La nueva generación del Califato
Isabel García
Hace unos días Daesh difundía un video en el que unos niños mataban a seis 'infieles' acusados de pertenecer al régimen de Bashar al Assad mientras jugaban al escondite. Sin ningún titubeo y hasta ensañándose, los jóvenes, de apenas diez años, disparaban y degollaban a una de las víctimas. El video, grabado en alta definición y simulando lo que bien podía tratase de una partida de videojuego, plantea el asesinato como un mero espectáculo y dentro de una lección que esta nueva generación de yihadistas tiene que aprender.
Aunque la utilización de los niños en conflictos armados no es un fenómeno nuevo, sí que lo es la utilización de éstos con fines publicitarios. Naciones Unidas detalla en un informe que el grupo terrorista ha utilizado para actos bélicos a niños de hasta 8 años y, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Daesh ha reclutado a más de 1.100 menores de edad solo a comienzos de este año.
El grupo pretende hacer de su lucha algo multigeneracional y para eso nada mejor que adoctrinar desde pequeños a esa nueva generación, mucho más maleables y que representa el futuro y el legado de su visión del mundo. El programa que utiliza para llevarlo a cabo es 'Ashbal al Jilafa', traducido como “cachorros del califato”, y que consiste en una combinación de entrenamiento militar y religioso, en el que les transmiten las interpretaciones de la escuela 'wahabi'. Hay campos de entrenamiento para estos niños diseminados por Damasco, Raqqa, Mosul, Tal Afar y Deir al Zur.
La extrema violencia a la que se ven expuestos estos jóvenes funciona como una herramienta de desensibilización. Un joven de 17 años que consiguió escapar de las garras de Daesh explica que son constantes las proyecciones de videos propagandísticos del grupo y que reciben clases prácticas de decapitación. “Era como aprender a cortar una cebolla. Le cogías por la frente y luego rebanabas despacio la zona del cuello”, declara. Estas clases no obstante, se intercalan siempre con pasajes del Corán que justifican este comportamiento.
Por su parte, las niñas parecen no participar en estos campos, no obstante, y tal y como difunden sus madres en las redes sociales, tienen un contacto directo con armas de fuego y atienden a clases en las que el Corán es la materia principal. El pasado mes de noviembre, cuando Al-Hayat difundió uno de los primeros videos que exponían este adoctrinamiento con jóvenes kazajos, una pequeña de no más tres años dice “te vamos a matar infiel” mientras sostiene un arma de juguete entre las manos.
Reclutamiento
Hay varias formas de reclutar a estos niños; la utilizada principalmente por Daesh es el secuestro en orfanatos y escuelas, aunque cada vez más son capturados en sus propias casas delante de sus familias. Sin embargo, muchos padres han entregado de manera voluntaria a sus propios hijos a cambio de un salario mensual de alrededor de 150 dólares. En algunas ocasiones son los chicos los que eligen formar parte del grupo debido a un proceso de adoctrinamiento en las escuelas o como consecuencia de haber perdido a sus familias en los bombardeos del régimen sirio. El miedo también es una de las causas que les empuja a unirse: hace tan solo un mes Daesh difundía un video en el que asesinaba a 200 niños por no querer adherirse a ellos.
No obstante, no es el único grupo en Siria que está utilizando a la infancia. Ahrar al Sham al Islami, el Ejército Sirio Libre (FSA), Jabhat al-Nusra, y las Unidades de Protección Popular kurdas (YPG) utilizan también a los niños en el transporte de munición, en la vigilancia de puestos de control o en la logística, además de como combatientes.
Esta nueva generación de potenciales yihadistas supone también un problema grave para Occidente, que deberá emplear recursos para ayudar a reinsertarlos en la sociedad si no quiere que acaben capitaneando una nueva cruzada. Además, suponen un potencial riesgo para la seguridad internacional. La ingenuidad presupuesta a los niños, como de la que hasta ahora han gozado las mujeres, puede antojarse un arma de desestabilización después de haber sido utilizados en combate y como armas humanas. Su incursión en Occidente no suena tan descabellado.