Desafíos europeos

Por Javier Fernández Arribas
Nadie dijo que el proceso de Unión Europea iba a ser fácil y cómodo; quizá alguno si lo pensaba cuando se construyó el Euro como moneda única sin los instrumentos imprescindibles para su buen funcionamiento. Se advirtió pero la ola en el año 2.000 estaba con una cresta de esplendorosa liquidez como para plantear problemas de soberanía y tiranteces políticas que ensombrecieran un proyecto tan espectacular. El Euro era necesario pero acompañado de una coordinación real de las políticas económicas de todos los países, una armonización fiscal ineludible y un Banco Central Europeo con competencias independientes del poder político, sobre todo del berlinés. Llegó la crisis financiera internacional procedente de Estados Unidos y se descubrió la cruda debilidad europea que ha deparado situaciones tan peculiares como la griega y su incapacidad para gestionar su elevada deuda (ya veremos si el Eurogrupo logra alguna solución), pero también esforzadas y sacrificadas como la irlandesa, portuguesa y, sobre todo, la española. Ahora se trabaja la unión bancaria. Más vale tarde que nunca y sirva este recordatorio de cómo no hay que hacer las cosas para afrontar dos desafíos europeos vitales en este momento: la inmigración y la industria de Defensa. Hemos comprobado lo que ocurre cuando no se actúa como Unión Europea, sino que mandan los intereses individuales y, por tanto, los de los poderosos. Desastre a la vista. El problema de inmigración irregular no debe afectar únicamente a los países del sur: Italia y España, principalmente, sino que se precisa de una política común de todos los países europeos, repartiendo entre todos compromisos, responsabilidades, cargas, gastos y solidaridad. Es un problema de seres humanos, de estados fallidos, de lucro mafioso y la solución principal vendrá con el desarrollo económico, político y social de los países originarios de la emigración. África es el continente del presente y las relaciones con los ricos europeos deben basarse más en el respeto y la equidad. Lo demás sirve para perpetuar la miseria y la violencia y generar desesperación. El otro desafío trata de apostar por la industria europea aeronáutica y salvar un proyecto tan fundamental como el avión de transporte A400M. Por supuesto que hay que depurar todas las responsabilidades por el accidente de Sevilla pero Europa, haciendo autocrítica y tomando las medidas que requiera la seguridad y fiabilidad de este tipo de avión, debe seguir adelante.