Un informe advierte de que los ataques contra hospitales y centros de salud han diezmado el sistema de salud del país asiático, sumido en una guerra que deja más de 24 millones de personas en necesidad de ayuda

Cuando el coronavirus llegue a Yemen

OCHA/Giles Clarke - Niño caminando en Aden, Yemen, una zona que ha sido afectada por la guerra desde 2015

La situación política, económica y social que vive Yemen ha llevado a este país al borde del abismo.  En 2015, el presidente de Yemen, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi huyó a Riad para pedir ayuda a Mohamed ben Salman para recuperar la capital del país, ocupada por los rebeldes hutíes. Esta guerra que enfrenta a la coalición liderada por Arabia Saudí y el Gobierno yemení contra el movimiento de los rebeldes hutíes ha obligado a más de cuatro millones de personas a abandonar sus hogares y a más de 24 millones de personas a necesitar urgentemente ayuda humanitaria para sobrevivir. Una pandemia como la del coronavirus en una nación que acaba de superar un brote de cólera podría recrudecer aún más una de las crisis humanitarias más ignoradas por la comunidad internacional. 

Yemen es un país frágil y fragmentado cuya economía está colapsada desde hace más de cinco años. Antes de que se recrudeciesen los combates, este país dependía hasta en un 90% de las importaciones. Sin embargo, las partes del conflicto han destruido cientos de infraestructuras civiles y han provocado que más de 20 millones de yemeníes, es decir, más del 70 por ciento de la población, según la ONG Oxfam International, se encuentren en situación de inseguridad alimentaria y desnutrición. 

La inseguridad alimentaria es según la organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) “la probabilidad de una disminución drástica del acceso a los alimentos o de los niveles de consumo, debido a los riesgos ambientales o sociales, o a una reducida capacidad de respuesta”. En contra, la seguridad alimentaria según esta misma organización aparece cuando “todas las personas tienen acceso físico, social y económico a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias para poder llevar una vida activa y saludable”.

A la crisis humanitaria que sufre Yemen hay que sumar la propagación de enfermedades como el cólera, la meningitis, la malaria o la desnutrición. En definitiva, la violencia, los desplazamientos internos, las crisis climáticas y el acceso limitado a los servicios de saneamiento y agua potable han provocado que las personas que viven en Yemen no puedan tener acceso diario a unos “alimentos seguros y nutritivos” como establece la FAO, y necesiten la ayuda de la comunidad internacional para cubrir sus necesidades básicas. Al mismo tiempo, en los últimos meses Yemen ha tenido que hacer frente al peor brote de cólera registrado en el mundo.  

La pandemia del coronavirus ha eclipsado por completo otras crisis humanitarias como la de Yemen o el aumento de casos de dengue en América Latina. Yemen espera con resignación la llegada del COVID-19, asumiendo que no tiene capacidad suficiente para responder a este virus. “Las capacidades del país son muy débiles y nuestros recursos escasos”, ha explicado a la agencia de noticias EFE el encargado del Departamento de Control de Enfermedades y Epidemias del Ministerio de Salud hutí. “Incluso ya estamos cortos de camas y equipos porque hemos debido encarar varias epidemias y enfermedades y estamos bajo un bloqueo (militar y económico) que ha creado grandes necesidades, ni hablar ahora del coronavirus”, ha añadido. 

Los hutíes piden ayuda a la comunidad internacional 

Conscientes de esta situación, los rebeldes hutíes solicitaron apoyo a las agencias de ayuda internacional, en un intento de reducir el impacto del coronavirus en el país. “Apelamos a las agencias de la ONU y de la Cruz Roja a asumir sus responsabilidades en lo relacionado con el equipamiento de hospitales y centros de cuarentena porque hoy afrontamos un desastre médico”, instaba el pasado sábado el ministro de Salud del Gobierno hutí, Tahaal Mutawakil. “El mundo entero está completamente preparado y estas organizaciones hasta el momento solo nos han hecho promesas”, añadió. 

La paradoja de los hutíes reside en que al mismo tiempo que piden ayuda a la comunidad internacional para combatir el COVID-19, continúan con sus ataques hacia la población civil y hacia los hospitales del país.  Entre las medidas tomadas por los hutíes para hacer frente a esta pandemia destaca la suspensión de los vuelos humanitarios desde el aeropuerto de Saná, el único que opera en el territorio y al que solo tiene acceso Naciones Unidas. Asimismo, los rebeldes han decidido cerrar carreteras para evitar los desplazamientos hacia las provincias que están controladas por el Gobierno de Hadi, apoyado por Arabia Saudí. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido responder a esta petición y enviar un cargamento con material médico y suministros para luchar contra el COVID-19 con ayuda de Arabia Saudí. “Un agradecimiento especial para Arabia Saudí, que transportó en avión suministros esenciales de la OMS para el COVID-19 a Yemen”, ha anunciado a través de la red social Twitter la oficina regional de la OMS, con sede en El Cairo. Esta ayuda está destinada a la capital del país, según ha explicado la agencia. 

La pandemia del coronavirus plantea un nuevo desafío al país ya devastado por la guerra. La ONG Oxfam ha explicado que en Yemen un civil muere cada tres horas y media desde que comenzó el conflicto.  Aunque se hayan tomado medidas como restringir los vuelos, solo el 50% de los centros de salud en el país están funcionando, e incluso los que están abiertos se enfrentan a una grave escasez de medicamentos, equipos y personal. Y además hay que tener en cuenta que alrededor de 17 millones de personas --más de la mitad de la población-- no tienen acceso a agua potable. 

En este escenario hay que tener presente la próxima estación de lluvias que, si no se controla, podría causar otro brote del brote de cólera. El director de Oxfam en Yemen, Muhsin Siddiquey, ha destacado que “si bien la comunidad internacional se preocupa con razón por proteger a sus propios ciudadanos del coronavirus, tiene una responsabilidad con el pueblo del Yemen”. “Después de cinco años de muertes, enfermedades y desplazamientos y ante la creciente amenaza de una pandemia mundial, los yemeníes necesitan desesperadamente que todas las partes beligerantes acuerden un inmediato cese del fuego y vuelvan a las negociaciones para lograr una paz duradera”, ha añadido. 

Desde que comenzó el conflicto se estima que han perdido la vida al menos 12.366 civiles.  En diciembre de 2019, la esperanza volvió a Yemen tras una reducción de los combates. Sin embargo, estos se intensificaron en las provincias de Sana'a, Marib y Aljawf en enero y febrero de este año. “El mundo sabe cómo prevenir y tratar el cólera y el hambre - no son enfermedades nuevas. La crisis humanitaria de Yemen está totalmente hecha por el hombre, causada no sólo por las partes en guerra, sino también por aquellos que deciden añadir más leña al fuego ofreciéndoles armas”, ha lamentado Muhsin Siddiquey.

Yemen, el país donde los hospitales son bombardeados 

En esta espiral de atrocidades se encuentran los miles y miles de civiles yemeníes que cada día luchan por sobrevivir en una región, donde se producen constantemente ataques contra instalaciones sanitarias. La organización Médicos Sin Fronteras ha denunciado que “entre 2018 y 2020, MSF ha registrado al menos 40 incidentes de violencia contra el hospital general Al-Thawra, su personal y sus pacientes”. Ante esta situación esta ONG ha instado a todas las partes beligerantes a que “tomen todas las medidas necesarias para respetar las instalaciones de salud y los hospitales como espacios humanitarios”. Asimismo, han insistido en que los actos de violencia, directa e indirecta, contra este tipo de instalaciones sanitarias “imponen barreras adicionales a un sistema de atención sanitaria esencial, y que ya de por sí es limitado y frágil”.

Médicos Sin Fronteras ha hecho estas declaraciones varios días después de que se produjera el asesinato de dos empleados de ayuda humanitaria de la Media Luna Roja de los Emiratos. El ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional ha condenado estos actos criminales y ha mostrado su rechazo a “todas las formas de violencia y terrorismo dirigidas a socavar la seguridad y la estabilidad en contra de todos los valores y principios humanos y religiosos”. 

Asimismo, este organismo ha mostrado sus condolencias a las familias de las víctimas y a la Media Luna Roja de los Emiratos, reiterando que “tomar como objetivo al personal de ayuda humanitaria es una violación flagrante de todos los tratados internacionales que garantizan la protección de estos trabajadores”. “El ministerio valora los esfuerzos humanitarios realizados por la autoridad de la Media Luna Roja de los Emiratos en Yemen y en otras naciones del mundo para prestar todas las formas de ayuda y aliviar el sufrimiento de las familias y personas afectadas”, han añadido. 

Las organizaciones humanitarias que trabajan en este país temen no poder hacer su trabajo durante esta pandemia por los constantes ataques. En un comunicado oficial de prensa, Médicos Sin Fronteras ha explicado que el hospital heneral Al-Thawra está considerado como el mayor hospital público de la ciudad de Taiz. “Este hospital ha sido blanco de bombardeos indiscriminados de las fuerzas armadas del grupo Ansar Allah y ha sufrido incidentes armados cometidos por grupos armados vinculados al Gobierno de Yemen reconocido internacionalmente”, han indicado. “En el hospital Al-Thawra, el personal ya no se siente seguro en lo que debería ser un espacio protegido. Los pacientes evitan acudir al hospital, temiendo por sus vidas, incluso cuando es su única opción viable para recibir atención médica”, ha destacado Corinne Benazech, responsable de operaciones de MSF en Yemen.

A principios del mes de marzo, los combates se recrudecieron en el este de la ciudad de Taiz. Tal es la violencia a la que está sometida el país que el pasado 13 de marzo, la sala de urgencias del hospital de Al-Thawra recibió a ocho personas que habían perdido la vida por los ataques que se habían producido ese día. El propio hospital fue atacado varias veces durante esa misma jornada, según ha subrayado Médicos Sin Fronteras. “Las acciones de las partes en conflicto demuestran un flagrante desprecio por la neutralidad de los hospitales y los espacios médicos. Cada día, el personal médico toma decisiones valientes para seguir prestando asistencia sanitaria a pesar de los riesgos, en beneficio de los pacientes yemeníes que dependen de esta atención", concluye Benazech.

Todas las partes implicadas en este conflicto tienen la responsabilidad, en virtud del derecho internacional humanitario, de garantizar que los civiles y la infraestructura civil, incluidos los hospitales, sean respetados y protegidos”, ha concluido Benazech.
Asimismo, esta semana las organizaciones Mwatana for Human Rights (Mwatana) y Physicians for Human Rights (PHR) han publicado el resultado de una investigación conjunta cuyos resultados han desvelado que se han llevado a cabo al menos 120 ataques violentos contra instalaciones médicas y trabajadores de la salud durante los últimos años. “Los ataques de la coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, el gobierno del Yemen reconocido internacionalmente y las fuerzas del grupo armado Ansar Allah (hutíes) han diezmado el sistema de salud del Yemen”, advierte el estudio. 

El informe concluye que el incumplimiento de los pilares que dan vida al derecho internacional por parte de las partes beligerantes ha contribuido a la desastrosa situación humanitaria que vive el país. El constante acoso a las instalaciones sanitarias y a los trabajadores de la salud ha provocado que el derecho de acceso a la salud se haya visto denegado en este país. “Cada ataque a un centro de salud repercute mucho más allá de sus muros. Los asesinatos de médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud privan a las comunidades de la atención de la salud que necesitan desesperadamente”, ha asegurado Rayan Koteiche, investigador de Physicians for Human Rights Middle East and North Africa.  

La reanudación de los enfrentamientos a principios de este año ha amenazado con eclipsar las conversaciones de paz entre las partes beligerantes.  El conflicto de Yemen comenzó en 2014 enfrentando a los rebeldes hutíes con las tropas leales al Gobierno apoyadas por una coalición liderada por Arabia Saudí. La única forma de poner fin a esta guerra olvidada es integrando a ambas partes en el poder. Mientras los ataques contra los hospitales y otras instalaciones sanitarias continúen, este país no tendrá la capacidad suficiente para hacer frente a pandemias como la del coronavirus. La crueldad ha conquistado cada rincón de un país olvidado por la comunidad internacional, un país donde viven miles de civiles que cada día sueñan con una paz que nunca llega.