Expulsado del paraíso

Las tres amenazas de Vladimir Putin tras ganar ‘a la norcoreana’ (87,97%) las elecciones presidenciales de mediados de marzo siguen vigentes: utilizar su potencia nuclear si los europeos envían tropas a Kiev, intensificar los bombardeos sobre Ucrania y expulsar a los corresponsales indómitos. Y el primero, al corresponsal de EL MUNDO, Xavi Colás. Un funcionario ruso le comunicó que tenía 24 horas para abandonar el país o “que se atuviera a las consecuencias”. Es fácil adivinar las consecuencias.

  1. Bajo tierra
  2. País alucinante, presidente alucinado
  3. Ucrania, nuestra guerra
  4. Un libro imprescindible

En tres maletas trasladó Xavi hasta Estambul todo su inmediato pasado; doce años de trabajo (2012-2024) como testigo directo. En periodismo, contar la verdad siempre es revolucionario. Sus últimas crónicas firmadas desde Moscú eran el presagio de una expulsión anunciada. “Putin pide ‘votar por patriotismo’ en su simulacro electoral en Rusia” (15.03.24), “Medvedev se ha radicalizado en busca de un lugar tras Putin” (16.03), “Insulto en la papelera contra un Putin inevitable” (17.03), Putin presenta su triunfo como un apoyo de los rusos a la guerra de Ucrania: “nadie podrá con Rusia”. “Un líder adicto al poder y un poder adicto a él” (18.03) y “Coreografía imperial para Putin” (19.03.24).

Atrás quedaron las siete portadas consecutivas del inicio de la guerra de Ucrania desde Kiev que tanto dañaron el orgullo del  nuevo zar. Por contar lo que pasaba su nombre apareció en una lista negra como infiel al régimen. El totalitarismo ni olvida ni perdona.

Al día siguiente, EL MUNDO confirmaba en portada que Rusia expulsaba a su enviado especial, Xavi Colás. Era la víspera del Viernes de Dolores. Cuarenta y ocho horas después el Estado Islámico golpeaba el orgullo del zar provocando una masacre “cristiana” que ha costado más de 140 muertos y centenares de heridos. Los servicios secretos del MI5 y de la CIA habían advertido al Kremlin a principios de marzo que se preparaba un atentado de grandes dimensiones. Ni caso.

Putin desdeñó la información y aprovechó para destruir infraestructuras energéticas vitales en Ucrania. Aún sabiendo que el Estado Islámico reivindicó dos veces el atentado -con degollamiento incluido- por la presencia rusa en Siria, Putin no se salió del relato: Ucrania es culpable y Estados Unidos el inductor. Zelenski lo llamó miserable, cabrón y malnacido. Y la UE como siempre apaciguando al león.

Bajo tierra

Putinistán no es un país; es un régimen dictatorial extendido por 17,4 millones de kilómetros cuadrados, con 143 millones de hombres y mujeres, -la mayoría con alma de esclavos- donde la supervivencia de un hombre solo justifica la masacre de un pueblo de 44 millones de almas que quiere ser libre: Ucrania.

En 2014, la ocupación de Crimea le salió gratis. Europa miró para otro lado. La guerra en el corredor del Dombás, la salida rusa al mar Negro y al Mediterráneo,  cumple la misma función expansionista y provocadora que la invasión nazi de Polonia. 

Putinistan, el libro de Xavi Colás confirma que el destino de Vladimir Putin está ligado a la victoria o a la derrota de esta “operación militar especial”, que se ha convertido en la amenaza más cercana para el Viejo Continente si, además, gana Trump las presidenciales norteamericanas del 5 de noviembre.

Asistí a la presentación del libro en la Asociación de la Prensa de Madrid. La APM condenó la expulsión y denunció la falta de libertad de expresión en la antigua Unión Soviética.

Lleno a rebosar. Diego Afonso realizó la introducción. Siempre es difícil presentar el libro de un amigo periodista.

Carlos Franganillo, corresponsal en Moscú de RTVE entre la primera y la segunda década de este siglo y hoy presentador del Diario de la Noche en Telecinco, conoce muy bien la situación. Ambos iniciaron un diálogo del que sacamos  estas ideas-fuerza; los tres héroes de Putin están bajo tierra: El petróleo, el gas y los veinte millones de muertos de II Guerra Mundial. El enemigo exterior hoy es Ucrania -“hay que machacarla”-; en el interior, acabó con Yevgeni Prozoshin, líder del grupo de mercenarios Wagner y dos semanas antes de las elecciones con el líder opositor Alekséi Navalni.  

El 13 de febrero, el brazo armado del espionaje ruso en el Exterior asesinó en Villajososa (Alicante) al ex piloto de helicópteros Maxim Kuzminov, huido a territorio ucraniano. Cinco disparos en la cabeza acabaron con la vida de este “traidor criminal” que tras su deserción se había convertido en un “cadáver moral”.Todos los oponentes siempre en el punto de mira. Nuestro ministro de Exteriores está pensando abrir un expediente. Moscú tiembla.                             

El putinismo no es un señor feudal fuerte que convence; es un sistema que te conmina a arrojar las armas y si no te amenaza. Los homosexuales son otro peligro directo para el Estado, para la Rusia eterna.

Los corresponsales en la Rusia de hoy han vivido en una burbuja creyendo que existía la libertad de expresión. “Lo arbitrario -subrayó Xavi Colás-, es el mejor combustible para el miedo, aunque la peor parte se la llevan los periodistas disidentes. No queda prensa libre en soporte papel o en digital; se han tenido que exilar la mayoría de colegas y a muchos les consideran espías en las repúblicas bálticas”.

La gran lección sobre Putin es sencilla: “a la dictadura del Kremlin -Kremlin significa muralla-  hay que tenerle miedo”. Para ello, controla todos los poderes del Estado; en especial, el Ejército, la Policía, los jueces, los servicios secretos, la Duma, toda la prensa escrita, las Televisiones, las redes sociales y lo más decisivo: el poder energético.

Las crisis económicas y sociales de 2007 convirtieron a Rusia en una potencia mundial respetable y respetada gracias a sus tesoros bajo el suelo.

Tanto que la socialdemocracia y la democracia cristiana alemanas sucumbieron a sus encantos. La dependencia energética de la RFA (Gerhard Schroeder, Angela Merkel y Olav Scholz)  -la paz del comercio-  nos hizo creer que el crecimiento de la economía es compatible con la democracia. ¡Qué error, qué inmenso error! Los multimillonarios son escandalosamente ricos allí porque el propio Putin los protege. Y las mafias no dejan resquicio a las libertades.

País alucinante, presidente alucinado

Pasear por las más de las 400 páginas de Putinistán -el espacio infinito del ‘tovarich’ Vladimir- es sumirse en un mundo oscuro donde todos los caminos del hombre que quería ser marinero o aviador  se convirtió en policía secreta, miembro del KGB -hoy FBS- en su ciudad natal: Leningrado, hoy San Petersburgo.

Su “espía en jefe” fue nada menos que Yuri Andropov, primer secretario general del PCUS. La “perestroika” de Gorvachov (1985) ensanchó sus ambiciones. Nadie como Putin supo aprovechar las oportunidades del impulso democrático que intentó imprimir después  Boris Yeltsin, primer presidente de Rusia de 1991 al 99.  El Muro de Berlín había caído diez años antes.

Xavi Colás hilvana la trama y la urdimbre de un político curtido en las cloacas del Estado hasta situarse como el hombre nuevo, el salvador ruso del siglo XXI.

Su fijación con, -mejor dicho contra la OTAN-, le sirvió para concentrar un gran poder interior que derivó en un nacionalismo apoyado por la Iglesia ortodoxa y, paralelamente, en un imperialismo con reminiscencias populistas.

Había nacido el nuevo Zar de todas las Rusias.  Con esa filosofía napoleónica llegó al Everest del poder en el año 2000 hasta el 2008. Fue el principio de su estrategia estalinista. El culto a la personalidad recuperó el esplendor de los tiempos de Lenin y de Stalin.

Durante todo este tiempo el Kremlin está donde está Putin. Durante el mandato de Menvedev (2008-2012)  cedió la presidencia de Rusia y aceptó ser primer ministro. Luego rompió las cuadernas de  la Constitución y se proclamó en 2020 “dictador vitalicio” cual César romano. Sus 20 años en el poder auguran que puede llegar hasta el 2036. Su quinto mandato no será, pues, el último.

Putin sabe que el poder necesita murallas; murallas y mentiras, y nadie las construye como él a base de chantajes y de miedos. Nada que no haya desarrollado el comunismo desde 1917. El terror es la base de la “pax soviética”.

Putinistán es un tratado sobre una forma de gobernar contra todos. Democracia no es cualquier sitio donde se vota. De pronto es tarde para abrir las instituciones a una sociedad civil inexistente.

Putin, como Maduro o Díaz Canel, juega con el arma más letal: el miedo. Y como ya explicó Juan Pablo II “con el miedo no se puede vivir”. Ya aprendimos con el presidente Adolfo Suárez, con diez años de ausencia interminable, que “hay que perder el miedo al miedo”.

La mayor fortaleza de Vladimir Putin es la de manipular el relato. La verdad es incompatible con la realidad. Lo hemos comprobado tras el atentado moscovita. Sus “desapariciones” forman parte de su estrategia  de comunicación y desinformación. El Servicio Federal de Protección (PSO)  actúa de cómplice de todos sus movimientos. 

Este texto debería estudiarse en las Facultades de Ciencias Políticas, Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas para que los alumnos  aprendieran a discurrir que los métodos del comunismo siguen vigentes.

En la Escuela Diplomática las enseñanzas de Colás deberían hacer despertar a los intolerantes de derecha e izquierdistas de salón que Putin y su tropa no admiten el diálogo.

Sus amenazas  siempre encuentran una justificación para atacar a Occidente. Con o sin motivo. Mientras Macron apuesta por enviar tropas para socorrer a Zelenski, los tibios de corazón se inclinan por “comprar armas” en el mercado internacional para regalárselas a Kiev. Nuestra debilidad militar solo se resolverá con una autonomía defensiva. Dinero, dinero y dinero. Y España, sin presupuestos.

Ucrania, nuestra guerra

Rusia tiene que ganar la guerra de Crimea porque el futuro de Putin está unido a esta ilegítima agresión. Pero la UE no puede perderla porque quedaríamos en manos de un farsante que se anexionaría Moldavia, Letonia, Estonia, Lituania y continuaría con Polonia, Finlandia, Noruega y Suecia. Ganar o perder. Esa es la cuestión.

En Putinistán se explican todas las claves de la invasión rusa. Dombás es el fin del mundo y si en las negociaciones se cede un solo centímetro de tierra, la UE volverá a los años treinta. La lluvia de cohetes sobre Kiev es la masacre de un carnicero que se cree Alejandro Magno.

Simplemente es un paranoico que conoce nuestra cobardía. Rusos y ucranianos no son “un solo pueblo”. Eso cree que le da “derecho” a la anexión y, si no, a la destrucción, insiste Putin. Rusia contribuyó a destronar a Hitler pero heredó lo peor del nazismo: las mentiras y y la represión perpetuas. Un nazismo que ha despertado tras el final de la Guerra Fría.

Europa tiene que abandonar el buenismo, hacer frente a nuestro enemigo del este con o sin la OTAN  y ‘golpear’ preventivamente más allá del horizonte. El Nobel Andréy Sarajov ya nos advirtió que “un país que no respeta los derechos de sus propios ciudadanos no respetará los derechos de sus vecinos”. Pues eso.

Si Ucrania pierde la guerra, perdemos todos. Al fin y al cabo, nosotros estamos a tres cuartos de hora de los cohetes supersónicos de Rusia. Esta es nuestra guerra desde hace 25 meses.

Un libro imprescindible

La prudencia y la mesura con la que Franganillo y Colás hablaron sobre las condiciones de informar desde Rusia, avivaron mi intuición periodística de que el libro traería problemas al autor y que tendría consecuencias inmediatas.

Colás llegó a Moscú con su reciente visado y  le dio tiempo a asistir a las elecciones sin contrincantes; con el libro en todos los escaparates, la Embajada en Madrid tardaría tres días en leer el texto y otros dos en elaborar un pequeño informe declarando persona non grata a  un periodista independiente. La libertad hay que conquistarla todos los días.

La expulsión del paraíso era cuestión de horas. Xavi Colás lo sabía. La verdad, insistimos,  siempre es revolucionaria. Rusia, un país alucinante está en manos de un dirigente alucinado. Un peligro para todo Occidente.

Putinistán es un texto imprescindible para conocer cómo hemos llegado hasta aquí y alertarnos de que hay que luchar con todas nuestras fuerzas para seguir manteniendo nuestra civilización judeo-cristiana y nuestros valores democráticos greco-romanos.  

Putinistan es un aldabonazo en las conciencias de los equidistantes. Y muy bien escrito. Se lee de un tirón. De casta le viene a Xavi. Nació en Alcalá de Henares, cosecha 1977, patria de don Miguel de Cervantes Saavedra. Un libro imprescindible.
 
Antonio Regalado es periodista y dirige BAHIA DE ÍTACA en:
aregaladorodriguez.blogspot.com