Accidente aéreo en Kazajistán; donde no había nadie en esos momentos

El pasado 27 de diciembre despegó del aeropuerto de Almaty (la antigua capital de Kazajistán) a las 7:05 el vuelo ZU-2100 operado por la compañía kazaja Beck Air, que se ocupa de conectar por avión las principales ciudades del país, cuya extensión es cinco veces superior a la de España.
19 segundos después del despegue (aunque algunos supervivientes afirman que fueron 2 minutos) el aparato se precipitó a 1,8 km de Almaty, en la cercana villa de Kyzyl-Tu, estrellándose contra un edificio de dos plantas que estaba en construcción y donde no había nadie en esos momentos. La caja negra está siendo analizada en Moscú y los resultados arrojarán más luz sobre las causas del siniestro de este avión construido en 1996.
De los 93 pasajeros (de ellos, nueve niños) y cinco tripulantes que viajaban en el aparato modelo Fokker 100, 12 fallecieron en el acto y 53 fueron hospitalizados, de los cuales 17 quedaron gravemente heridos.
El accidente ha causado gran conmoción entre la población centroasiática, del tal manera que el presidente Tokayev decretó que el 28 de diciembre fuera de luto oficial y ha organizado una especie de 'comisión de crisis' específica para este asunto, encabezada por el primer ministro, Askar Mamin, el viceprimer ministro, Roman Sklyar, el ministro del Interior, Yerlan Turgumbayev, y el ministro de Sanidad, Yerlan Birtanov.
Además de los datos técnicos, este episodio nos deja una serie de historias humanas muy elocuentes. La lista de pasajeros no son sólo nombres anónimos, sino que detrás están las vidas de personas y familias que ahora están sufriendo. Entre ellos había personajes famosos del país como el jefe del Consejo de Generales, Rustem Kaydarov, y la periodista Dana Krugtova. También viajaba Abay Nurbekov, junto a su mujer y sus cuatro hijos (de 12, 10, 8 y 3 años de edad), un electricista que había ahorrado con gran esfuerzo para pasar las fiestas de año nuevo con sus padres en la ciudad de Arkalyk ; ahora, su viuda se debate entre la vida y la muerte y sus hijos se han quedado huérfanos.
Por otro lado, como muestra de solidaridad, los habitantes de la aldea de Guldale prepararon alimentos para rescatadores y víctimas.
El presidente del país ha dado instrucciones para que a las víctimas o familiares se les compense con 4 millones de tenge (unos 9.000 euros).
Antonio Alonso Marcos. Profesor Universidad San Pablo CEU.