Afganistán expulsa a dos diplomáticos iraníes acusados de espionaje

Un funcionario afgano ha desvelado este fin de semana que su país ha expulsado a dos diplomáticos iraníes de la Embajada de la República Islámica en la nación asiática por realizar labores de espionaje, al ser miembros también de la Fuerza Quds, el cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria Islámica Iraní (IRGC, por sus siglas en inglés). Los dos funcionarios “estaban llevando a cabo actividades de seguridad e inteligencia dentro del territorio afgano”, según ha revelado la fuente en Al-Ain. En concreto, participaron supuestamente en un “proyecto supervisado por Qassem Soleimani [quien fuera comandante de las Fuerzas Quds, murió el pasado 3 de enero en Irak en una ofensiva estadounidense]”, aprovechándose de su trabajo oficial en la misión diplomática como supervisores de las actividades culturales y militares iraníes en Kabul, la capital afgana.
Uno de ellos ha sido identificado como Mohammad Reza Abdullah Abadi, agregado cultural de la Embajada iraní en Kabul desde 2016. El otro implicado es Jaffar Fatah Abadi, miembro de la misión consular iraní en la provincia de Nangarhar entre 2009 y 2014.
El funcionario afgano ha concretado que los dos acusados fueron expulsados inmediatamente después del asesinato de Soleimani, al conocerse los detalles de sus operaciones en la nación asiática, como, por ejemplo, la organización de las visitas de Esmail Ghaani -actual comandante de las Fuerzas Quds- cuando todavía no desempeñaba este cargo, sino que se dedicaba a tareas relacionadas con operaciones de inteligencia dentro de la IRGC. Era conocido entonces como “comandante en la sombra” o “cabeza pensante”, como recoge Al Manar. Ghaani se desplazó dos veces a Bamiyán, provincia central afgana, de forma secreta y, hasta el momento, no se han conocido los detalles de dichos viajes.
La agencia afgana TOLO News desveló que, en respuesta, Teherán también expulsó a dos diplomáticos afganos de Irán, uno de ellos de la Embajada en la capital de la República Islámica y el segundo del consulado en la ciudad persa de Mashhad.
Este episodio de expulsión de los diplomáticos ofrece una muestra más del estado de tensión en el que se encuentran las relaciones entre Afganistán e Irán. Hace tan solo una semana, la edición persa de la BBC anunció que ambos países habían obligado a abandonar sus respectivos territorios a “muchos” diplomáticos en los últimos días. Dos meses antes, el Gobierno de Kabul llamó a consultas al embajador iraní, Bahador Aminian, tras unas declaraciones en las que las autoridades de Teherán aseguraron que atacarían las bases estadounidenses en territorio afgano tras la muerte de Soleimani y del vicepresidente de las milicias iraquíes pro-iraníes, Abu Mahdi al-Muhandis, en el bombardeo dirigido por el Pentágono.
Otras razones que han contribuido recientemente al enfriamiento de los lazos bilaterales son la ayuda que Irán está prestando a los talibanes o la buena sintonía existente entre la República Islámica y Pakistán, enemigo tradicional de Kabul. En el primer caso, cabe destacar que, en el pasado mes de febrero, se hicieron públicos informes sobre que los talibanes habían recibido un envío de misiles antiaéreos procedente de Irán. En concreto, fueron entregados en el estado de Farah, al oeste del territorio afgano y muy cerca de la frontera con la República Islámica. “Los talibanes están tratando de transferir misiles antiaéreos de Farah a la provincia de Uruzgan […] Hay mucha información descubierta por la inteligencia afgana en este aspecto”, declaró el jefe de la Policía de la provincia de Uruzgan.
En este sentido, el ex primer ministro afgano, Gulbuddin Hekmatyar, ha denunciado recientemente en el periódico Ashraq Al-Awsat que “Irán ha desempeñado el papel más negativo en Afganistán. Está invirtiendo dinero para que la guerra continúe y evitar la estabilidad del país”.
En el segundo caso, cabe resaltar que las relaciones entre la República Islámica y Pakistán se encuentran en un momento “dulce”. “Irán siempre ha sido un vecino amigo y nos ha apoyado en tiempos difíciles”, declaró el primer ministro pakistaní, Imran Khan, durante su visita a Teherán el pasado mes de octubre, donde se reunió con el líder supremo Alí Jameneí y el presidente del país, Hasán Rohaní. Los lazos han sido considerados como “fraternales”, según el Middle East Policy Council, con la inteligencia y el aparato militar como punta de lanza de la cooperación. También poseen reseñables vínculos económicos, campo en el que resalta un gasoducto común, conocido como el gasoducto “de Paz”, actualmente en fase de construcción.
Con este escenario, lejos quedan los tiempos de la reunión del 25 de diciembre del año pasado, en la que el por aquel entonces nuevo embajador iraní en Afganistán, Bahador Aminian, y el presidente ejecutivo afgano, Abdullah Abdullah, reafirmaron “los valores compartidos” y “los lazos históricos y culturales” entre las dos naciones. Este último incluso llegó a definir a Irán como “un amigo cercano y aliado”.