Arabia Saudí: “No hay marcha atrás”

Catedrática de Filosofía. Autora de ‘Pioneras en Arabia Saudí. Mujeres que están protagonizando los actuales cambios del país’, publicado por Gráficas Celarayn.
Si solo observamos Arabia Saudí desde una perspectiva geopolítica, no podremos saber qué está ocurriendo allí, cómo les va a más de treinta millones de saudíes, a las familias, o qué pasa con la situación de las mujeres. Tendremos mucha información sobre la guerra en Yemen o sobre las relaciones del Reino saudí con Irán, pero muy poca sobre una sociedad en ebullición, en la que el 70% de la población tiene menos de treinta años.
Para comprobarlo de cerca, en los primeros meses de 2018, en los inicios de la llamada Visión 2030 como proceso de reformas impulsadas desde el gobierno, estuve en Riad para desarrollar un conjunto de entrevistas a mujeres destacadas en diferentes campos profesionales y con capacidad para influir en la sociedad saudí. Era parte de un proyecto programado con la Universidad Rey Saud que concluiría en un libro, “Pioneras en Arabia Saudí”, que se ha publicado hace seis meses.
Todas, desde la periodista Samar Fatany, con la que me reuní en primer lugar, a la viceministra de Educación, Haya Al Awad, con la que concluí las entrevistas, coincidieron en un diagnóstico común sobre la repercusión de la agenda de reformas 2030 en la situación de las mujeres: “No hay marcha atrás”. Cuando le pregunté a la veterana periodista, y reconocida luchadora por los derechos de las mujeres, por qué ahora sí, justificó así su optimismo: “Porque ahora el gobierno está con nosotras”.
Tenía interés en conocer la opinión de mujeres saudíes con capacidad de liderazgo desde que, años atrás, hice una biografía para Eila Editores de Thoraya Obaid, una mujer con importantes responsabilidades en Naciones Unidas durante un largo periodo de tiempo y una de las pioneras en formar parte de la Shura, el Consejo Consultivo del Reino. Comprobé al escribir sobre ella que existían otras muchas saudíes con una excelente preparación y capacidad de liderazgo desconocidas para la opinión pública internacional.
Impulsada por la propia Thoraya, decidí conocer mejor su situación y aspiraciones porque pienso que las reformas que necesita una sociedad se producen con más rapidez y profundidad cuando protagonizan y lideran esos cambios mujeres con capacidad de liderazgo. En mi trabajo pude comprobar que, en el Reino del petróleo, éstas abundan, e impresiona su voluntad decidida para impulsar los cambios que tanto necesitan y ansían. “No hay marcha atrás” es un diagnóstico y, a la vez, una aspiración a la que no quieren renunciar.
No son ingenuas, son muy conscientes de las dificultades, pero su optimismo y decisión impresiona. Moneerah Jamjoom, una reconocida empresaria en el sector de la educación, me confesó: “A veces, moverse despacio y de manera constante es la opción más rápida. El Reino necesita pensar más en una tortuga que en una rana y comprometerse con una estrategia de largo plazo”. Ilusionadas, pero realistas. Son muchas y están ya en todos los campos profesionales, y ahora también en centros de poder, en las universidades, en la actividad empresarial, en el mundo cultural o en los medios de comunicación. Su porcentaje es aún limitado, pero su ascenso es imparable.
Su papel en la sociedad saudí es aún poco conocido, pero preveo que serán decisivas en los procesos de cambio en marcha. Les molestan los tópicos sobre las mujeres saudíes en la opinión pública occidental, quieren ser reconocidas por sus capacidades profesionales, académicas, científicas, y agradecen que se les reconozcan sus esfuerzos. Me alegró que en el Festival de Cine de Venecia de este año se pusiera de relieve la calidad de la directora saudí Haifaa Al Mansour, una de las biografiadas en el libro. Ella y muchas más están contribuyendo a cambios en la vida de las mujeres en Arabia Saudí, aunque saben que necesitarán tiempo y esfuerzo.
En los últimos meses se ha ido produciendo un goteo constante de cambios que a nosotros, nos pueden parecer insignificantes, pero, para estas mujeres que llevan mucho tiempo peleando por ellos, cada avance es una revolución. Poder conducir, asistir a espectáculos públicos, como el cine, prescindir de la tutela masculina para viajar o crear una empresa, y tantos otros que se irán produciendo, son avances que las pioneras saudíes viven como victorias logradas por su lucha. Hacerlas visibles es decisivo para su éxito.
En la entrevista que mantuve con Haya Al Awad, viceministra de Educación y la mujer de mayor rango en el gobierno, me reafirmé en esta idea. “Me ha costado diecisiete años lograr que se respete mi voz como mujer”, me dijo, y comprobé en su sonrisa franca e inagotable que, como Samar Fatany, ella también piensa que están ganando. Cuando ya estaba de vuelta en España, vi como en todas las televisiones del mundo se pudo ver la imagen de Haya sin su niqab, un velo que cubre el rostro. Sabía que, como ella me confesó, no era un gesto fácil para un miembro del gobierno. Y allí estaba, con su actitud decidida, insobornable. Recordé: “No hay marcha atrás”.
En Europa se sabe poco sobre la existencia de estas mujeres, millones de ellas con una excelente preparación académica y profesional. Más de la mitad de titulados universitarios son mujeres, muchas con reconocimiento internacional por sus trabajos. Puede sorprender, pero la propia Universidad Rey Saud ocupa un lugar destacado en todos los rankings internacionales, por delante siempre de las universidades españolas. Y ahí están las mujeres saudíes compitiendo en todos los campos académicos, y destacando, a pesar del enorme peso de la cultura machista en la sociedad saudí.
De las muchas entrevistas que tuve la suerte de poder realizar en Riad, la de la joven investigadora en el campo de la genética molecular, Nouf Al Numair, en su laboratorio del Hospital Rey Faisal, me ayudó mucho a comprender lo que está pasando en el país. Con un optimismo contagioso me describió la importancia de su trabajo, sus aspiraciones profesionales, aún limitadas por ser mujer, su formación en Inglaterra y los premios recibidos. Ella, como muchísimas jóvenes saudíes, muestra una voluntad imposible de doblegar para lograr que las mujeres logren el protagonismo que se han ganado con su esfuerzo. No van a renunciar a su voluntad de liderazgo. “Se ve la luz al final de un largo túnel”, me dijo sonriendo.
Esta joven genetista me ayudó a comprender otra realidad saudí poco conocida, la formación en el país de una clase media numerosa y decisiva. Nouf me demostró una admiración infinita por su padre, un profesor de instituto que no paró de hacer horas extraordinarias para que sus hermanos mayores y ella –“ahora te toca a ti”- cuando tuvo la edad. La gran mayoría de las mujeres a las que entrevisté forman parte de esa clase media emergente, imprescindible para el éxito de las reformas del país.
En la inacabable periferia de Riad está ubicado el Centro Rey Abdul Aziz para el Diálogo Nacional en el que un importante grupo de mujeres lleva años dedicado a estudiar propuestas para la igualdad de género. Su directora es Amal Al Moalmi ha tenido un peso decisivo en las medidas concretas sobre derechos de las mujeres que la Visión 2030 ha incorporado, algunas ya aprobadas. Ella también confía en las reformas: “No se equivoque, hoy hay un proceso de cambio imparable. Hay muchas mujeres en puestos de dirección y eso no se conoce”.
La doctora Al Moalmi me entregó un documento con sesenta y dos medidas que, en coordinación con el grupo de mujeres de la Shura, se ha convertido en un programa de mínimos para las mujeres saudíes. Su preocupación, como la de otras muchas, estaba muy centrada en la incorporación de las mujeres a la actividad productiva, vital teniendo en cuenta que sólo un 23% de mujeres de más de quince años son activas, frente a una media mundial del 47%, según datos de 2018 del Banco Mundial. Saben que “el acceso de las mujeres al trabajo tiene serias dificultades en Arabia Saudí”.
En las presentaciones de Pioneras en Arabia Saudí muchos se sorprenden de la comparación de la situación de las mujeres saudíes hoy con la de las españolas no hace tantos años –en cuanto a tutela masculina, por ejemplo-. No es lo mismo, dicen. No, las circunstancias concretas cambian, pero los derechos de las mujeres a la igualdad son universales y la lucha de estas pioneras no es muy diferente a la de las europeas, antes y ahora.
Necesitan visibilidad y romper la caricatura con la que se desdibujan sus esfuerzos y sus éxitos. Aman a su país y les duele que se les haya convertido en un simple tópico. Sé qué importante es que, cada vez que es noticia internacional alguna de las reformas, se conozca la existencia de estas pioneras saudíes, tan valientes y tan tenaces. Como la empresaria Lubna Al Olayan, directora de Olayan Financing Company, la bioquímica Hayat Sindi, reconocida internacionalmente por sus revolucionarios sistemas de detección para zonas aisladas, o Maha Al Muneef ganadora del premio Mujer Coraje, que le entregó el presidente Obama, por su trabajo contra la violencia de género en Arabia Saudí. Y tantas en las que se puede confiar. Yo confío, y mucho, en ellas.