El grupo pro-iraní Hizbulá sigue dinamitando las protestas, esta vez, con los periodistas como objetivo

Líbano se sumerge en una calma tensa mientras se dirige al abismo económico

REUTERS/ANDRES MARTÍNEZ CASARES - Un manifestante agita una bandera libanesa junto a una hoguera durante las protestas antigubernamentales en Beirut, Líbano, el 19 de noviembre de 2019

Más de un mes después desde que estallaran las manifestaciones en Líbano, el pasado 17 de octubre, el bloqueo político, económico y social amenaza con enquistarse. El país sigue gubernamentalmente descabezado: tras la dimisión de Saad Hariri -una figura apoyada plenamente por los grupos chiíes, como Hizbulá y Amal- el pasado 29 de octubre, el primer candidato que se propuso, el exministro de Finanzas, Mohammad Safadi, también rechazó liderar el Ejecutivo. Ahora, los rumores sitúan al ministro de Relaciones Exteriores, Gebran Bassil, como nuevo mandatario del país, quien reemplazaría al actual presidente y también su suegro, Michel Aoun. 

De momento, no hay nada confirmado, por lo que, en estos momentos, Hariri mantiene su cargo como primer ministro interino, y los planes que anunció el mandatario para la formación de un gobierno compuesto por una combinación de tecnócratas y representantes de los principales partidos políticos (el cristiano ortodoxo y maronita Movimiento Patriótico Libre, el musulmán sunita Movimiento Futuro y los musulmanes chiítas Hizbulá y el Movimiento Amal, entre otros), se han relegado a un segundo plano a la espera de que alguna figura decida asumir esta responsabilidad.

Líbano, Beirut: El presidente libanés Michel Aoun habla con el ministro de Defensa italiano Lorenzo Guerini durante una reunión

La situación social y económica tampoco ayuda. A pesar de que los libaneses se han retirado de las principales arterias de las ciudades, siguen exigiendo un cambio completo de sistema que sea capaz de revertir el abismo al que se dirige la nación. Con un 25% de desempleo -cerca del 37% en los menores de 35 años-, un tercio de la población viviendo en la pobreza y un deterioro progresivo en la calidad de los servicios básicos -la red eléctrica de Líbano es la cuarta peor del mundo según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés)- es difícil pensar que los ciudadanos vayan a abandonar sus reivindicaciones a cambio de nada, como esperaba Aoun en un discurso pronunciado hace una semana. Su mensaje, enfocado en el rechazo a un gobierno puramente tecnócrata como reclaman los manifestantes, en la buena sintonía con Hizbulá y en el rechazo de la crisis económica, lejos de apaciguar los ánimos, prendió de nuevo la llama de la rabia de la gente.

Asimismo, este martes, el país vivió dos episodios que volvieron a sacudir el escenario: por un lado, los manifestantes consiguieron forzar el aplazamiento de una sesión parlamentaria en la que se iba a debatir una controvertida ley de amnistía. Por otro lado, se conoció que la Fiscalía decidió remitir tres casos de corrupción al Consejo Supremo. Los investigados son el ministro de Información interino, Jamal al-Jarrah, y dos exministros de Telecomunicaciones, Nicholas Sehnaoui y Boutros Harb, a los que se les acusa de malgastar fondos públicos. 

En esta foto de archivo del 29 de octubre de 2019, un partidario de Hizbulá, a la derecha, se enfrenta con un manifestante antigubernamental, a la izquierda, durante una protesta en Beirut, Líbano

Pese a ello, los corresponsales de medios como Najia Houssari de Arab News aseguran que este jueves parece que “la vida ha vuelto a la normalidad”. “Los estudiantes volvieron a sus escuelas y universidades, los bancos abrieron sus puertas a un número sin precedentes de clientes, se reiniciaron las obras en algunas calles y los canales de televisión reanudaron sus horarios regulares”, explica la periodista. Sin embargo, advierte de que “detrás de la apariencia de calma, la mayoría de los residentes permanecen nerviosos y temerosos”. Un taxista citado por la corresponsal alerta de que “la gente teme lo que está por venir”. “No ha habido soluciones, lo que significa que no ha terminado”, concluye. 

Sin embargo, la calma tensa en la que se ha sumergido Líbano, la olla a presión en la que se ha convertido el país podría estallar de nuevo en cualquier momento. Esto podría catalizarse por un nuevo discurso del presidente, lo que está previsto para las 8 de la tarde, hora libanesa (21 horas españolas) con motivo de la celebración previa del Día de la Indepedencia. El precedente está ahí. 

El empeoramiento de la crisis financiera en el Líbano ha desorganizado a las empresas y los hogares

Por su parte, el panorama económico sigue avanzando de forma imparable hacia un agujero negro. La imagen que mejor ilustra este escenario es la que recoge The New York Times: “En una de las principales calles comerciales de Beirut, los propietarios de las tiendas están reduciendo los salarios a la mitad o considerando cerrar. Las tiendas anuncian ventas, pero aún no pueden atraer clientes. El único lugar que tiene un negocio próspero: la tienda que vende cajas fuertes, ya que los libaneses guardan cada vez más efectivo en casa”. Desde que reventaron las protestas, los ciudadanos han retirado más de 3.000 millones de dólares de los bancos, según informó el gobernador del Banco Central, Riad Salameh.

Cabe recordar, en este punto, que este lunes la Asociación de Bancos de Líbano (ABL) anunció que la cantidad máxima que se podía retirar en efectivo por semana era 1.000 dólares. Además, se restringieron las transferencias al extranjero. “Es una señal de que los libaneses temen que la crisis financiera de su país, que ha empeorado durante meses, pueda caer en un desastre”, asegura la publicación estadounidense.

Durante dos décadas, la libra libanesa ha estado vinculada al dólar estadounidense, y ambas monedas se utilizan indistintamente en la vida diaria. Pero los bancos han estado reduciendo el acceso a los dólares desde finales del verano, debido al temor de una escasez de reservas en dólares del banco central

Del mismo modo, los propietarios de los negocios advierten de que las nuevas regulaciones para proteger la solvencia bancaria ya están afectando los suministros médicos y de que pronto podrían crear escasez de alimentos y otros bienes básicos de primera necesidad. El motivo es que las empresas no están pudiendo pagar a sus proveedores en el extranjero, por lo que los pedidos -bien sea de piezas médicas, alimentos o bebidas- se están quedando atascados en la frontera o directamente se están cancelando. 

La gente hace cola frente a una sucursal del banco BLC en Sidón, Líbano, el 19 de noviembre de 2019
Hizbulá sigue presionando

Según ha informado la cadena de televisión libanesa Al Jadeed, los periodistas que cubren las manifestaciones en Líbano están siendo “acosados” por partidarios de Hizbulá. La presentadora Dalia Ahmed aseguró, en una editorial, que “los grupos de Hizbulá están llevando a cabo campañas contra los medios, exponiendo al personal a calumnias, insultos, imágenes pornográficas y la distribución de los números de teléfono de compañeros tanto masculinos como femeninos”. 

En la foto de archivo, la policía antidisturbios intenta detener a los partidarios del grupo chiíta de Hizbulá, que llegaron a quemar y destruir tiendas de campaña en el campamento establecido por manifestantes antigubernamentales cerca del palacio de gobierno, en Beirut, Líbano

En declaraciones al diario emiratí The National, la vicepresidenta de la cadena, Karma Khayat, aseguró que se habían convertido en objetivo del grupo pro-iraní por su cobertura a favor de la revolución y de las reivindicaciones de los manifestantes. “Dicen [Hizbulá] que las personas continúan protestando debido a nuestra cobertura en vivo. Pero estamos orgullosos de apoyar la revolución. La gente está luchando por los problemas que representa Al Jadeed”, manifestó la directiva.