Netanyahu: el sueño de toda su vida

Benjamín Netanyahu habla en una ceremonia en memoria del fallecido primer ministro Isaac Rabin en el cementerio militar de Monte Herzl, cuando se cumple el 22 aniversario del asesinato de Rabin por un asesino judío ultranacionalista - PHOTO/RONEN ZVULUN via AP
Benjamín Netanyahu tenía 46 años cuando un extremista ultranacionalista asesinó, el 4 de noviembre de 1995, al primer ministro, Isaac Rabin, a quien Netanyahu (al frente del Likud) acusaba de traicionar a Israel por los Acuerdos de Oslo que buscaban pacificar el conflicto entre Israel y los palestinos
  1. ¿Terminarán fracasando los Acuerdos de Abraham?

En julio de 1995,  Benjamín Netanyahu dirigió una falsa procesión fúnebre con un ataúd y una soga en un mitin anti-Rabin donde los manifestantes corearon muerte a Rabin. El jefe de seguridad interna, Carmi Gillon, alertó a Netanyahu de un complot sobre la vida de Rabin y le pidió que moderara la retórica de las protestas, lo que Netanyahu se negó a hacer”, de acuerdo con información recogida en varios medios de comunicación. 

Al final, a Rabin lo asesinó un joven judío de 25 años y con su muerte se truncó toda posibilidad de paz en la región. Un año antes había recibido el premio Nobel de la Paz junto con Shimon Peres y Yasir Arafat. Los tres políticos desempeñaron un gran papel en la búsqueda de la paz en Oriente Medio, pero los ultranacionalistas judíos, a los que pertenece Netanyahu, veían más que una posibilidad de coexistencia, una amenaza para los asentamientos y los colonos judíos.

Ya desde joven, Netanyahu tenía ideas radicales que hablaban incluso del exterminio de los palestinos de ser necesario para la prevalencia de Israel y de recuperar a toda costa y a cualquier precio las tierras del pueblo de Dios.

Hoy, Netanyahu a sus 75 años, por fin puede lograr todo cuanto soñó para Israel: más tierras para sus colonos, menos para los palestinos y acabar si se puede expulsándolos de la Franja de Gaza y de Cisjordania.

Tiene luz verde. Le avala el Gobierno más ultranacionalista y ultraortodoxo que gobierna a Israel. Algunos de sus miembros cuando participan en la Knesset hablan de exterminio o de expulsión. 

Entre los ciudadanos de Israel, Netanyahu tiene una enorme impopularidad: ya pasó un año y hay decenas de personas secuestradas que no se sabe si siguen vivas o han sido asesinadas. La guerra es su prioridad. 

Hasta la fecha, su Gobierno está cumpliendo su promesa de librar una guerra larga que no solo compromete a Hamás, también al Líbano y a su grupo armado y político  Hezbolá; así como a los Hutíes en Yemen. Hace unos días, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, anunció que habrá una respuesta letal, precisa y sorprendente contra Irán que la Casa Blanca intenta detener a toda costa temiendo que el Ejército estadunidense termine arrastrado a una guerra en Medio Oriente.  

¿Qué está pasando en la región? Precisamente he recabado la opinión de un par de expertos en análisis geopolítico y estratégico en un momento en que Israel se ha cobrado con una venganza feroz los atentados terroristas del 7 de octubre de 2023 cometidos por miembros de Hamás y de la Yihad Palestina y que dejaron más de 1.200 personas asesinadas en diversos kibutz aledaños a la Franja de Gaza. 

Hasta la fecha, la ONU estima que han muerto 50.000 gazatíes bajo las bombas y los edificios derrumbados por las cargas letales lanzadas por el Ejército israelí sobre el enclave palestino. Y, desde que comenzó a bombardear al Líbano, los fallecidos ya superan los 2.000.

Más que una venganza, lo que el Gobierno ultranacionalista y ultraderechista, formado por Netanyahu intenta hacer es redefinir el mapa del liderazgo regional en Oriente Medio bajo el pretexto de los atentados sufridos el año pasado.  

En Oriente, además del conflicto natural que ha planteado el surgimiento del Estado de Israel en territorio de Palestina, el 14 de mayo de 1948, hay dos fuerzas contrarias disputándose el control regional: Arabia Saudí que es una nación suní, como lo es Egipto o Jordania, versus Irán, que es una nación mayoritariamente chií como también lo es Irak, Baréin, Yemen, Líbano y Azerbaiyán.

En medio de esas dos fuerzas que llevan décadas librando un pulso fundamentalmente entre Arabia Saudí e Irán está el conflicto de Israel con los palestinos. Durante la presidencia de Donald Trump, en Estados Unidos, fueron impulsados los Acuerdos de Abraham que son una hoja de ruta para la normalización de las relaciones de Israel con diversos países árabes enemistados por la situación con los palestinos y que, por ende, no reconocían la existencia del Estado de Israel.  Así, por ejemplo, se normalizaron las relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos; entre Israel y Baréin; y, el 6 de enero de 2021, entre Marruecos e Israel y también entre Israel y Sudán.  

Durante la reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas, el 18 y 19 de septiembre del año pasado, una delegación de Arabia Saudí se reunió en Nueva York con su contraparte israelí, tras mediar Estados Unidos, para que Arabia Saudí reconociera la soberanía y el Estado de Israel y así establecieran relaciones económicas, diplomáticas, comerciales y de negocios.   

Menos de 20 días después sucederían los atentados terroristas de Hamás y de la Yihad Palestina en territorio israelí y que dejarían interrumpidas todas las negociaciones que, bajo los Acuerdos de Abraham, la diplomacia israelí junto con la norteamericana, llevaban a cabo con los países árabes para normalizar las relaciones de entendimiento y pacificar a la región.  

A Irán se le señala de ser el ente instigador y el financiador del terrorismo contra Israel mientras que, Arabia Saudí, guarda un extraño silencio dejando a los palestinos al abandono de su suerte.  

El foco de la tensión bélica actual órbita alrededor del contraataque que Israel pueda llevar a cabo sobre de Irán. En este choque de fuerzas, el futuro es completamente incierto. En la opinión de Pedro González, fundador de Euronews, está en juego un nuevo orden en la región de Oriente Medio.  

“Y al final de la disputa solo puede haber un vencedor o bien gana la teocracia islámica y totalitaria iraní o se impone un nuevo mapa en el que prevalezcan la coexistencia y la paz”, reconoció convencido.  

En el primer caso, afirma González, sería admitir la desaparición de Israel desde el río hasta el mar, tal y como pregonan sus enemigos; y, en el segundo caso, si Israel se impone habría que reconocer su derecho a existir lo que facilitaría la activación de los Acuerdos de Abraham.  

“A nadie le queda duda que el Irán teocrático ordenó dichos atentados para frenar la conformación de nuevos equilibrios en la región; para evitar la paz, la concordia y la fluidez de negocios comerciales y económicos con Israel”, refrendó.  

González que funge como analista internacional en diversos medios de comunicación en España, recordó que ya desde tiempo atrás hay una carrera de espionaje por parte de Israel para evitar que Irán se haga con la bomba nuclear.  

A su vez, para Raúl González, analista de formación militar, el escenario ahora mismo es nebuloso “nadie sabe a qué estrategia está jugando Israel” de cara a su futuro.  

“Un año después de los bombardeos a la Franja de Gaza, es verdad que Hamás está debilitado, pero sigue existiendo, no está muerto. Y no veo que en el futuro vaya a desaparecer y ahora invade el sur del Líbano para atacar a Hezbolá pero tampoco terminará eliminándolo completamente… más bien recibirá más odio y habrá más ira para vengarse, tarde o temprano, de Israel e Irán estará allí para financiarlo”, afirmó.  

¿Terminarán fracasando los Acuerdos de Abraham?

Al menos, con Arabia Saudí están pendientes de firmarse… no hay futuro para Israel y la región si no derroca al régimen iraní… si no destruye por completo la amenaza de que puedan conseguir la bomba nuclear.  

La otra incógnita tiene que ver con la posición de Israel hacia la Franja de Gaza, Cisjordania y Líbano. La ONU sigue recibiendo denuncias por parte de palestinos en la zona, de grupos civiles y de asociaciones de derechos humanos que hablan de un nuevo intento de Israel por expulsar a los palestinos de la Franja de Gaza y de Cisjordania con la finalidad de mantener una ocupación que permita la repoblación por parte de Israel.

Ahora, sus tropas entran al sur del Líbano y ya hay más de 300.000 desplazados hacia Siria fundamentalmente. La pregunta que nadie sabe responder es si entre los planes de Netanyahu está verdaderamente ocupar la Franja de Gaza, Cisjordania y el sur del Líbano, o ha sido nuevamente una ola de espiral y muerte dentro de la dialéctica regional que se vive allí desde hace 66 años.