Agresiones, despidos y un renacer de los medios de comunicación en las protestas de Líbano
Agresiones a periodistas, conflictos laborales y falta de recursos están golpeando al mundo de los medios de comunicación en medio de las protestas en Líbano, un país que vive un momento difícil mientras asiste al mismo tiempo a un renacer de su ecosistema informativo.
Las periodistas Nawal Berry y Paula Nawfal fueron agredidas cubriendo las protestas. Berry ha acusado a un grupo de hombres de romperle la cámara, escupirle y asestarle una patada: “Tras ser agredida, he tomado un descanso porque tenía la sensación de que cada vez que iba a cubrir las manifestaciones me esperaba una batalla”, asegura a Efe.
Frente a ello, decenas de jóvenes periodistas, que pertenecen a la generación de una posguerra, están luchando para enfrentarse con pocos recursos a los medios tradicionales y ser independientes en una escena totalmente politizada.
El centro SKeyes for Media and Cultural Freedom denunció que Berry y su cámara, de la cadena de televisión libanesa MTV, fueron acorralados en un edificio en el centro de Beirut por seguidores de los grupos chiíes Hizbulá y Amal. Más nombres han sido dados de periodistas agredidos durante estos dos meses de movilizaciones, que en general han sido pacíficas.
Paula Nawfal, del periódico An Nahar, es otra de las víctimas de las protestas, pero en su caso señaló a guardas del Parlamento en la medianoche del 10 de diciembre, según ha denunciado a la Policía. “Uno de ellos comenzó a golpear mi coche, rompió un cristal y comenzó a pegarme en la cara con su porra. Le decía que era periodista pero continuaba pegándome”, afirma Nawfal a Efe.
Un caso diferente es el de Benjamin Redd, periodista estadounidense que llevaba desde 2016 en el diario libanés The Daily Star, el único en el país en inglés. Cuenta a Efe que al finalizar su turno a principios de diciembre, le llegó un correo informándole de que no continuaría en la empresa.
Oficialmente el motivo era que al finalizar este año se le acababa el contrato, pero Redd denuncia que la razón fue que él se había encargado, junto al resto de la redacción, de organizar la primera huelga en el diario, comprado en 2010 por un grupo de empresarios cercano al político y ex primer ministro Saad Hariri, por no pagarle los sueldos a sus empleados en seis meses.
“El objetivo era presionar a la compañía para que nos pagara lo que nos debía. Escribimos una carta que firmamos todo el mundo. Era muy simple y estábamos abiertos al diálogo”, explica. El periódico informó públicamente de que los movimientos de personal se deben a problemas de presupuesto, en un país al que las protestas han yugulado económicamente en las últimas semanas.
Otro rotativo, el histórico An Nahar, salió a la calle a mediados de mes con su primera página en blanco, pidiendo donaciones para poder mantener su continuidad.
Según Reporteros sin Fronteras, que coloca al Líbano en la posición 101 de 180 países en libertad de expresión, los medios son “abiertos pero también extremadamente politizados y polarizados. Sus periódicos, emisoras de radio y canales de televisión sirven como portavoces de partidos políticos o empresarios”.
Pero en Megaphone, una página web recientemente lanzada que ya marca tendencia, el equipo parte de la premisa de que no se financia a través de ningún partido político. Con pocos recursos, es parte de las contadas páginas web independientes en el Líbano que informan de la revolución que está cambiando su país, además de estar incluida en una red de otros medios independientes en el mundo árabe, como Mada Masr (Egipto) o Inkyfada (Túnez).
“Nuestro objetivo es la generación joven, la de la posguerra y que nadie les habla”, aduce a Efe Jamal Saleh, de 27 años y una de las fundadoras del medio. Confiesa que reciben correos amenazantes “del Ejército electrónico de ciertos partidos” por lo que prefieren mantener la ubicación de su oficina en secreto. “Los jóvenes están tratando de crear su propia escena mediática que respete la ética de los medios, independiente de las afiliaciones políticas”, aduce a Efe Jad Shahrour, responsable de comunicación de la Fundación Samir Kassir.
“Puedo entender que algunos medios intenten trabajar clandestinamente para protegerse dado que en Líbano no existen leyes para amparar a los periodistas de investigación si arrojan luz sobre la corrupción”, asegura, y zanja que “desde hace tres años, SKeyes registró más de 350 violaciones contra periodistas, activistas y artistas”.