Ankara viola el alto el fuego en ambos países con el envío de nuevo material militar

Turquía y sus promesas incumplidas en Siria y en Libia

AFP/AAREF WATAD - Vehículos militares turcos se dirigen en convoy al sur de la provincia de Idlib

El pasado cinco de marzo, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, acordaron un documento en el que precisan los términos del cese de hostilidades en la provincia de Idlib, el último bastión rebelde en Siria. Apenas quince días después, el Ejército de Turquía ha violado este alto el fuego pactado entre Ankara y Moscú al trasladar un sistema de defensa aérea a esta región. Según han informado varios medios de comunicación locales, el Ejército turco ha trasladado sus tanques Leopard 2A4 y su sistema de defensa aérea conocido como ATILGAN a Idlib.

A principios de este mes, el Ejército turco derribó al menos tres aviones sirios que estaban realizando incursiones cerca de la frontera de la provincia de Hatay y de Idlib. “Los sistemas de defensa área ATILGAN están equipados con ocho misiles Stinger, por lo que constituyen una amenaza para los objetivos situados a altitudes inferiores a cuatro kilómetros”, advierte la publicación de la aviación rusa Avia.Pro. A pesar de existir esta limitación, “el peligro sigue existiendo”, han asegurado.   

Por otro lado, el Ejército turco ha realizado una nueva patrulla a lo largo de la autopista que une Alepo con Latakia (M4) sin presencia rusa. En virtud del acuerdo firmado el pasado cinco de marzo, las Fuerzas Armadas rusas y turcas realizarían patrullas conjuntas a lo largo de la autopista Alepo-Damasco y la autopista Alepo-Lataquia, según informó el diario digital Al Masdar News. Sin embargo, las milicias rusas se han abstenido de realizar patrullas a lo largo de la autopista M-4 desde que uno de sus convoyes fue bloqueado por más de 60 manifestantes, según ha informado el periódico Al Masdar News. 

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha indicado que una columna militar turca entró este domingo en la zona de desescalada de tensiones por el cruce de Kafr Losin, al norte de Idlib. Esta columna militar estaba compuesta por 60 vehículos militares turcos, incluido equipo de logística, tanques y vehículos blindados. “El número de vehículos militares que han entrado en territorio sirio desde el inicio del nuevo alto el fuego ha alcanzado los 1.540, además de miles de soldados turcos”, han añadido desde esta institución con sede en Londres. 

Durante los últimos días, el presidente de Siria Bachar al-Asad ha pedido tanto a la UE como a EEUU el levantamiento “inmediato e incondicional” de las sanciones impuestas a Siria y otros países de la región, para poder así hacer frente al brote mundial del coronavirus.  En este escenario, Al-Asad ha decidido publicar un decreto legislativo que concede una amnistía general para delitos cometidos antes de la fecha del 22 de marzo 2020.

Libia, el otro campo de batalla de Turquía

Turquía también ha violado el alto el fuego acordado este fin de semana en Libia para reducir el impacto del coronavirus en el país.  El general Khaled al-Mahjoub, alto cargo del Comando General de las Fuerzas Armadas de Libia, ha confirmado este lunes que las milicias en Misrata recibieron un nuevo envío de armas procedentes de Turquía, según ha recogido Al-Ain News. Al-Mahjoub ha explicado a este medio de comunicación que las milicias leales a Fayez Sarraj estaban transportando armas procedentes de Turquía desde el puerto de Misrata al centro de Bogorin, situado al este de esta ciudad.

El Ejército Nacional Libio, una organización militar que actúa bajo el mando del mariscal de campo Jalifa Haftar, aceptó este domingo la tregua humanitaria propuesta por varias potencias internacionales. Este cese de hostilidades promovido por la ONU fue aceptado previamente por el Gobierno rival liderado por Fayez Sarraj. El objetivo de este alto el fuego es frenar la amenaza del coronavirus.  Así, Haftar ha explicado en un comunicado que “cumplirá con el alto el fuego mientras el otro bando haga lo mismo”.

Sin embargo, la el diario The Lybia Observer ha informado de un ataque de cohetes perpetrado por las milicias de Haftar en el sur de Trípoli, apenas unas horas después de haber anunciado que aceptaban un cese humanitario de las hostilidades para permitir a las autoridades aplicar medidas preventivas contra el brote de coronavirus. Este ataque ha provocado la muerte de al menos una persona y ha herido a dos niños de la misma familia. Según un comunicado del Gobierno de Acuerdo Nacional, “los cohetes de la milicia Haftar impactaron una casa en la localidad de Ain Zara, al sur de la capital, Trípoli”.

Asimismo, el líder del Gobierno de Acuerdo Nacional, Fayez Sarraj, ha insistido en que los ataques diarios a los barrios civiles de Trípoli no han cesado. “La comunidad internacional debe asumir su responsabilidad en Libia adoptando una postura estricta en relación con las violaciones de Haftar. Mantenemos nuestro derecho a responder a las violaciones de Haftar en Trípoli ya que no queremos que se salgan con la suya”, ha asegurado Sarraj este domingo durante una rueda de prensa.

Hace un mes Sarraj decidió abandonar Ginebra ante un supuesto ataque de las fuerzas de Haftar contra un barco que había llegado al puerto de Trípoli con armas y municiones enviadas por Turquía al GNA. Durante los últimos meses, Turquía está enviando a Trípoli y Misrata, otro puerto aliado al Ejecutivo liderado por Sarraj, buques con armas. El incumplimiento del embargo de armas impuesto a Libia ha sido criticado en reiteradas ocasiones por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, quien ha acusado a las naciones implicadas en el conflicto libio de “entorpecer las conversaciones de paz” a través del suministro de armas y combatientes. 

La intervención de la OTAN para derrocar a Gadafi en 2011 cambió por completo la historia de Libia.  Desde entonces conviven en el país dos gobiernos que se disputan la autoridad y que cuentan con el apoyo de distintas potencias extranjeras. La inestabilidad política característica de un país fragmentado se recrudeció el pasado mes de abril cuando las tropas lideradas por Haftar, apoyado por Emiratos Árabes Unidos y Egipto, decidieron lanzar una ofensiva para hacerse con la capital, Trípoli.  A las amenazas características de una guerra se suma ahora la pandemia mundial del coronavirus. Aunque por el momento no hay ningún caso confirmado en Libia, esta enfermedad podría hacer sufrir aún más a un país que ya está debilitado de por sí. En este escenario de inestabilidad, Turquía y otros países siguen haciendo promesas vacías; promesas en donde venden la idea de una paz que no llegará ni a Siria ni a Libia mientras las potencias extranjeras sigan violando los acuerdos de cese de hostilidades.