito en estos frentes contribuiría a la estabilidad regional, aunque no resolvería las cuestiones fundamentales que siguen siendo el núcleo del conflicto árabe-israelí: un reconocimiento árabe más amplio de Israel, el reconocimiento por parte de Israel del derecho a la autodeterminación palestina, y la retirada israelí de los territorios ocupados, concluye Goss.