El convenio se firmará el 2 de enero para el desarrollo de esta conducción que suministrará gas a la Unión Europea

Israel suscribirá acuerdo con Chipre y Grecia por el gasoducto East Med

AFP/GALI TIBBON - El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu

Israel, Chipre y Grecia rubricarán el próximo 2 de enero en Atenas un acuerdo para la construcción del gasoducto contemplado dentro del proyecto ‘The Eastern Mediterranean’ (East Med), que conectará estos tres países además de Italia. Esta infraestructura se constituirá en el gasoducto marino más grande del mundo y permitirá a Tel Aviv exportar gas natural a la Unión Europea (UE).

Benjamin Netanyahu, primer ministro en funciones de Israel, viajará el próximo mes junto con su ministro de Energía, Yuval Steinitz, para encontrarse en la capital ateniense con Kyriakos Mitsotakis, primer ministro de Grecia, y Nicos Anastasiades, presidente de Chipre, para profundizar en la iniciativa East Med. 

El gasoducto requiere todavía el visto bueno de Italia, el otro integrante de este proyecto que se ha venido negociando durante los últimos tres años y que conectará las reservas de gas de Israel con Europa pasando por los territorios chipriota, griego e italiano, dentro de una conducción que prevé una profundidad de 3,5 kilómetros. 

En una nota oficial, la Administración israelí indicó que esta infraestructura “contribuirá a la seguridad energética de Europa y a la prosperidad de Israel y el Mediterráneo”. El Ejecutivo hebreo ha estado promoviendo esta iniciativa desde 2017 para fomentar “la independencia energética” europea y el “florecimiento” de los propios proveedores de este gas natural. 

El propio Kyriakos Mitsotakis expresó que el gasoducto permitirá el transporte de gas natural desde el Mediterráneo oriental a Europa. Se espera que esta instalación proporcione alrededor del 10% de las necesidades de gas natural de la zona y reduzca la dependencia existente del suministrador principal ruso. 

Esta magna infraestructura energética ha venido planeándose y perfilándose desde que en 2010 se descubriese el yacimiento de gas Leviatán, considerado como una de las reservas de gas natural más importantes del arco Mediterráneo. Este hallazgo gasífero colocó a Israel en el centro del escenario energético y lo convirtió en un país energéticamente autosuficiente con aspiraciones de escalar en el plano exportador de la región de Oriente Medio dentro del sector gasista; todo gracias al fomento de una estructura como la de East Med, que permitirá la comercialización de su preciada materia prima. 

En este sentido, la Compañía Nacional de Electricidad de Jordania (NEPCO) anunció hace escasos días el bombeo experimental de gas natural desde Israel, en cumplimiento de lo acordado en 2016 entre ambas partes. El período de prueba durará tres meses con el objetivo de que se reciba gas diariamente. 

Cabe destacar que Israel también comenzará a exportar su gas a Egipto después del decreto que firmó hace un par de semanas el ministro Yuval Steinitz. El país egipcio se erigió así en el primer cliente internacional de gas natural israelí.

Esta iniciativa energética encabezada por Israel supone una vuelta de tuerca más a la carrera por los hidrocarburos que se lleva a cabo en el Mediterráneo y a la lucha que protagoniza la UE por reducir la dependencia energética ante el proveedor ruso. 

Se cumple ya una década de interés desaforado por los recursos energéticos en la zona; desde que fuesen descubiertos dos inmensas reservas de gas natural en aguas de Israel. En aquella época de crisis económica, estos descubrimientos supusieron una auténtica noticia y el inicio de una carrera por la búsqueda de hidrocarburos submarinos que supusiesen una gran fuente de ingresos a medio y largo plazo. A los yacimientos israelíes de Tamar y Leviatán, hallados en 2009 y 2010, les sucedieron los de Afrodita del sur de Chipre, en 2011, y Zohr en Egipto, en 2015. Todos ellos suman casi dos billones de metros cúbicos de gas natural, similar al consumo de gas de toda la UE durante cuatro años. 

Esta materia prima gasífera supone también la ventaja de que está más próxima geográficamente al continente europeo que la rusa, lo que significa un ahorro de costes en el suministro y la opción de no tener que depender tanto de la Rusia de Vladimir Putin. 

Por otro lado, este asunto también genera tensiones e intereses encontrados en el Mediterráneo oriental ya que Grecia y Chipre han aumentado exponencialmente su cooperación en esta materia con Israel y Egipto, de cara a investigar y explotar eventualmente yacimientos de gas que puedan situarse próximos a las costas del sur chipriota. 

La isla de Chipre continúa sin resolver el problema de su división entre el norte turcochipriota y el sur grecochipriota. El territorio quedó dividido en dos en 1974, cuando Turquía intervino en respuesta al golpe de Estado que pretendía la anexión de la isla a Grecia y esta separación prosigue. La República de Chipre controla el sur y es la única entidad reconocida internacionalmente, siendo miembro además de la UE desde 2004; mientras que en la región norte se proclamó la República Turca del Norte de Chipre, solamente reconocida por Turquía, país del que dependen para su subsistencia. 

En este escenario, el Gobierno grecochipriota selló durante los últimos años acuerdos con Egipto, Israel y Líbano para delimitar su Zona Económica Exclusiva (ZEE), en la que ya otorgó diversas licencias de exploración y perforación. Mientras, desde el lado turcochipriota se considera que se infringen sus derechos al no ser tenidos en cuenta a la hora de rubricar acuerdos internacionales de este tipo y de este calado. El Ejecutivo pro-griego señaló que los beneficios de estos acuerdos gasistas repercutirán en los turcochipriotas una vez llegue el pacto de reunificación, algo que parece estar lejano porque todos los intentos para ello han ido fracasando a lo largo del tiempo. 

Por su parte, Turquía ha intentado encontrar gas en sus aguas y en el norte de Chipre sin éxito de momento, por lo que acabó tomando la determinación de firmar un memorando con el Gobierno de Libia de Fayez Sarraj (reconocido por Naciones Unidas frente al otro Ejecutivo libio de Tobruk manejado por el mariscal Jalifa Haftar), por el que pactaron los límites de sus ZEE, las cuales tiene su final a 100 kilómetros del sur de las islas griegas de Creta y Rodas y proporciona a los otomanos un mayor control de la zona mediterránea. Este extremo acabó provocando la denuncia internacional de Grecia.