Jacob Zuma, un presidente sudafricano bajo sospecha de corrupción
04 de octubre de 2014 (11:19 h.)
Por Lorenzo Medina
Foto: Jacob Zuma, presidente de África del Sur.
Jacob Zuma, el presidente de África del Sur, fue reelegido para el cargo el pasado mes de mayo. Pero tiene que hacer frente a varios escándalos de corrupción y en el seno de su partido, el Congreso Nacional Africano (ANC), tiene muchos adversarios. ¿Acabará su mandato en 2019? Muchos observadores políticos sudafricanos lo dudan. El mandatario de la principal potencia económica, junto a Nigeria, del continente africano está en la cuerda floja. Algunos de sus amigos políticos le abandonaron, y aunque sigue gozando de cierta popularidad tanto dentro como fuera del país –a finales de agosto fue recibido con honores por Vladimir Putin, en Moscú-, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) le han dado la espalda. Zuma fue abucheado en el Parlamento de su país por lo partidarios del opositor Julius Malema, y esos diputados le exigieron que devuelva el dinero que supuestamente robó para restaurar su residencia privada de Nkandla. Pero esto no es más que la punta del iceberg. El pasado 28 de agosto, cuando Zuma se encontraba en Moscú con el nuevo zar del Kremlin, la Justicia sudafricana le dio un susto: puso una vez más sobre la mesa el caso ‘Arms Deal’, un asunto de corrupción en la venta de armas más importante desde que acabó el apartheid que le persigue hace una década y a punto estuvo de costarle la presidencia en 2009. La Corte Suprema ordenó a Zuma que entregara a la oposición los documentos sobre esa venta de armas que sus abogados defensores mantienen en secreto. No se puede descartar que Zuma se siente pronto en el banquillo de los acusados. A sus 72 años, el mandatario sudafricano tiene un futuro político a corto plazo más bien incierto. Además, tiene problemas de salud y tuvo que ingresar al menos en una ocasión en un hospital estos últimos meses.
Tiempos soviéticos
Algunos analistas creen que Zuma viajó a Rusia para alejarse durante unos días del vendaval político que ha creado en su país su naturaleza supuestamente corrupta y porque necesitaba recordar con Putin los tiempos en que él luchaba contra el apartheid y el inquilino del Kremlin era un agente del KGB. En esa época tan dura para la población negra de Sudáfrica, Zuma viajó a la URSS para formarse como jefe de los servicios de información del brazo armado del ANC. Algunos asuntos turbios que salpican al presidente sudafricano, como ‘Arms Deal’, tienen su origen en esa etapa que vivió en la URSS. A mediados de los años 80 del siglo pasado, el actual mandatario sudafricano era un político que mantenía lazos estrechos con el Kremlin y el KGB y sus aliados africanos, como los dirigentes de Mozambique. Zuma se encargó de depurar el ANC de agentes infiltrados del régimen racista sudafricano y reclutó hombres de confianza como los hermanos Yunis y Moe Sjaik, que utilizaron métodos brutales que no tenían nada que envidiar a las prácticas de los torturadores del apartheid. La Comisión Verdad y Reconciliación reveló esta parte oscura de algunos dirigentes y militantes del ANC. En los años 90, Zuma ganó mucho poder en el seno del ANC e hizo negocios que lo enriquecieron. En 1999, era vicepresidente del ANC. En 2005, uno de sus socios, Schabir Shaik, fue condenado a 15 años de cárcel por fraude y corrupción. Zuma se libró de la Justicia por los pelos, pero no pudo evitar que algunos jueces y fiscales siguieran investigándolo.
Larga lista de delitos
La lista de supuestas corruptelas, irregularidades y graves delitos de corrupción es larga, y Jacob Zuma lo tiene cada vez más difícil para demostrar su inocencia. En 2009, consiguió no acabar en el banquillo de los acusados y fue elegido presidente por primera vez, pero el partido opositor Alianza Democrática (DA) denunció una “manipulación” y exigió poder consultar unas grabaciones que implicaban al nuevo jefe del Estado de Sudáfrica en la trama de corrupción relacionada con ‘Arms Deal’. Los abogados de Zuma se negaron a entregar esas grabaciones. El pasado mes de marzo, su adversaria política y mediadora de la República, Thuli Madonsela, publicó un informe detallado sobre los gastos “ilegales” del presidente. Zuma utilizó a la Policía, que es menos independiente que la Justicia, para salirse con la suya, pero no le salió bien la maniobra. El presidente está entre la espada y la pared. Desde el punto de vista político, este asunto no beneficia a las instituciones democráticas de un país económicamente emergente pero donde existen grandes desigualdades sociales, un 25% de desempleo y un alto nivel de corrupción.
Voces críticas
El ANC consiguió 62% de los sufragios en las últimas elecciones generales, pero la oposición es cada vez más fuerte y en el seno del partido hay voces que se oponen a seguir apoyando a Zuma, porque temen que esta defensa del presidente le pase factura desde el punto de vista electoral al movimiento que acabó con el apartheid. Algunos sectores críticos se decantan a favor de Thuli Madonsela; es el caso de la Unión Nacional de Trabajadores de la Metalurgia (NUMSA) y del secretario general de la poderosa central sindical COSATU, Zwelinzima Vavi. El vicepresidente del país, Cyril Ramaphosa, presuntamente implicado en la masacre de mineros de Marikana, en 2012, se mantiene al margen de la pelea sobre la jefatura del Estado. Así las cosas, algunos observadores no descartan que el sucesor de Jacob Zuma sea su exmujer, Nkosazana Dlamini-Zuma, actual presidenta de la Comisión de la Unión Africana (UA). “Creo que si tuviéramos una mujer apropiada para la presidencia, el ANC votaría por ella con entusiasmo”, dijo hace poco el jefe del Estado. Aunque resida en Addis-Abeba desde 2012, Nkosazana Dlamini-Zuma tiene sus apoyos dentro del partido y el más importante se llama Jacob Zuma.