Túnez cierra la transición política y afronta su mayor reto, la normalización
10 de febrero de 2015 (11:34 h.)
Javier Martín/EFE
Pie de foto: El nominado como próximo primer ministro de Túnez, Habib Essid, enseña la lista del nuevo gobierno al presidente Essebsi
Cuatro años después del triunfo del alzamiento contra el régimen dictatorial de Zine el Abedin Ben Ali, Túnez cerró esta semana su transición política y afronta ahora el reto que marcará su futuro: el de la normalización.
Analistas externos e internos coinciden en que el proceso político ha sido modélico, culminado con unas elecciones presidenciales y legislativas ejemplares, y la constitución el jueves de un gobierno de coalición polémico, pero bajo estándares democráticos.
Pero concuerdan, asimismo, que no hay tiempo que perder y que se debe comenzar a gobernar y acelerar las reformas, sobre todo en el terreno económico, si no se quiere que los triunfos logrados se diluyan.
La crisis económica es aguda, la desorientación social profunda y los problemas de seguridad amenazantes, en especial por el despertar del yihadismo, la porosidad de las fronteras comunes con Argelia y Libia y los efectos contagiosos de la guerra civil en este último país, argumentan.
"No pueden dormirse en los laureles, hay mucho que hacer. Hasta ahora se excusaban diciendo que ciertas medidas no se podían tomar porque el gobierno era de transición. Esta excusa ya no vale. Tienen que remangarse porque hay mucho trabajo que hacer para normalizar al país. Así se lo hemos dicho", explicó a Efe un diplomático europeo.
"Es verdad que la transición ha sido modélica en muchos aspectos. Pero aún hay otras muchas cosas que cambiar, sobre todo en el terreno de la gestión: aun quedan vicios del antiguo sistema, en el que todo estaba centralizado y los ministros eran todopoderosos. Aligerar la burocracia, introducir reformas financieras que permitan que la economía se modernice y crezca. Es un reto tan grande como el anterior", agregó.
En la misma línea se pronuncia el economista Moez Jeudi, para quien la situación económica del país "es tan extremadamente grave" y las soluciones tan acuciantes que lo obligado es arrinconar las peleas ideológicas y partidistas "en beneficio del interés nacional".
"El programa económico del nuevo gobierno es desacertado y no detalla las grandes líneas maestras. Pero el tiempo apremia y es necesario poner en marcha el país para salir del marasmo en el que se encuentra", agrega.
Jeudi considera que son cinco los asuntos económicos perentorios: el primero, recuperar la estabilidad y la confianza de los inversores, tanto nacionales e internacionales, para remendar el tejido financiero nacional y que el dinero y el crédito vuelvan a fluir.
"En segundo lugar, hay que contener las hemorragias en los distintos déficit, en particular en la balanza comercial, y en tercer lugar emprender una serie de reformas fiscales, bancarias y financieras, en la seguridad social y en las empresas publicas", añade.
"Y por último, iniciar un programa de rescate de las pequeñas y medianas empresas y trabajar a nivel legislativo en asuntos como la buena gobernanza y la transparencia", recalca.
La titánica tarea recae en Habib Esseid, un funcionario salido de los cuadros ministeriales del régimen de Ben Ali, bregado en ministerios como el de Interior en tiempos de la represión, y que tiene fama de buen gestor.
En un presidente intervencionista, Beji Caid Essebsi, octogenario y reputado, que presidió el Parlamento durante la dictadura y que en 2011 se convirtió en primer ministro de la revolución y en uno de los artífices de la transición política ahora completada.
Y en un gobierno de concentración nacional, gestado durante un mes de intensos contactos con todos los grupos, formado por tecnócratas y representantes del partido ganador de las elecciones, "Nida Tunis", pero también del opositor islamista moderado An Nahda, y cuya característica más destacada es que "no gusta a casi nadie".
Sobre todo en el entorno de la formación mayoritaria, que acusa a Essid de haber favorecido a los islamistas al concederles el ministerio de Trabajo y darles así la posibilidad de apuntarse la victoria si el Ejecutivo triunfa, y de criticarlo, al tener una única cartera, si fracasa.
Junto a la economía, la seguridad y la recuperación social son las otras dos tareas urgentes del primer gabinete post transición, amenazado por el auge del yihadismo en una atmósfera viciada por el paro y la falta de esperanza y alternativas que afronta la juventud, en particular en las áreas más desfavorecidas del sur.
"Las expectativas y las demandas de los tunecinos son hoy numerosas y variadas. Pero la cuestión de la seguridad es la más urgente. Sin seguridad, no es posible llevar a cabo el programa de desarrollo y las ambiciones de libertad y justicia social no se podrán alcanzar", argumenta el periodista Amel Zaibi.
Una tesis que comparten parcialmente responsables europeos destinados en el país, para quienes la seguridad está ligada al avance económico y social: "la seguridad es fundamental, pero la normalización y la economía son prioritarias", concluyen