Erdogan y Putin se reunirán para destensar la situación en Siria

¿Es posible que llegue una tregua en Siria? Después de nueve años de guerra, la tensión en el país de Oriente Próximo ha alcanzado cotas máximas. El avance de las tropas del régimen de Bachar al-Asad hacia Idlib, por una parte, y la intervención turca desde el norte, por otra, han desencadenado enfrentamientos militares a lo largo de las últimas semanas que han hecho temer el estallido de un conflicto más amplio, con Rusia, aliada de Damasco, de por medio.
El punto álgido de esta escalada tuvo lugar en la noche de este jueves, cuando un bombardeo sirio sobre un puesto de control turco mató a 33 soldados y dejó heridos a otros 35. Posteriormente, fuentes oficiales turcas comunicaron que su ataque en respuesta había causado más de 300 bajas entre las filas de las Fuerzas Armadas sirias, pero esa cifra no está confirmada; el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés) la rebaja a 45.
El reciente ataque sobre las tropas turcas había hecho peligrar la cumbre a cuatro bandas que hay programada a partir del próximo 5 de marzo. Estaba previsto que, ese día, se encontrasen en Moscú los mandatarios de Rusia, Turquía, Francia y Alemania para tratar de buscar una salida al conflicto. Los últimos acontecimientos habían puesto en duda la viabilidad del foro, puesto que el Kremlin ha apoyado sin reservas las acciones llevadas a cabo por el Ejército Árabe Sirio.
No obstante, parece que sí habrá una oportunidad para el diálogo. Según ha informado Fahrettin Altun, director de Comunicaciones del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco ya ha mantenido una conversación telefónica directa con su homólogo ruso Vladimir Putin. Altun ha hecho saber que ambos dirigentes han acordado reunirse para discutir la actual situación en la región de Idlib. Las fechas que se manejan para un encuentro bilateral, según declaraciones del portavoz del Gobierno ruso Dimitri Peskov a la agencia rusa TASS, son el 5 y el 6 de marzo, coincidiendo con la cumbre.
Sin embargo, hasta que ese encuentro ocurra, no es probable que los combates cesen. En el transcurso de su llamada telefónica, el presidente turco ha manifestado a Putin que continúa considerando a las fuerzas del régimen de Al-Asad como “blancos legítimos” y que “la sangre de los mártires no quedará en la tierra”. Al menos en el plano de la retórica, Turquía sigue empleando un discurso duro contra Damasco. No obstante, ambas partes han buscado rebajar las hostilidades. Erdogan ha llegado a anunciar la destrucción de arsenales químicos del Ejército sirio.

Tras el ataque del jueves, Erdogan ha estado buscando apoyos políticos para reforzar su posición en un conflicto en el que no ha tenido muchos aliados, en parte debido a su apoyo financiero y armamentístico a las milicias rebeldes, muchas de las cuales están integradas por yihadistas de la órbita de Al-Qaeda.
Uno de los lugares a los que primero miró Turquía fue la OTAN. Tras el ataque sirio, el ministro de Asuntos Exteriores Mevlut Çavusoglu habló con el secretario general Jens Stoltenberg. Horas después, según lo postulado en el artículo 4 de la Carta, la Alianza Atlántica convocó una reunión de emergencia con el objetivo de evaluar la situación. Tras las consultas, Stoltenberg ha expresado su “total solidaridad” con Turquía por el bombardeo recibido.
El ex primer ministro noruego ha comunicado que la organización internacional se plantea incrementar las defensas antiaéreas del país, pero no contempla la limitación del espacio aéreo como pedía Ankara, puesto que esta medida podía acabar siendo contraproducente. Del mismo modo, tampoco parece contemplarse la posibilidad de acudir en apoyo de Turquía en caso de que invoque el artículo 5, que estipula que, si un Estado parte es atacado, los demás han de prestarle asistencia.
La ayuda de la OTAN podría consistir en desplegar más misiles tierra-aire de largo alcance del modelo Patriot. Sin embargo, la decisión ha de ser todavía sometida a consideración. Además, paradójicamente, Turquía ha adquirido, recientemente, baterías de misiles S-400 de fabricación rusa. La OTAN ha manifestado en repetidas ocasiones que no seguiría contribuyendo a armar al país de Anatolia si no daba marcha atrás en su acercamiento armamentístico a Moscú. Con los recientes desarrollos, esa óptica puede haber cambiado.

Mientras se intenta rebajar la tensión en las altas esferas, los combates continúan sobre el terreno. Las baterías turcas han realizado varias descargas sobre las tropas del régimen en las localidades de Saraqeb y Al-Arima, la primera cerca de Idlib y la segunda, de la frontera. No obstante, Al-Asad ha seguido avanzando en la provincia de Hama, donde solo diez pueblos resisten controlados por los rebeldes, según el SOHR.
Además, al menos diez combatientes afiliados a Hizbulá, la milicia chií de origen libanés que combate junto a Al-Asad, han muerto como consecuencia de los bombardeos turcos. Entre las víctimas, también hay decenas de civiles, según el SOHR.
Los últimos enfrentamientos han provocado un éxodo masivo en Idlib y los alrededores, donde casi un millón de personas, en su mayoría mujeres y niños, han dejado sus hogares desde el mes de diciembre, según Naciones Unidas. Turquía es la que está asumiendo buena parte de estos flujos de refugiados. Acoge en su territorio a más de tres millones y medio. El viernes por la mañana, Ankara anunció que no impediría su llegada a la Unión Europea a través de su territorio, en un intento de presionar a Bruselas para que tomase parte en el conflicto sirio.
Por el momento, la UE se ha mantenido al margen. Como precaución, Grecia ya había cerrado, el viernes por la tarde, todos sus pasos fronterizos terrestres con su país vecino. Los controles, además, se habían incrementado. Igualmente, Bulgaria ha reforzado las patrullas en la parte oriental.