Las consecuencias geopolíticas del fin armenio de Nagorno Karabaj

El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev - AFP/KENZO TRIBOUILLARD
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev - AFP/KENZO TRIBOUILLARD

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

El final de la República de Artsaj, institución política que gestionaba el enclave de mayoría armenia de Nagorno Karabaj, supone un acontecimiento geopolítico decisivo en el Cáucaso. Azerbaiyán recupera así el control de un territorio supervisado históricamente por Rusia, potencia en declive en la región en favor de Turquía. La creación de un corredor entre la región azerí de Najicheván y el resto del país, posibilidad cada día más real, supondría el fortalecimiento de los canales este-oeste de la región para el abastecimiento energético europeo, frente al eje norte-sur que Rusia defiende en la región del Caspio. Las consecuencias de este movimiento no se limitan a una cuestión territorial, sino que también repercuten significativamente sobre los ámbitos geopolítico y energético. La ruta este-oeste con destino a Europa impulsada por Turquía obligaría a Rusia a realizar un movimiento estratégico junto Irán para compensar a través de la ruta norte-sur su pérdida de influencia en el Cáucaso y en el campo energético.

  1. Introducción
  2. Azerbaiyán y Turquía vs. Armenia y ¿Rusia?
  3. Las potencias revisionistas
  4. Rutas energéticas
  5. Reestructuración del patio trasero ruso
  6. Conclusiones

Introducción

La reciente victoria azerí en Nagorno Karabaj va a suponer un importante viraje geopolítico en el Cáucaso sur. El apoyo militar turco al despliegue del Ejército de Aliyev ante la pasividad de las tropas de paz rusas supone un destacado incremento del peso de Estambul en la zona en detrimento de Moscú, más pendiente de lo que sucede en su guerra en Ucrania.

El siguiente objetivo de Bakú es el enlace con el enclave azerí aislado de Najicheván. Esta unión permitiría la conexión Turquía-Azerbaiyán a través del corredor Zangezur, atravesando la estrecha región meridional armenia de Syunik, en la frontera con Irán (figura 1).

ieee-armenia

Armenia, la gran damnificada, no solo se queda sola ante la inactividad de su principal aliado, Rusia, sino que ve cómo peligra su propia integridad territorial. A la ya consabida desaparición de la República de Artsaj se une la amenaza real del corredor Zangezur.

De materializarse la conexión, Armenia quedaría aislada por países hostiles, a excepción de la frontera septentrional con Georgia, en una situación de extrema vulnerabilidad.

La conexión turco-azerí permitiría una comunicación más fluida en las rutas energéticas de los dos países, evitando la intermediación de la neutral Georgia, necesaria para evitar la circulación por territorio iraní o armenio.

De esta forma, se configurarían de una manera más robusta las dos principales líneas antagónicas: la mencionada conexión Bakú-Ceylán permitiría la llegada a Europa vía Mediterráneo a través de puertos turcos, conformando un eje este-oeste contrapuesto al eje norte-sur resultado de la conexión Moscú-Teherán, con salida al mar Arábigo.

Azerbaiyán y Turquía vs. Armenia y ¿Rusia?

El conflicto en el Alto Karabaj evidencia la prioridad que para Rusia supone actualmente la guerra en Ucrania. La actitud descuidada o pasiva de Moscú en el Cáucaso sur no es un hecho aislado, sino que se suma a otros ejemplos de inacción en su patio trasero. El más relevante fue el acontecido en el verano de 2022, cuando un choque fronterizo entre Kirguistán y Tayikistán, que provocó un centenar de víctimas mortales, estuvo cerca de suponer una importante crisis en la región1.

Esta escalada de tensión obligó a Armenia a buscar nuevos aliados, encontrando en
EE. UU. a un mediador válido. Sin embargo, los resultados no fueron positivos.
Azerbaiyán, con Turquía como principal aliado y el beneplácito de Israel, tomó el control de la región secesionista, sabedora de que la Unión Europea, para la que se ha convertido en un importante proveedor energético tras el bloqueo a Rusia, se limitaría a leves protestas.

La nueva configuración de la región afianza el rol de Azerbaiyán, que ha pasado de estar rodeada de vecinos poco amigables (Irán, que cuenta con una importante población azerí tiene una actitud recelosa y desconfiada hacía Bakú. A pesar de compartir religión y orígenes, la relación con Armenia ha sido históricamente conflictiva. La cristiana Georgia nunca ha sido un aliado y la inestable región rusa de Daguestán no facilita la conciliación) a ser temida por su amistad con Turquía y la geopolítica de los carburos, pues es uno de sus principales exportadores, lo que supone importantes desembolsos económicos que repercuten su beneficio.

Además de los intereses en el gas y los hidrocarburos azeríes, principal razón de la creación del corredor en territorio armenio, la conectividad con Bakú supondría una herramienta útil: un puente para expandir las influencias pantúrquicas en las antiguas repúblicas soviéticas centroasiáticas, que tienen raíces comunes. La consecución de estos intereses e influencias confiere a Turquía el estatus de potencia regional en detrimento de los objetivos rusos e iraníes.

Varios expertos han justificado la no intervención rusa, amparándose en el hecho de que Azerbaiyán no pertenece a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), de la que sí forma parte Armenia. Este argumento queda invalidado por el ejemplo expuesto. Con su conflicto fronterizo, tanto Kirguistán como Tayikistán, pertenecientes al tratado de seguridad orquestado por Moscú, evidenciaron la profunda fragilidad de la referida institución en el terreno práctico. Más complejo sería el debate si la no intervención rusa se analiza desde la perspectiva de que la región del Alto Karabaj, a pesar de tener mayoría armenia y ser Rusia garante de su seguridad, pertenecía de iure a Azerbaiyán.

Tampoco hay que olvidar que en el contexto de la guerra de Ucrania, las ambiguas relaciones entre Rusia y Turquía están afectadas no solo por la geopolítica del control del mar Negro, sino desde el punto de vista militar y armamentístico, pues Ankara se ha convertido en uno de los principales proveedores de Moscú. Estos factores pueden influir en la política de no intervención del Kremlin en el conflicto caucásico y, por extensión, en el área de influencia otomana.

La entrada de China en el patio trasero centroasiático, unida al auge de Turquía en el sur del Cáucaso, supone una seria pérdida para la influencia histórica de Rusia esta área. El deseo no cumplido de repetir una victoria relámpago en Kiev, como la que condujo a la ocupación de Crimea, supuso un duro fracaso para Rusia. El desgaste de la guerra, cuya duración se extiende más de lo que Moscú había estimado, está obligando a replegar filas.

Las potencias revisionistas

La configuración actual del orden mundial ha generado rivalidad entre dos bloques claramente diferenciados. Por un lado, las potencias atlánticas, EE. UU., la UE y su extensa red de aliados, defienden los valores occidentales de libertad y democracia y dominan actualmente el panorama internacional. Por otro, los países que forman el bloque revisionista desean modificar el actual orden mundial, ya que no favorece sus intereses como gobiernos autocráticos. Las potencias revisionistas son China, Rusia e Irán. Aunque las tres coinciden en el cambio, difieren en las herramientas para llevarlo a cabo. China, que busca fomentar su posición económica a través de la geopolítica, tiene como objetivo vencer a EE. UU. para conquistar la hegemonía mundial. Rusia, por su parte, utiliza la fuerza militar para alterar las actuales fronteras y volver a ser un imperio. Irán busca hacerse con armamento nuclear2. El ámbito de actuación territorial de cada una de estas naciones tiene un escenario principal claramente definido, aunque son frecuentes las intervenciones en otras áreas a través o con la autorización de terceros países aliados. En el caso de China, el escenario principal se ubica en el mar de la China Meridional, origen y destino de su extensa red comercial; los intereses de Rusia se centran en la región euroasiática; por último, Irán desea ser la principal potencia de Oriente Próximo.

A pesar de ubicarse en el mismo bloque, las relaciones entre estos tres últimos países no son tan sólidas, pues comparten algunos objetivos, como la actitud hostil hacia
EE. UU., pero otros de sus intereses divergen claramente. Los ejemplos más evidentes involucran al binomio Rusia-China. Pese a la imagen exterior de unas estrechas relaciones sin fisuras que quieren proyectar realizando ejercicios militares conjuntos, operaciones de seguridad y firmando acuerdos económicos y comerciales, la realidad es que existen puntos de confrontación. La testaruda postura de Moscú, cuya obstinación en la guerra de Ucrania no le está reportando los resultados esperados, choca con los intereses pacificadores de China por motivos geopolíticos y económicos. La estabilidad y la tranquilidad benefician a las economías occidentales, principales clientes de gigante asiático3. Por otro lado, existe una disimulada fricción derivada de la competición entre estos dos países por monopolizar los numerosos recursos energéticos de Asia Central. Teherán, por su parte, critica a Moscú su acercamiento al régimen de Netanyahu, pues Israel e Irán tienen una rivalidad histórica.

Las relaciones entre Rusia e Irán se han visto reforzadas en los últimos años. El origen de la mejora fue el famoso «Pivot to Asia»4. Este cambio de actitud de Putin, quien rompió los vínculos con Europa y reforzó sus relaciones con Oriente, supuso un viraje radical mediante la reorientación de la política exterior rusa. El fin de las relaciones con Occidente ha obligado a Rusia a buscar nuevos aliados comerciales con los que suplir el vacío que deja el socio europeo en sus delicadas arcas. De esta manera, Moscú ha reactivado las relaciones que mantenía con ciertas naciones y se habían enfriado y ha iniciado otras nuevas. Algunos ejemplos son los países del Pacífico o las recientes incursiones rusas en África, a través de proxies, para posicionarse y ofrecer apoyo económico y militar a determinados grupos locales en la defensa de sus intereses. La conexión con Irán permite a Rusia expandir su influencia en Oriente Próximo, que se canalizará a través de una interesante estrategia geopolítica energética.

Rutas energéticas

La creación de un corredor que una Turquía con Azerbaiyán supondría un nuevo y duro contratiempo para Moscú. El refuerzo de las vías este-oeste desde Bakú —rica en yacimientos tanto petrolíferos como de gas—, pasando por Turquía, hasta llegar a Europa a través del Mediterráneo exige a Rusia una medida que actúe de contrapeso. La solución a priori más sencilla consiste en reforzar la vía norte-sur, que Moscú monopoliza desde tiempos soviéticos. Esta ruta, que partía de las costas ribereñas del Caspio de Kazajistán y Turkmenistán y que conecta con los oleoductos septentrionales rusos, se ha ido ampliando en sentido sur hasta el vecino Irán. El bloqueo por parte de Estados Unidos obliga a Irán a la búsqueda de intermediarios, y Rusia es un buen socio con capacidad e infraestructuras para canalizar los recursos persas (figura 2). Los recientes acuerdos en materia de hidrocarburos entre Moscú y Teherán están vinculados a la explotación del importante yacimiento iraní de Chalous, en el Caspio. Estos otorgan a Rusia un 40 % de la producción, cifra muy por encima del 28 % del que dispondrá China y del 25 % del propio Irán. Los mencionados acuerdos suponen un punto y seguido en las políticas rusas en la región, que sin duda se incrementarán5.

armenia-ieee-1

El nuevo proveedor chií supone un pequeño respiro para Rusia en la región del Caspio, donde sus relaciones con los países vecinos se encuentran muy tensionadas. El reciente e inesperado desencuentro con su principal aliado centroasiático, Kazajistán, es especialmente preocupante. Las relaciones, históricamente ejemplares con el primer presidente del país, Nazarbáyev, se han enfriado últimamente. Tokayev, sucesor de Nazarbáyev desde 2019, se ha mostrado crítico en varios aspectos con Moscú, algo sin lugar a dudas novedoso.

A pesar de que el presidente kazajo solicitó y recibió apoyo militar de Rusia para apaciguar las recientes revueltas, que se originaron en el sudeste del país y se extendieron rápidamente por todo su territorio, se mostró crítico con la invasión de Ucrania y abierto a recibir a los rusos llamados a filas en los primeros compases del conflicto. La respuesta de Moscú se produjo en el terreno económico: las vías kazajas en territorio ruso fueron cortadas. Esta táctica, en el pasado efectiva para los intereses del Kremlin, hoy en día tiene serias limitaciones por las alternativas que maneja el país centroasiático. Kazajistán puede acceder a los mercados europeos vía Azerbaiyán —eso sí, con volúmenes de mercancía mucho menores que a través de la ruta por Rusia— y también dirigirse al este con destino a China, lo que reduce considerablemente la capacidad de presión de Putin6.

Las relaciones con Turkmenistán llevan tiempo estancadas. La política de neutralidad y opacidad de Ashgabat, cuyos vínculos con el exterior son muy concretos, se ha decantado en favor de China, que se ha convertido en su principal socio energético7. La entrada de las compañías estatales chinas, con capacidad para desarrollar proyectos de inversión y ofrecer facilidades de financiación, ha conseguido excelentes resultados. Pekín ha desarrollado importantes rutas con los productores centroasiáticos aprovechando la ruptura con Moscú.

La extensa infraestructura que parte de los productores centroasiáticos y atraviesa la región hasta la provincia de Xinjiang, en territorio chino, no solo conforma una realidad, sino que en el futuro próximo será una de las principales vías energéticas que abastecerá al gigante asiático.

El último productor importante del Caspio, Azerbaiyán, aunque no renuncia a acuerdos con otros países, ha mostrado sus cartas tras los últimos movimientos en Nagorno Karabaj y la cooperación con Turquía.

A todo ello se suma la disputa por el control de los recursos del Caspio. La dificultad de consenso entre los países ribereños, así como la incompatibilidad de sus intereses, complica la definición del estatus y la solución firme del contencioso8.

A la espera de movimientos del Kremlin que suavicen las relaciones con estas antiguas repúblicas soviéticas, la solución a la crisis energética rusa, que afecta tanto a proveedores como a clientes, pasa inevitablemente por apostar por el régimen ayatolá iraní. Sin embargo, el contexto actual, con la reactivación del conflicto árabe-israelí, en el que Irán es un actor importante, no favorece sus intereses, ya que puede dañar la sintonía en las relaciones de Rusia con Israel.

El desarrollo de la red norte-sur es la principal alternativa para competir con la europea este-oeste y con la ruta oeste-este con destino a China, que previsiblemente irá teniendo más peso si crece la escalada de tensión en Oriente Próximo.

Reestructuración del patio trasero ruso

La doctrina rusa del «extranjero próximo» ha sufrido una profunda revisión tras el estancamiento de la invasión de Ucrania. La insospechada resistencia ucraniana ha roto las previsiones de Rusia, que debe seguir financiando los altos costes de una guerra que se está prolongando más de lo deseado por Moscú. Las sanciones occidentales dañan la ya delicada situación económica del país, por lo que los recortes que está acometiendo y acometerá Rusia se reflejarán en la vasta área de influencia que forma su patio trasero. El preludio de esta situación se pudo observar, como se ha comentado, en la crisis fronteriza kirguizo-tayika, donde la OTSC no intervino y que pudo suponer otra nueva crisis en la región centroasiática. La entrada de tropas azeríes en Nagorno Karabaj y la expulsión de la población armenia, que ha ocasionado una crisis de refugiados que Armenia no puede gestionar, debido a sus importantes carencias logísticas, ha sido contemplada con pasividad por las tropas rusas desplegadas en la zona. La protección que Moscú brindaba históricamente a su principal aliado en el Cáucaso sur, y que le permitía extender su influencia hasta las vecinas Turquía e Irán, hoy ha desaparecido y los límites actuales de su poderío se sitúan en las conflictivas regiones caucásicas de Abjasia, Osetia del Sur, Chechenia y Daguestán, entre otras.

En el patio trasero centroasiático de Moscú, en la actualidad la situación se encuentra relativamente calmada, pero históricamente se trata de una región inestable, debido a la influencia perturbadora de Afganistán y a la conflictividad étnica en el valle de Ferganá. La importancia energética de esta región presupone una mayor reticencia a abandonar los recursos dedicados a ella en favor de los requerimientos en el frente occidental.

Una posible solución temporal a un escenario tan negativo para los intereses rusos es permitir la ampliación del radio de acción de China en la zona. La presencia china es un mal menor en comparación con el vacío que previsiblemente se está generando en la región. La capacidad diplomática del Kremlin permitirá (o no) en un futuro la vuelta al statu quo anterior a la guerra en Ucrania.

En consonancia con lo expuesto, las políticas del «Pivot to Asia» refuerzan estas teorías sobre el desarrollo de vínculos con países asiáticos y del Pacífico, económica y comercialmente más atractivos que el intento de vencer en el difícil escenario del Cáucaso sur.

Conclusiones

Las consecuencias geopolíticas de la incorporación del territorio del Alto Karabaj al Estado azerbaiyano pueden clasificarse en tres ámbitos principales interconectados.

Desde el punto de vista territorial, esta evidencia la importante fragilidad de Armenia y hace factible un nuevo ataque en la región de Syunik que viole la integridad territorial del país.

Desde la perspectiva geopolítica, la principal consecuencia es la evidencia de la debilidad de Rusia: el principal aliado armenio, cuya bandera ondea junto a la nacional en las fronteras con Turquía y Azerbaiyán y que servía de potencial herramienta disuasoria, hoy en día no tiene ese efecto. La pasividad de las tropas rusas ante el avance azerí revela claramente la intención del Kremlin de no entrar en conflicto con Turquía. La influencia turca ha desplazado y arrinconado la presencia rusa, histórica en la región.

A pesar de contar con Irán como aliado en la zona, la falta de recursos, la tensión con la vecina Georgia, la presencia turca y la relación de Azerbaiyán con Europa, así como la debilidad de la propia Armenia, hacen que los esfuerzos y recursos de Rusia destinados a mantener su influencia en la región queden estrictamente limitados. Será interesante observar la reacción de Moscú si la integridad territorial de Armenia se ve amenazada por el corredor, pues recordemos que legalmente la región anexionada, a pesar de contar con mayoría armenia, pertenecía de iure a Azerbaiyán.

Los ingentes recursos que supone mantener activo el conflicto en Ucrania están generando una política austera y de retroceso en el resto de áreas de influencia de Rusia, cuya primera evidencia se ha hecho patente en la conflictiva región caucásica. Si la guerra se prolonga de forma duradera es posible que la fragilidad rusa se evidencie en otros escenarios con mayor presencia y repercusión para Moscú, como la región centroasiática, donde China ya está presente y puede ampliar su área de acción.

Desde el punto de vista energético, que, no olvidemos, es el principal objetivo del corredor entre la región aislada de Najicheván y el resto del país y, por lo tanto, a Turquía, este proyecto supondrá un reforzamiento del canal caucásico, que tiene como destino final los clientes europeos. Esta vía, la más interesante para Europa, pues evita el territorio ruso, es el denominado corredor este-oeste. La posible creación de un corredor que una Turquía con Azerbaiyán supondrá un nuevo contratiempo para Moscú.

El histórico monopolio del control y la distribución de los hidrocarburos con destino a Europa ha dado paso a una situación de dura competencia, en la que Rusia se encuentra en un incómodo escenario. La relación con las jóvenes repúblicas centroasiáticas, históricamente importantes proveedoras rusas de hidrocarburos y gas, se encuentra lejos de estar en su mejor momento, por lo que Moscú está obligada a un entendimiento con Teherán para compensar la balanza. A pesar de sus divergencias, Rusia e Irán comparten una visión revisionista del orden mundial y sus malas relaciones con EE. UU., lo que va a favorecer que trabajen conjuntamente por sus intereses comunes: las sinergias importantes incumben al ámbito energético. La mejor opción entre las contadas alternativas de las que dispone Moscú es el fortalecimiento y desarrollo de una corriente norte-sur, con origen en los yacimientos persas, que llegase hasta territorio ruso a través del Caspio.

El Kremlin ya ha establecido e intensificado los vínculos con el régimen ayatolá para minimizar el previsible impacto del fortalecimiento de la ruta este-oeste y atraerá a países como Turkmenistán para que se unan al proyecto a través del Caspio. La viabilidad energética de Rusia está en juego.

El episodio del Alto Karabaj parece el epílogo de uno de los históricos conflictos congelados de la URSS. Para Rusia, sin embargo, supone otro capítulo de crisis en la difícil tarea de mantener su área de influencia. Mientras la guerra en Ucrania se mantenga, cabe prever que este no será el último.

armenia-ieee

Rafael Santiago Orti* Docente de la Universidad Nebrija Doctorando en Relaciones Internacionales
Máster en Relaciones Internacionales y Economía (MERIGG), UAM
@rafarueda1

Referencias:

1 EFE. «Kirguistán y Tayikistán se acusan mutuamente de violar el alto el fuego en la frontera», El Confidencial. 17 de septiembre de 2022. Disponible en: https://www.elconfidencial.com/mundo/2022-09- 17/kirguistan-tayikistan-acusan-violar-alto-fuego_3492221/ [consulta: 31/10/2023].
2 MILOSEVIC, Mira. «Rusia y la situación geoestratégica internacional» (apertura del curso académico). IUIOM, 18 de octubre de 2023. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=fCBQs-I5Oyg [consulta: 19/10/2023].
3 SANTIAGO ORTI, Rafael. «Intereses chinos en el fin de la guerra de Ucrania», La Crítica. 5 de julio de 2023. Disponible en: https://lacritica.eu/noticia/3422/quo-vadis-china/intereses-chinos-en-el-fin-de-la- guerra-de-ucrania.html [consulta: 30/10/2023].
4 RUIZ RAMAS, Rubén. «Las relaciones de China y Rusia en la era de la Iniciativa de la Iniciativa de la Franja y la Ruta: La mutua adaptación a la asimetría», Revista de Relaçöes Internacionais. 30 de septiembre de 2020. Disponible en: https://periodicos.pucminas.br/index.php/estudosinternacionais/article/view/21863 [consulta: 19/10/2023]

5 BALLESTEROS MIGUEL, María. «La relación de Rusia con Irán en el contexto geopolítico del siglo XXI» (Documento de Opinión IEEE, 36/2022). Disponible en:
https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2022/DIEEEO36_2022_MARBAL_Rusia.pdf [consulta: 19/10/2023].
6 HESS, Maximilian. «Russia Is Down, But Not Out, in Central Asia». Foreign Policy Research Institute, 17 de febrero de 2023. Disponible en: https://www.fpri.org/article/2023/02/russia-is-down-but-not-out-in- central-asia/ [consulta: 29/10/2023].
7 ALONSO, Antonio. «Los intereses de China en Asia Central. Belt and Road», Revista UNISCI, n.o 45. 2017. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6290662 [consulta: 19/10/2023].
8 BALLESTEROS MIGUEL, María. Op. cit.