Mali: un tablero de juego geopolítico

Un partidario del presidente interino de Mali, Assimi Goita, sostiene su imagen durante una concentración a favor de la Junta y de Rusia en Bamako, el 13 de mayo de 2022 - PHOTO/AFP/OUSMANE MAKAVELI
Un partidario del presidente interino de Mali, Assimi Goita, sostiene su imagen durante una concentración a favor de la Junta y de Rusia en Bamako, el 13 de mayo de 2022 - PHOTO/AFP/OUSMANE MAKAVELI

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

Aquejado de problemas de índole estructural (pobreza generalizada, diversidad sociocultural, histórica, religiosa…) y coyunturales (expansión del extremismo violento, penetración de actores externos…), Mali se ha consolidado como un tablero idóneo para la rivalidad estratégica en el Sahel. En el contexto de esta crisis multifacética, y pese a la lucha de larga data por parte de los gobiernos locales y de la comunidad internacional, se observa un auge de la inestabilidad y expansión de la inseguridad en el territorio. La delicada situación en la que se encuentra el país africano -en un momento en que la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Mali (MINUSMA) llegó a su fin en diciembre de 2023, y lo que parece la reactivación del conflicto Tuareg-, genera grandes interrogantes sobre el devenir de la región. Bajo esta premisa, es importante poner en retrospectiva algunas cuestiones que han contribuido a la consolidación de Mali como un “modelo a seguir” para sus vecinos en la actualidad, así como la aparición de nuevos bloques geopolíticos, como la Alianza de los Estados del Sahel (AES).

  1. Introducción
  2. Raíces históricas del conflicto maliense
  3. La naturaleza del conflicto Tuareg y sus repercusiones en la actualidad
  4. La crisis de 2012 como punto de partida para la intervención internacional
  5. Golpes de Estado en un país sin Estado y el fin de la intervención occidental
  6. Mali como pivote estratégico: la penetración de actores foráneos
  7. El actor protagonista bajo la cara visible del iceberg
  8. Mali como un “modelo a seguir” africano
  9. Conclusiones

Introducción

El auge del clima de inseguridad se extiende hacia el cinturón sur europeo, abarcando nuevas fronteras como el Sahel y el Golfo de Guinea. Factores incipientes como la proliferación de los conflictos intra e interregionales, la expansión de los grupos armados yihadistas, la fragilidad institucional de los estados, y su deficiente capacidad de gobernanza; junto con denominadores comunes como la riqueza de recursos naturales del territorio, o la creciente demografía juvenil, convierten la región en un tablero idóneo para la rivalidad estratégica1.

Si bien el deterioro de la región comienza a ser tangible con los primeros estallidos de los grupos étnicos norteños (1990), no es hasta la Rebelión Tuareg de 2012 cuando el Sahel Occidental cobra realmente protagonismo para la comunidad internacional. Como resultado de la pugna argelina en la década de los 2000, los grupos yihadistas trasladaron su presencia hacia las naciones meridionales. La anarquía de la franja magrebí generó efectos desestabilizadores en el territorio maliense, que, combinado con los conflictos en la zona de las tres fronteras2, convergieron en la matriz de violencia actualmente conocida como “la guerra del Sahel”3.

Asolada de problemas de carácter estructural -pobreza extrema, diversidad étnica y religiosa, debilidad de los gobiernos, hambruna generalizada…- y por desafíos coyunturales como la desertificación, el cambio climático, la presencia de actores foráneos, el extremismo violento…, la región saheliana refleja potenciales efectos desestabilizadores para con la nación española4. En este sentido, el artículo persigue analizar el caldo de cultivo que ha convertido a Mali un tablero de juego geopolítico idóneo para los actores externos. Para ello, se realizará un repaso de los acontecimientos que han marcado el devenir de la región hasta la actualidad, con el fin de discernir cuestiones como: de qué forma convergieron la aceptación popular sobre la llegada de la PMC Wagner al territorio, junto con la retirada de la Operación Barkhane, hasta el reciente repliegue de MINUSMA; o cómo ha podido evolucionar la sociedad maliense hacia una perspectiva hostil para con los aliados occidentales, mientras que la percepción de otras potencias extranjeras -como Rusia-, no era catalogada de “colonialista”.

Raíces históricas del conflicto maliense

Remontándonos al S.XII -momento en que las tribus e imperios reinaban en África- se fundó el Imperio de Mali, que controló las zonas norteñas del país hasta la actual Guinea. No fue hasta cuatro años después cuando se produciría la ocupación francesa de los territorios africanos, percibiendo un gran rechazo por parte de los pueblos subsaharianos. La deficiente segregación geográfica y administrativa gala del antiguo Sudán Francés (actual Mali), en convergencia con la diversidad socio cultural, histórica y religiosa de la población, favoreció el caldo de cultivo adecuado que gestó la primera Rebelión Tuareg en los años 60. Pocos augurarían que aquella sublevación se consolidaría como un problema estructural hasta la fecha5.

La naturaleza del conflicto Tuareg y sus repercusiones en la actualidad

Tras la caída del imperio francés y la proclamación de la Federación de Mali (1960), se establecía un estado multiétnico erigido en base a la influencia de la religión sobre la sociedad, una postura panafricanista relacionada con la independencia nacional y un control político-económico, marcado por la influencia de la antigua Unión Soviética.
El periodo comprendido entre 1960 y 1992 estuvo marcado por los golpes de Estado que derrocaron al presidente Modibo Keita (1968) -tras la 1ª Rebelión Tuareg (1963)- y al golpista militar Moussa Traoré, -ocasionando la 2ª Rebelión Tuareg (1990)-. Si bien las medidas económicas implantadas durante el mandato de ambas autoridades fueron marcadamente diferentes, fue la estrategia de ambos mandatarios, con respecto al aislamiento de las etnias y tribus, lo que favoreció el rechazo de las grandes figuras religiosas y de la etnia tuareg. No fue hasta el año 1992 cuando se produjeron las primeras elecciones libres en la nación maliense, que, si bien otorgaron cierta estabilidad democrática al país, precedieron el estallido de la 3ª Rebelión Tuareg (2006) y el conflicto tuareg per se en el año 20126. La conocida como la 4ª Rebelión Tuareg supuso el apogeo de la crisis en Mali y se consolidó como el punto de partida de una intervención internacional que perdurará hasta diciembre de 2023.

La crisis de 2012 como punto de partida para la intervención internacional

Como se ha señalado, el Mali poscolonial se hallaba en plena construcción de la gobernanza, en un país caracterizado por amplias regiones desérticas habitadas por la pluralidad étnica, y reducido a tres grandes grupos entre los que se hallaban: árabes, tuaregs y yihadistas. A medida que las diferencias, en términos económicos, de desarrollo e infraestructuras y seguridad se acentuaban paulatinamente entre el norte y el sur del país, se gestaba lo que más tarde se conocería como la crisis maliense de 2012, que se extendería hacia todo el Sahel Occidental7.

Los grandes grupos del norte (tuaregs, árabes y yihadistas) compartían dos objetivos comunes: la escisión de las regiones de Kidal, Tombuctú y Gao y disputar el poder al gobierno maliense. La creación del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA)8 autodeterminado como un “movimiento político-militar”, declaró la independencia del Estado de Azawad9 en abril de 2012 -materializando la denominada 4ª Rebelión Tuareg-. La contienda derivó en asociaciones temporales y oportunistas con los grupos yihadistas, que disputaron el control del norte de Mali contra las Fuerzas Armadas de Mali (FAMA). Ante la degradación de la situación, el gobierno de Bamako solicitó el apoyo de la presencia gala10, con objeto de combatir a los movimientos armados y liberar las ciudades del norte. Ello supuso el comienzo de la Operación Serval (2013), que inicialmente logró varios éxitos entre los que destacan los acuerdos de Ouagadougou (2014) y el desarrollo de una nueva estructura de seguridad con presencia internacional -con misiones como la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA, 2013), G5 Sahel (2014) y la Operación Barkhane (2014)-11.

En 2015, con la mediación de Argelia, se firmaba el Acuerdo de Paz de Argel, que permitía establecer un alto al fuego entre el gobierno central, la Coordinación de Movimientos del Azawad (CMA) -organización que absorbió al MNLA- y los grupos armados tuaregs fieles a la causa. Sin embargo, la deficiente implementación del Acuerdo desembocó en el auge de las tensiones entre las partes. Como consecuencia, la CMA consolidó su cohesión con grupos rivales creando -e integrándose- en el Marco Estratégico Permanente para la Paz, la Seguridad y el Desarrollo (CSP-PSD).

Si bien entre 2015 y 2020 la colaboración y participación internacionales en la región del Sahel aumentó -con la creación de la Alianza del Sahel (2017), la Fuerza Conjunta G5 Sahel (2017) o la Coalición por el Sahel (2020)-; también lo hizo la situación de inseguridad en el territorio maliense -particularmente en la “zona de las tres fronteras”-. En este sentido, aunque la presión militar logró debilitar a los grupos yihadistas, provocó su dispersión y ampliación hacia las regiones limítrofes. Así mismo, las estructuras sociales de las regiones de Mali se vieron alteradas como resultado del volumen de desplazados y refugiados que debían alejarse por la degradación de la seguridad12.

Esta amalgama de acontecimientos, junto con el escaso compromiso del gobierno para poner en práctica las reformas planteadas, generaron gran frustración en la comunidad internacional. El descontento social no logró reducirse con las declaraciones que los gobiernos locales, ni con el apoyo económico internacional, lo que condujo a un clima de desconfianza hacia los mandatarios del país.

Golpes de Estado en un país sin Estado y el fin de la intervención occidental

Ante la crispación popular, desde el año 2016 comienzan a surgir movimientos críticos con la intervención internacional. Asociaciones como le Groupe des Patriotes du Mali (GPM), la plataforma Fassoko (2019) o Yerewolo Debout Sur les Remparts (2019) comienzan a resonar y ganar popularidad en la región. El año 2020 se caracterizó por las manifestaciones del Movimiento de Concentración de Fuerzas Patrióticas del 5 de junio (M5-RFP), que derivaron en el derrocamiento del presidente Keita, originando una oleada de golpes de Estado -liderados por Assimi Goita-13. Como consecuencia, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), y la Unión Europea (UE), no tardaron en imponer severas sanciones contra la junta en el poder de Mali, solicitando la transición a un gobierno civil. Las limitaciones que ello generó para el gobierno militar maliense propiciaron que, este, adoptara una hoja de ruta para llevar a cabo las elecciones presidenciales, de cara a febrero de 2022. Sin embargo, las posteriores declaraciones de Goita anunciando su intención de prolongar la transición civil a cinco años vista, derivaron en una mayor dureza de las sanciones impuestas por la comunidad internacional. La decisión de la CEDEAO fue recibida por la sociedad maliense con gran frustración, desarrollando un sentimiento patriótico más agudizado, que, paulatinamente, convergería en la crispación contra la presencia gala en el territorio14.

El pensamiento crítico del pueblo maliense, que comienza a plantearse el liderazgo galo en el apoyo internacional y su incapacidad para proveer el aumento de la seguridad demandado, afectó directamente a París. El clima anticolonial -marcadamente influenciado por la desinformación rusa- comienza a ser tangible a través de los discursos observados en los movimientos populares del país -caracterizados especialmente por el corte panafricanista-. La ruptura de las relaciones entre Bamako y París, por discrepancias como la liberación y posterior control de las zonas ocupadas por los grupos armados o las medidas punitivas contra las aldeas de origen de los yihadistas, vieron su culmen ante la injerencia de la compañía militar privada (PMC) Wagner en el territorio (2021)15. En este sentido, es ante la más que palpable degradación de las relaciones de Francia y Mali, y la animadversión del pueblo maliense contra la presencia gala, cuando la junta en el poder maliense estableció una alianza de seguridad alternativa. Preparativos observados en Bamako a finales de 2021 -disposición de cuarteles y aprovisionamiento de alimentos- indicaban la llegada de un despliegue militar inminente16. Ante tal coyuntura, el 10 de junio de 2022 el mandatario francés anunciaba la retirada de la operación Barkhane, que daría lugar a una oleada de recriminaciones entre París y Bamako. La salida francesa coincidió con el fin de la Misión Takuba y la paralización de la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea en Malí (EUTM, por sus siglas en inglés). Teniendo en cuenta el creciente sentimiento antifrancés y antioccidental que se gestaba en el país, cabía esperar que las dudas sobre la continuidad de la MINUSMA comenzaran a observarse entre los movimientos populares y las élites del país.

El detonante de la salida occidental del territorio sucedió en mayo de 2023, con motivo de la publicación de un informe por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Dicho informe reveló los abusos contra la población civil llevados a cabo en marzo de 2022 por las FAMA, en colaboración con la PMC Wagner, en la localidad de Moura17. Como resultado, el ministro de Exteriores maliense solicitó, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la salida oficial de MINUSMA de cara a diciembre de 202318.

Mali como pivote estratégico: la penetración de actores foráneos

La posición geoestratégica de Mali, como una de las regiones más grandes de África Occidental, supone la orilla sur de la franja del Magreb, el cinturón norteño del Golfo de Guinea y la división este-oeste de la cara atlántica del continente africano. En este sentido, Malí se consolida como un país “intermediario” y una puerta de entrada y salida hacia cualquier dirección19. Su enclave geográfico en la región lo convierte en el país idóneo para el tránsito de los tráficos ilícitos, el crimen organizado transnacional y los desplazamientos de población. A pesar de que el país cuenta con una economía de carácter agrario, su relevancia geopolítica radica en la existencia de importantes reservas de oro -situadas en el norte de Mali- convirtiéndolo en el tercer productor de este metal en el continente africano, y suscitando gran interés tanto para actores internos como externos20.

Si bien la retirada francesa sentó un precedente para que otras naciones occidentales presentes en el territorio (Alemania, Rumanía, Lituania…) replanteasen su continuidad; también sirvió como ventana de oportunidad para que actores externos -como es el caso de China, Rusia o Turquía- disputaran a la antigua metrópolis su influencia en el territorio y se consolidaran como una alternativa en el apoyo internacional frente a Occidente. En este sentido, cabe resaltar cómo cada agente externo, en base a sus propios intereses, persigue ocupar un lugar en la geopolítica maliense, modulando sus capacidades y adaptándose al contexto del país. Por ejemplo, la asociación sinomaliense tradicional se ha desarrollado en términos económicos y comerciales21. Actualmente, si bien el acceso a los recursos naturales del país africano se erige como una moneda de cambio en las relaciones con China, Mali ha desarrollado una dependencia económica hacia su contraparte, que ha emergido como un actor relevante mediante la implementación de la denominada "trampa de la deuda"22. Por otra parte, Turquía ha consolidado su posición en el Sahel a través de la proyección del poder blando. En este sentido, la inversión económica de Ankara se ha vinculado estrechamente con la identidad religiosa y cultural local, evidenciada, por ejemplo, a través de la construcción de mezquitas, hospitales y proyectos de potabilización del agua23.

El actor protagonista bajo la cara visible del iceberg

La naturaleza del caso ruso merece especial atención por su papel -posiblemente protagonista- en la expulsión de la presencia Occidental del territorio maliense. Pudiendo considerarse como el caso paradigmático de la penetración externa en Mali, Rusia se ha consolidado como un partenariado alternativo en términos de seguridad para el gobierno del país.

Ya en la década de los 2000, Moscú comenzó a explorar nuevas perspectivas diplomáticas en el continente africano, las cuales vieron su apogeo con el auge de las tensiones con Occidente -a raíz de la anexión de Crimea en 2014-. Valiéndose de un enfoque geopolítico y geoeconómico, Rusia comenzó a proyectar su influencia en los países que le eran de interés y que experimentaban una crisis política y de seguridad. La participación rusa en República Centroafricana (2018) – a través de medidas blancas, grises y negras, entre las que se incluyó la PMC Wagner- posiblemente sirvió como laboratorio en el que valorar el impacto de su ejercicio.

Si bien se estima que en 2018 alrededor de quince dirigentes africanos mantuvieron conversaciones bilaterales con Moscú, fue en 2019 cuando se fortalecieron los vínculos entre el gobierno ruso y el maliense24. Como parte de su estrategia geopolítica para proyectar su influencia, Moscú organizó lo que sería la primera cumbre rusoafricana (Cumbre de Sochi, 2019), en la que participaron alrededor de cuarenta naciones africanas. Posteriormente, y puede que, con objeto de reducir su dependencia de las naciones occidentales, algunos países de África consideraron la asociación con nuevos partenariados, lo que conllevó el posicionamiento de Rusia como socio principal para las autoridades vigentes.

Habida cuenta del objetivo de este artículo, resulta crucial examinar el papel estratégico desempeñado por el Kremlin en la sociedad maliense. Si bien la presencia rusa en Mali cobró protagonismo a raíz de las primeras publicaciones sobre la presencia de la PMC Wagner a finales de 2021, el Kremlin ya dispuso una amplia estructura de influencia años atrás con la que lograr proyectar su poder. Un amplio abanico de acciones más o menos encubiertas que abarcan desde el apoyo a partidos políticos, movimientos sociales, cortejo a las élites, propaganda y desinformación, junto con el principal empleo de la empresa militar privada Wagner; han servido para promover una percepción positiva de la participación rusa, a la vez que erosionaban la popularidad francesa y occidental.

Retomando parte del análisis realizado anteriormente, ya en 2016 algunos de los grupos populares -como es el caso del Groupe des Patriotes du Mali (GPM)- quienes criticaban la incapacidad de la comunidad internacional en la lucha contra el terrorismo, comenzaron a solicitar el apoyo ruso para hacer frente a los problemas de inseguridad. Estos casos no tardaron en replicarse, el mismo discurso comenzó a observarse en los movimientos que surgían, alcanzando su punto álgido con el movimiento Yerewolo (2019). Si bien estos grupos han negado cualquier vinculación o financiación por parte del Kremlin, sus protestas se caracterizan por un marcado sentimiento anti-francés y antioccidental, junto con una predilección prorrusa25.

Las tácticas, técnicas y procedimientos empleados por Rusia para penetrar en Mali resultan familiares. Al igual que ha podido observarse en otros escenarios -como en el caso centroafricano- el Kremlin ya habría orquestado previamente la llegada de la PMC Wagner a Mali. En este sentido, se observó la vinculación de fundaciones y empresas ligadas al que era el líder y fundador de la PMC -Yevgueni Prigozhin- (que llevaban a cabo actividades como la evaluación de la percepción de la población sobre la intervención francesa y una eventual participación rusa, a través de encuestas de opinión) con empresas rusas26, entre las que se incluía la firma de acuerdos para la extracción de recursos naturales. Moscú se ha servido del amplio ecosistema de influencia que empresas como Wagner proveen -participación en digitales y redes sociales, provisión de armamento, paramilitares, operaciones de información, participación industrial27…- para ejercer un papel determinante en Mali.

Aunque no es posible determinar si el Kremlin ha actuado como causante u oportunista del sentimiento antifrancés y antioccidental en Mali, resulta innegable el empleo del ámbito informativo. En este sentido, Moscú se habría valido del crecimiento digital maliense, que, si bien no cuenta con la misma penetración de internet que los países más desarrollados, factores como una demografía principalmente joven y el auge de las herramientas digitales, han convertido el entorno de la información en un vector de influencia clave.

Medios de comunicación social rusos -como Russia Today (RT) y Sputnik- han penetrado de una forma abrumadora en el ecosistema informativo nacional. Diversos informes estadounidenses y franceses -no exclusivamente- indican cómo, a través de la firma de contratos, estos digitales han difundido narrativas antioccidentales y anticoloniales (que coinciden con los discursos observados en los movimientos sociales locales). Además, junto con la amplia red diplomática y política rusa, se encuentra la captación de personalidades influyentes -de corte panafricanista- en las redes sociales28. Estas figuras mediáticas han sido invitados a diversas cumbres y eventos rusoafricanos – como la Cumbre de Sochi (2019) o la Cumbre de San Petersburgo (2023)- y han facilitado, a través de sus redes sociales, la penetración de las narrativas prorrusas, a la par que ligaban la presencia occidental al imperialismo.

Ejemplos paradigmáticos como las campañas de desinformación generadas entorno a los acontecimientos de Gossi y Moura, en las que se ha difundido la falaz autoría gala por las masacres perpetradas contra civiles, han logrado calar entre la población maliense y han promovido una imagen de Rusia como alternativa a Occidente29. Combinado con la censura de medios de comunicación franceses -como France24 y Radio France International-30 ha contribuido a generar una burbuja informativa en Mali en la que prevalece la narrativa prorrusa. Resulta por tanto innegable el papel clave que ha desempeñado el entorno de la información en la configuración de una concepción neocolonialista, atribuida a Francia y Occidente, y de la que Rusia queda completamente desvinculada tras años de narrativa prorrusa.

Mali como un “modelo a seguir” africano

Los efectos de la extensión de la crisis maliense de 2012 hacia el Sahel Occidental, y el interés más que tangible del Kremlin en la región, han contribuido a que la difusión mediática de los casos de éxito ruso en el territorio cale entre los vecinos sahelianos y consideren Mali un “modelo a seguir”.
Con características diferentes, pero relacionados entre sí, en los últimos tres años se han producido nueve golpes de Estado en el Sahel -encabezados por Mali (2020, 2021), seguido de Guinea (2021), Sudán (2021), Chad (2021), Burkina Faso (enero y septiembre, 2022), Sudán (2023), Níger (2023), y siendo el más reciente del continente africano el producido en Gabón (2023); junto con otros intentos frustrados-31. Lo que el presidente francés calificó de “epidemia de Golpes de Estado” se ha producido en un contexto en el que la injerencia rusa ha escalado potencialmente32.

Países como Burkina Faso y Níger -directamente afectados por los potenciales efectos de su vecino- no han tardado en hacerse eco del ejemplo maliense en su lucha contra la inseguridad. Burkina Faso ha seguido el curso de acción maliense en su animadversión con Francia -denunciando los acuerdos de defensa con París- aproximándose a Rusia, y escalando sus relaciones bilaterales en materia de seguridad, educación, diplomacia y de energía33. En el caso nigerino, tras el golpe de Estado en julio de 2023, el país ha percibido severas sanciones por parte de la CEDEAO y, haciéndose eco del sentimiento antifrancés y antioccidental, ha expulsado la presencia gala del país -repliegue que finalizará en diciembre de 2023-. El comportamiento de la población de ambas naciones africanas presenta serias similitudes con el observado en Mali desde 2016, a través de protestas que, si bien comienzan con el rechazo de la presencia extranjera, no tardan en mostrar una aproximación hacia Rusia -siendo habitual observar las banderas nacionales junto con las banderas rusas en las protestas-34.

Cabe subrayar los recientes acuerdos, en términos de energía nuclear, entre Rusia y dos países sahelianos. Con motivo de la Semana Rusa de la Energía (organizada por Moscú en octubre de 2023), Burkina Faso y Mali anunciaron los acuerdos preliminares firmados con la empresa rusa “Rosatom” -con un amplio recorrido en la áfrica subsahariana, al contar con actas de entendimiento con al menos doce países de la zona- para la creación de centrales nucleares en sus territorios, con vistas al año 203035. Al igual que sobre de los términos del acuerdo, también se han generado dudas acerca de la instalación de dichas infraestructuras en países aquejados por la inseguridad y la fragilidad estatal36. No obstante, podría decirse que Rusia ha movido una ficha más que esperable, teniendo en cuenta su protagonismo a escala mundial en el campo del desarrollo de la energía nuclear, con unas aspiraciones particularmente enfocadas en el continente africano37.

En el caso maliense, el caldo de cultivo forjado por las circunstancias descritas continúa alterando el devenir del país. El estancamiento de la transición civil y el incumplimiento de las fechas electorales está generando grandes revueltas en el territorio. En este sentido, el calendario electoral, propuesto por las autoridades vigentes, fijaba las elecciones presidenciales a finales del año 2023. Sin embargo, estas fueron retrasadas a febrero (2024) bajo la premisa de que en marzo de ese mismo año se habrían retirado. El pasado mes de septiembre (2023), la junta anunció nuevamente el retraso de las elecciones alegando “motivos técnicos”. Este nuevo aplazamiento está siendo muy criticado por el pueblo maliense, principalmente a través de las protestas de los grupos populares38.

Estos aspectos, unidos al avance de los grupos yihadistas y la reciente retirada de MINUSMA, han debilitado de forma notable el Acuerdo de Argel, lo que ha fomentado la reactivación del Conflicto Tuareg en el país. La CMA denunció, el pasado septiembre de 2023, la violación de los términos del Acuerdo por parte de la junta maliense. Con motivo del repliegue de MINUSMA de las bases ocupadas en las regiones del norte -las mismas que implosionaron la rebelión tuareg de 2012-, han aumentado los conflictos por el control de las bases39, entre los grupos yihadistas -Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM) y grupos afiliados al Estado Islámico en el Sahel (EIS)-, los grupos tuaregs del CSP y las FAMA (junto con la PMC Wagner). La situación que acontece ha generado especulaciones sobre una hipotética alianza temporal con el grupo yihadista JNIM40. No obstante, cabe resaltar las escasas posibilidades de que dicha asociación fuese viable, al menos a largo plazo, ya que no se convertirían más que en aliados temporales y circunstanciales41 con grandes diferencias y controversias que, en cuestión de tiempo, se harían patentes. Además, cabe mencionar el hecho de que, Rusia, en línea con su modus operandi, se ha servido de esta situación para generar campañas de desinformación que desacrediten a la MINUSMA en su repliegue42.

Conclusiones

Los potenciales efectos de esta crisis multifacética, en la que el Sahel se encuentra sumergido, son percibidas en Europa de forma directa en términos de flujos migratorios.

Además, este caldo de cultivo ha promovido la aparición de nuevas dinámicas en la región, entre las que destaca la creación de nuevos bloques geopolíticos En este sentido, mientras que el tradicional “grupo de los 5” (G5 Sahel) -Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger y Chad- ya perdió la membresía maliense en el año 2022, y cuatro de los cinco países cayeron bajo el control militar; Mali, Burkina Faso y Níger -tres de los Estados fundadores- han establecido, el pasado mes de septiembre de 2023, la nueva “Alianza de los Estados del Sahel” (AES)43. Esta alianza, que respondería directamente a la réplica de la CEDEAO tras el golpe de Estado en Níger (ante las amenazas sobre una posible intervención militar y la imposición de severas sanciones), junto con la animadversión compartida por los países miembros de la Alianza hacia París, ha dado lugar a la formación de un nuevo bloque geopolítico en la región. De hecho, el pasado 28 de enero de 2024, los miembros fundadores de la AES anunciaban su retirada con efecto inmediato de la CEDEAO44, estableciendo definitivamente la transición de un antiguo sistema hacia uno nuevo. Esta ruptura no solo representa la nulidad de las negociaciones emprendidas por la CEDEAO con los países del Sahel -en pos de establecer un calendario electoral-, sino que también evidencia la pérdida de influencia de la Comunidad Económica en la región.

Con respecto al ejercicio ruso en la región, si bien no es posible determinar con certeza si el Kremlin ha sido la causa o simplemente ha aprovechado la existencia del sentimiento antifrancés y anticolonial en la sociedad de Malí en perjuicio de Occidente, resulta innegable el empleo de diversas tácticas, técnicas y procedimientos -tales como su implicación el ámbito informativo- para lograr un impacto significativo en el país. Habida cuenta del impacto percibido por Moscú en la región, no sería de extrañar que explote la ventana de oportunidad que ofrece la aparición de esta nueva Alianza saheliana. Cabe remontarnos al pasado junio de 2023 y mencionar la revuelta de Wagner en Rusia, ya que fomentó la incertidumbre sobre el futuro de la PMC en África. En este sentido, ante la creación de este nuevo bloque geopolítico, la pregunta no debería ser si Rusia seguirá ejerciendo su presencia en el Sahel, si no si Wagner continuará siendo la marca empleada por el gobierno ruso en el territorio. De hecho, las últimas informaciones proporcionadas por los medios de comunicación mencionan la posible creación de un “cuerpo africano”, que respaldaría a los Estados que busquen “deshacerse de la dependencia neocolonial”. En definitiva, si bien los representantes de la nueva coalición afirman construir este eje bajo los términos de defensa colectiva y asistencia mutua, la aparición de la AES marca un hito determinante en las posibilidades occidentales en la región, a la vez que genera una apertura estratégica para actores externos establecidos en la zona.

Selenn Fernández Juin

Analista

Referencias:

NOTA: todos los vínculos de Internet del presente documento activos a fecha de cierre de este, 1 de febrero de 2024.

1  IDRISSA, R. El Sahel: un mapa cognitivo. New Left Review. (Febrero de 2022). Disponible en: https://newleftreview.es/issues/132/articles/mapping-the-sahel-translation.pdf

2 Denominada «zona de la Triple Frontera» o «zona de Liptako-Gourma» al territorio que discurre entre los bordes de Malí, Burkina Faso y Níger.

3 NUÑEZ VILLAVERDE, J. Magreb y Sahel: una vecindad desafiante. Documento de Análisis IEEE 51/2023. (27 de junio    de    2023).    Disponible    en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2023/DIEEEA51_2023_JESNUN_Magreb.pdf

4 PINTO, F. El Sahel, ¿un Afganistán europeo? Desperta Ferro. (7 de diciembre de 2021). Disponible en: https://www.despertaferro-ediciones.com/2021/el-sahel-afganistan-europeo-al-qaeda/

5 DIARABA, Z. La rebelión Tuareg en Mali: Un estudio del conflicto y su impacto en la Región del África Occidental. [Tesis].    El    Colegio    de    San    Luis.    (Septiembre    de    2012).    Disponible    en: https://colsan.repositorioinstitucional.mx/jspui/bitstream/1013/560/1/La%20rebeli%C3%B3n%20Tuareg%20en%20M ali%20un%20estudio%20del%20conflicto%20y%20su%20impacto%20en%20la%20regi%C3%B3n%20del%20%C3
%81frica%20Occidental.pdf

6 BUFFA, D., & Perazzo, S. Recuperar el desierto. Las rebeliones Tuareg en Malí. Claroscuro. Revista Del Centro de Estudios Sobre Diversidad Cultural, (22), 1–29. (Julio de 2023). Disponible en: https://claroscuro.unr.edu.ar/index.php/revista/article/view/126/96

7 FERNÁNDEZ, M. La Historia de Mali poscolonial para entender el conflicto actual. Observatorio de Estudios Africanos UVafrica. (19 de mayo de 2022). Disponible en: https://uvaafrica.uva.es/2022/05/19/la-historia-de-mali-poscolonial- para-entender-el-conflicto-actual/

8 El Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MLNA) se fraguó a partir de la fusión del Movimiento Nacional del Azawad (MNA) y el Movimiento Tuareg en el Norte de Mali (MTNM).

9 El territorio de aproximadamente 820.000km2 en el norte de Mali, que discurre entre las ciudades de Tombouctou, Gao y Kidal, recibió el nombre de Estado de Azawad tras la proclamación de su independencia por parte del MNLA.

10 MAIO, M. The Arab Spring, the rise of terrorism in the Sahel and the evolution of peace and counterterrorism operations in the region: A case study of Mali and neighbouring countries and how peace and counterterrorism operations adjusted to the rise of terrorism in the region. (Tesis). (Mayo de 2023). Disponible en: https://uu.diva-portal.org/smash/record.jsf?pid=diva2%3A1778380&dswid=-8377

11 NOVOTNÝ, F. Multiple peace operations in Mali. (Tesis). Charles University, Faculty of Social Sciences, Institute of Political Studies. Department of Security Studies. (2 de mayo de 2021). Disponible en: https://dspace.cuni.cz/bitstream/handle/20.500.11956/127632/120386607.pdf?sequence=1.

12 SÁNCHEZ, G. Mali: Análisis del alzamiento tuareg (2012-2015). Revista de Estudios en Seguridad Internacional. Vol. 4, nº 1, pp 140-160. (2018). Disponible en: https://seguridadinternacional.es/resi/html/mali-analisis-del-alzamiento- tuareg-2012-2015/

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42 Au Mali, Les Rebelles touareg démentent l'existence d'un charnier à Kidal. Le Monde Afrique. (22 de noviembre de 2023). Disponible en: https://www.lemonde.fr/afrique/article/2023/11/22/au-mali-les-rebelles-touareg-dementent-l- existence-d-un-charnier-a-kidal_6201707_3212.html

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44 KOUWONOU, I. Le Niger, le Mali et le Burkina Faso quittent la CEDEAO, ¿quelles conséquences pour la région? BBC News Afrique. (30 de enero de 2024). Disponible en: https://www.bbc.com/afrique/articles/cx7l85qg5jpo