Los tratados bilaterales, piedras angulares de una compleja vecindad hispano-marroquí
El estudio y el análisis de las relaciones de vecindad entre dos Estados, enmarcados dentro de un marco geoestratégico complejo y delicado, se antojan siempre como una difícil tarea
Esta dificultad se acentúa todavía más cuando se trata de dos Estados pertenecientes a dos culturas y civilizaciones diferentes, áreas geográficas separadas y espacios geopolíticos desiguales; y aún más cuando sus relaciones hunden sus raíces en lo más remoto de la historia, con sus cooperaciones, malentendidos, tensiones, distensiones y aprensiones colectivas constantes.
Es este el caso de las relaciones bilaterales entre Marruecos y España, cuyo estudio ha originado un caudal bibliográfico y documental muy rico e inagotable, por constituir esas un modelo original y sugestivo de relaciones bilaterales, y porque del estado, transcurso y desarrollo de sus relaciones de cooperación bilateral depende en gran medida la estabilidad en el área del estrecho de Gibraltar, un área de gran valor geoestratégico a nivel internacional.
A pesar de las permanentes diferencias, fricciones y vicisitudes suscitadas por la vecindad, Marruecos y España nunca se han dado la espalda. Ha habido momentos en que se han mirado de reojo, algunos en que se han tomado pausas de reflexión y otros en que han entrado en conflicto, pero entre los dos en ningún momento ha habido indiferencia ni ruptura total. La pequeña brecha de mar que corta esa unidad geográfica natural que se extiende entre las dos riberas meridional y septentrional del Mediterráneo occidental nunca ha supuesto un obstáculo frente a sus contactos humanos, primero; políticos, después; diplomáticos, económicos y estratégicos, más recientemente.
Todas las civilizaciones que han pasado por una de las dos zonas (norte o sur) han querido extender su dominio e influencia hacia la otra orilla, desde tartesios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos o árabes.
A medida que las relaciones entre Marruecos y España avanzaban en el tiempo iban alcanzando mayores cotas de madurez, al tiempo que las autoridades en los dos países se iban dando cuenta de que la conflictividad no favorecía a ninguna parte y que estaban, por tanto, ante la obligación de ir encontrando buenas fórmulas, mejores métodos y los mecanismos más eficaces para resolver sus diferendos y conciliar sus intereses.
Uno de ellos ha consistido en la acción diplomática, mediante la cual los dos Estados, marroquí y español, gestionan el potencial conflictivo subyacente en sus relaciones, conjugados con sus intereses y retos comunes, por vías del diálogo y la negociación constantes; ya que, aparte de lo mucho que une a las dos naciones marroquí y española, cabe señalar que aún persisten algunos desafíos y factores de tensión entre los dos países vecinos, que en más de una ocasión han llegado a enturbiar el ambiente de sus relaciones de cooperación bilateral.
Nos referimos a asuntos problemáticos tales como la delimitación de las aguas territoriales, el control de las fronteras, las reivindicaciones territoriales, la emigración, el tráfico de drogas, la trata de personas… que siguen exigiendo todavía unos grandes esfuerzos por las dos partes para la definición de una política de cooperación bilateral bien fundada, institucionalizada, estructurada y enfocada, lejos de cualquier instrumentalización, estereotipación o estigmatización de sus contactos, y a salvo de los altibajos políticos que ralentizan el ritmo de construcción de una vecindad solida e inalterable ante las circunstancias entre ambos.
Desde la firma de aquel primer Tratado Hispano-Marroquí de Amistad y Comercio en 1767, entre el sultán de Marruecos, Sidi Mohamed Ben Abdellah, y el rey de España, Carlos III, y que supuso, entre otras disposiciones, la creación del primer Consulado español en Marruecos, los dos países no han parado en tratar de resolver sus diferencias por vías diplomáticas, firmando, por consiguiente, un gran número de documentos diplomáticos en forma de tratados internacionales bilaterales.
Gracias a esos tratados Marruecos y España han podido enfocar conjuntamente los asuntos de interés común y delimitar sus ámbitos de cooperación bilateral, para poder encausar sus relaciones por los caminos de la paz y la concordia y evitar, asimismo, llegar al enfrentamiento.
Dependiendo de la balanza de fuerzas, y del contexto histórico de su conclusión, los tratados hispano-marroquíes anteriores a la independencia de Marruecos en 1956, favorecían más al Estado más poderoso, que se encontraba en una posición de fuerza, y que en aquellas épocas era España. Mediante una serie de Tratados de Paz, España llegó a imponer a Marruecos unas duras condiciones que preservaban sus intereses, mediante los cuales se pretendía garantizar el reconocimiento marroquí de la soberanía española sobre Ceuta y Melilla y otros presidios ocupados, así como la paz en los mismos. Esa dinámica iba a cambiar drásticamente después de que Marruecos recobrara su independencia y la plena soberanía en 1956.
Desde la firma de la “Declaración Conjunta Hispano-Marroquí” en Madrid el 7 de abril de 1956, que daba por finalizado el Protectorado español en la zona norte de Marruecos y hasta la actualidad, Marruecos ha querido imponer una nueva lógica en la negociación y firma de nuevos tratados bilaterales con España, siempre partiendo de la base de Estado soberano, y desde los principios de igualdad y respeto mutuo. Los objetivos se fueron reajustando a las situaciones y circunstancias regionales e internacionales y a los desafíos que enfrentaban las dos naciones, dotando a sus relaciones de un gran dinamismo y originalidad.
A pesar de todos los esfuerzos diplomáticos realizados por las autoridades de los dos Estados marroquí y español, sus relaciones a lo largo de estos años (1956-2023) no han estado exentos de polémicas y fricciones, ya que en alguna ocasión han estado a punto de llegar a las armas, a causa de alguna mala gestión de sus diferencias respecto a ciertas cuestiones conflictivas, como fue el caso de la crisis de la isla de Tora (Perejil) en el verano de 2021. No obstante, en las situaciones más complicadas y de mayor tensión, los dos Estados supieron sortear las diferencias para garantizar la paz en esta estratégica zona que los dos países ocupan. Todo ello gracias al diálogo continuo y a los largos procesos de negociación que reflejan una firme voluntad de paz, cooperación y buena vecindad por las dos partes.
La geopolítica exige que Marruecos y España sean cómplices en una ardua tarea de coexistencia pacífica, ya que todo existir carente de compromisos bilaterales sería un calvario para las dos partes y un auténtico peligro para la región.
¿Cómo suavizar, entones, el aspecto problemático de esta vecindad y garantizar una coexistencia basada sobre una duradera estabilidad regional, sino a través de una acción diplomática eficiente? En este sentido, los tratados internacionales bilaterales hispano-marroquíes constituyen la mayor expresión de una contrastada voluntad de convivencia pacífica, de entendimiento y cooperación, y un valioso instrumento de fijación de los principios, valores, metas y límites de esa cooperación bilateral enmarcada dentro de una vecindad no exenta de asperezas.
En este periodo que va entre 1956 y 2023, Marruecos y España han firmado toda una gama de tratados bilaterales entre convenios, acuerdos, declaraciones conjuntas, protocolos, canjes y memorandos; que abarcan áreas muy heterogéneas del ámbito de sus relaciones de cooperación bilateral, cuyo estudio podría ayudar sobremodo al entendimiento de las peculiaridades, rasgos generales, evolución y el estado de la cuestión de las relaciones entre ambos países y, por lo tanto, esclarecer las cuestiones comunes que más han preocupado a los dos países y cómo se gestionan.
Son documentos que, gota a gota, han ido contribuyendo sustancialmente a la construcción de una vecindad problemática, pero fuerte, y que ahora permiten determinar con cierta claridad las diferentes situaciones que han atravesado las relaciones hispano-marroquíes hasta alcanzar la actual situación de entente, gran estabilidad, concordia, una Asociación Estratégica y Partenariado, culminada con esa Declaración Conjunta del 7 de abril de 2022, y esa muy prometedora candidatura conjunta para organizar el Mundial de fútbol de 2030.
Abdelmounim AOULAD ABDELKRIM
(Doctor especializado en las relaciones hispano-marroquíes)
malammi@hotmail.com