El país africano ha lanzado una campaña para eliminar los restos de la vieja guardia, también vinculada con la Hermandad Musulmana

Sudán aborta una sublevación de los partidarios de Al-Bashir

PHOTO/AP - Miembros de las Fuerzas de Apoyo Rápido, una fuerza paramilitar operada por el Gobierno sudanés, bloquean las carreteras en Jartum, Sudán, el martes 14 de enero de 2020

Los vestigios del antiguo régimen de Omar al-Bashir han sacudido Sudán en la noche de este martes. Un enfrentamiento armado entre exagentes de seguridad vinculados a la red del expresidente -desalojado del poder el pasado 11 de abril en un golpe de Estado- y soldados de las Fuerzas Armadas, concretamente del brazo paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), ha supuesto “la mayor confrontación hasta ahora entre la vieja guardia y los partidarios de la nueva administración, que ayudó a derrocar a Al-Bashir después de 30 años en el poder”, aseguran los especialistas Khaled Abelaziz y El Tayeb Siddig en un análisis citado por Reuters. El episodio ha dejado un saldo de cuatro heridos.

El Gobierno de Jartum ha revelado este miércoles a primera hora que el exjefe del Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad (NISS, por sus siglas en inglés), Salah Abdalla Gosh, ha sido el responsable del sublevamiento. “Está detrás del complot y hay muchos oficiales militares activos y retirados que lo apoyan”, ha declarado el jefe adjunto del Consejo Soberano -órgano gobernante del país-, el general Mohamed Hamdan Dagalo, también conocido Hemedti.

El dirigente ha comunicado, además, que la situación “ha sido controlada”, por lo que no habrá “negociaciones con esas fuerzas”, a las que se les ha dado “algo tiempo para entregar sus armas”. “No aceptaremos ningún golpe, no aceptaremos ningún cambio ilegal. El único cambio vendrá del pueblo sudanés”, aseveró Dagalo.

Los tiroteos estallaron en las oficinas del NISS en el distrito de Riad, ubicado en el norte de la capital a pocos kilómetros del aeropuerto de Jartum. Asimismo, los insurgentes consiguieron bloquear dos pequeños campos petrolíferos ubicados en Darfur, con una producción de cerca de 5.000 barriles por día (bpd). El espacio aéreo de Sudán también fue cerrado durante ocho horas.

Estas acciones fueron llevadas a cabo en protesta por la última decisión que ha adoptado el Consejo Soberano para eliminar los últimos restos de la era Al-Bashir presentes en el país. El NISS despidió a una serie de empleados que no estaban contentos con la compensación financiera que las autoridades les habían ofrecido, como parte de un plan de reestructuración propuesto por el Gobierno de Transición, según han informado los medios locales. Cabe recordar, en este punto, que, como explica el analista T.A. Ali en Sudan Tribune, “el régimen islamista desaparecido, para asegurar la lealtad del aparato de seguridad, había ideologizado, adoctrinado, tribalizado y privatizado significativamente todo el sistema de seguridad, incluidas las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), el Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad (NISS), la Fuerza de Defensa del Pueblo (PDF), la Fuerza de Seguridad del Pueblo (PSF), la Policía y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF)”.

La medida que ha prendido la tensión este martes ha sido implementada en virtud de la ley que se aprobó en el mes de noviembre de 2019 para poner fin a la telaraña tejida por Al-Bashir durante tres décadas, la cual consiguió impregnar todas las capas de la sociedad, desde el nivel político hasta el religioso y el cultural. El documento fue propuesto por la coalición opositora, las Fuerzas de la Declaración de la Libertad y el Cambio (DFCF, por sus siglas en inglés), que recogieron una demanda del pueblo sudanés, en las calles desde hace casi un año para exigir una estructura política civil.

Hace una semana, un alto miembro del órgano anunció que habían incautado todos los activos de la formación política del expresidente, el Partido del Congreso Nacional (NCP, por sus siglas en inglés), la cual ya fue disuelta también en noviembre. Junto con la eliminación del partido, se emitieron órdenes de detención contra los autores intelectuales y materiales del golpe de Estado del 30 de junio de 1989, que acabó con el Gobierno democráticamente electo de Sadiq al-Mahdi y que puso a Al-Bashir al frente del país. 

Del mismo modo, hace siete días la institución gobernante comunicó la prohibición de dos periódicos -Al-Sudani y Al-Ray Al-Am- y de dos estaciones de televisión -Ashrooq y Teba-, junto con sus empresas matices, por haber recibido fondos estatales en tiempos del expresidente. “Estas instituciones fueron financiadas por el Estado y queremos devolver el dinero al pueblo sudanés”, señaló entonces Mohamed al-Fekki, miembro del órgano. 

Cabe recordar, en este punto, que el NCP de Al-Bashir, fundado en 1998, fue el sucesor del Frente Islámico Nacional (NIF, por sus siglas en inglés), afiliado a la organización de la Hermandad Musulmana, con raíces en el país vecino Egipto. 

Sudán afronta el enorme reto por delante de contrarrestar el riesgo que supone la corriente islamista en el país y que afecta a su seguridad nacional, en un momento en el que la organización -designada como terrorista por los países del Golfo como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU)- está luchando por volver a ser relevante en la región. 

Precisamente, el ministro de Estado de Asuntos Exteriores emiratí, Anwar Gargash, ha concluido este martes una visita de dos días a Jartum, donde se reunió con el primer ministro, Abdalla Hamdok. Durante el encuentro, Gargash reiteró el compromiso de EAU “a los esfuerzos por mantener la seguridad en Sudán y proteger la independencia y la estabilizar de sus instituciones”, en aras de “garantizar el éxito del actual período de transición del país”, según publicó la agencia emiratí de noticias WAM. “Sudán está actualmente en el camino correcto para convertirse en una historia de éxito y un modelo para el resto de la región”, indicó el ministro. 

Otros asuntos sobre la mesa fueron el fortalecimiento de las relaciones económicas y la cooperación comercial, sobre todo, en las áreas de seguridad alimentaria, energía e infraestructura.