Docenas de heridos en enfrentamientos con los cuerpos de seguridad en Beirut, que han recurrido, por primera vez, al lanzamiento de pelotas de goma

Dos meses después, Líbano sigue en las calles

AFP/JOSEPH EID - Cerca de cumplirse dos meses del inicio, rebrotan las protestas en Líbano con episodios violentos en Beirut

 Las protestas en Líbano menguan, pero no desaparecen. Aunque los manifestantes ya no se cuentan por cientos de miles, las movilizaciones ciudadanas continúan gozando de buena salud en el país mediterráneo. Los choques violentos han aumentado su intensidad en varios grados. Este fin de semana, el centro de Beirut ha sido escenario de nuevas concentraciones contra la clase política que han derivado en enfrentamientos con la Policía. Docenas de personas han resultado heridas como consecuencia de las cargas y el lanzamiento de gases lacrimógenos y pelotas de goma. 

El origen de los disturbios se encuentra en varios episodios de peleas entre los manifestantes y miembros de Hizbulá y Amal. Testigos citados por la agencia Reuters afirman que los atacantes llevaban puestas capuchas que ocultaban sus rostros. No es la primera vez que los militantes chiíes se enfrentan a los participantes en las protestas contra el Gobierno y la clase política en general. A partir de ahí, la violencia ha ido escalando y ha alcanzado unas cotas que no se habían visto a lo largo de estos dos meses.

Los incidentes más violentos se han registrado en el barrio más cercano al Parlamento, cuando la Policía ha acudido a disolver las luchas callejeras entre ambas facciones. Los manifestantes han montado barricadas y quemado contenedores para impedir el paso a los edificios institucionales. Igualmente, han arremetido contra los escaparates de las calles comerciales. Los efectivos de las fuerzas de seguridad que han acudido a despejar la zona han sido recibidos con hostilidad. Según ha informado Reuters, algunos de los participantes en las concentraciones les han lanzado objetos y piedra. La Policía asegura que veinte agentes han resultado heridos.

Los cuerpos de seguridad han respondido, igualmente, a través de la fuerza. Los efectivos desplegados han hecho uso de cañones de gases lacrimógenos. También han lanzado pelotas de goma a los ciudadanos que han actuado con más violencia. Es la primera vez, según el portal Gulf News, que los policías libaneses echan mano de este recurso. La Agencia Nacional de Noticias ha documentado varios casos de desvanecimientos en plena calle por los gases. Las cifras de heridos varían: Cruz Roja habla de 33, mientras que la Defensa Civil Libanesa eleva el número hasta 54, de los cuales más de la mitad han precisado atención médica en los hospitales cercanos. El periódico Arab News informa de que el pronóstico de algunos de ellos es grave.

La situación en la capital libanesa es, ahora mismo, incierta, ya que se prevé que estallen nuevas revueltas en la tarde del domingo y la semana que viene. Las protestas de Líbano han alcanzado, de este modo, un pico de intensidad y violencia cuando están a punto de cumplirse dos meses desde su inicio.

Marasmo político y económico

La ola de manifestaciones que ha recorrido el país desde mediados de octubre comenzó cuando el Gobierno, entonces detentado por Saad Hariri, anunció que tenía la intención de gravar los servicios de voz de aplicaciones de internet, como WhatsApp y Facebook. Ese fue el detonante, pero los ciudadanos libaneses encontraron pronto muchos más motivos para protestar. Millones de personas salieron a manifestarse en todo el país contra la corrupción sistémica, el rígido sectarismo que domina el reparto de poder en la esfera política y, sobre todo, contra una situación económica muy compleja.

Las cosas, sin embargo, no han ido a mejor. A pesar de que Hariri decidió renunciar a su cargo a finales de octubre, junto con todo su gabinete, el país está instalado, desde ese momento, en una situación de parálisis política de la que no es capaz de salir.

El presidente Michel Aoun ha organizado rondas de consultas con el atomizado arco parlamentario, pero sus intentos por proponer un nuevo candidato a jefe de Gobierno aún no han sido fructíferos. Se espera que las negociaciones sean retomadas el lunes de la semana que viene.

Mientras los ciudadanos reclaman respuestas del poder público, es difícil que mejore su poder adquisitivo. Líbano se halla en una crisis de financiación muy profunda, con la libra bajo mínimos y unos niveles de deuda muy elevados -una deuda que las agencias de calificación más destacadas califican de bono basura. Es en este aspecto de los flujos de crédito donde se hace patente un círculo vicioso complicado de resolver. Mientras no haya un Gobierno que tome medidas para facilitar la inversión extranjera, el dinero no llegará; sin embargo, si ese capital no fluye, será más difícil garantizar la estabilidad social e institucional del país.