La UE está en una carrera contra el cambio climático
El intenso calor abrasivo del verano que cada vez es más largo, seco e incendiario ha hecho saltar todas las alarmas: 2023 fue el año más cálido registrado en los últimos 174 años.
El periodista Sergio Parra, de National Geographic, señala que lo notable de las temperaturas globales en 2023 no fue solo que batieron récords anteriores, sino que los superaron con creces. “De junio a noviembre, cada mes estableció un nuevo máximo histórico. Incluso en diciembre, las temperaturas se mantuvieron mayormente por encima de lo normal”.
Y, 2024, podría ser inclusive más ardiente, de acuerdo con lo referido por Parra: “La Tierra podría experimentar un incremento en la temperatura promedio global que supere momentáneamente el umbral de 1.5 grados centígrados. Según la Oficina Meteorológica de Reino Unido, la temperatura global promedio podría oscilar entre los 1,34 y 1,58 grados centígrados este año, alineándose con la tendencia del calentamiento global de 0,2 grados centígrados por década”.
En obvias circunstancias, estos hechos solo exponen el fracaso del Acuerdo de París de 2015 que tiene como objetivo hacer todo lo posible para reducir las emisiones de dióxido de carbono a fin de mitigar el alza en la temperatura.
“Los modelos indican que, si la tendencia actual continúa, el mundo podría enfrentarse a un incremento de la temperatura de entre 2,5 y 2,9 grados centígrados en este siglo. El ajuste continuo de emisiones de gases contaminantes y la presencia de El Niño, que se intensifica debido a la crisis climática, son factores clave en esta proyección”, de acuerdo con Parra especializado en temas de ciencia y naturaleza.
A su vez, la Agencia Internacional de Energías Renovables (AIER) advierte de las debilidades y vulnerabilidades de un sistema que depende en gran medida de los combustibles del siglo XX.
Este organismo intergubernamental, con sede en Abu Dabi, es la primera organización internacional enfocada en las energías renovables y su intención es potenciarlas y facilitar la transferencia tecnológica a fin de crear ciudades limpias y favorecer las llamadas “smart cities”. A la fecha están adheridos 168 países más la Unión Europea.
¿El fin de los energéticos fósiles?
Hay una labor real que quizá el ciudadano de a pie no perciba, pero sí hay un fuerte movimiento global auspiciado no solo por diversos gobiernos y organismos, también por la iniciativa privada, que busca acelerar la transición energética y coadyuvar con el uso sostenible de todas las formas de energía renovable: desde la bioenergía, la energía geotérmica; así como, la energía hidroeléctrica, la energía oceánica, solar y eólica.
Precisamente, ha sido la invasión de Rusia a Ucrania el 24 de febrero de 2022, lo que ha constituido un parteaguas para acelerar los mecanismos de descarbonización y de uso de las energías fósiles.
Aquí en Europa, este hecho histórico es visto como el inicio del fin de los energéticos fósiles luego de que la guerra dejó en evidencia la vulnerabilidad de los europeos hacia el consumo energético del petróleo y del gas ruso. Quizá no acontezca inmediatamente, pero el mapa de las energías fósiles será muy distinto para el final de este siglo.
No solo es el impacto ambiental y la mitigación de los efectos nocivos del cambio climático, el panel de asesores de la Agencia Internacional de Energías Renovables (AIER) recuerda que muchos aspectos de la vida cotidiana resienten las repercusiones derivadas de la sensibilidad geopolítica y geoeconómica que caracteriza a la industria energética global.
“En ausencia de alternativas, los altos precios de los combustibles fósiles infligen pobreza energética y pérdida de competitividad industrial, mientras que los ciudadanos de todo el mundo se preocupan por sus facturas de energía y los impactos climáticos”, de acuerdo con el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
La intención es clara: acelerar las tecnologías renovables eficientes y descentralizadas y crear un sistema menos propenso a los “shocks” del mercado y mejorar la resiliencia y la seguridad energética a través de la diversidad de opciones de suministro.
Contribuir al cambio, para favorecer las transiciones energéticas tendrá además un efecto positivo ante el cambio climático, puntualiza Arantza Hernanz Martín, directora de Educación y Conocimiento de la Fundación Repsol.
Hernanz Martín participó en el foro “Retos y oportunidades de la transición energética para las smart cities” y estuvo acompañada por otros directivos de empresas ligadas con el tema de la energía.
En dicho foro, al que asistí, la experta recordó el grave problema actual: “El dióxido de carbono que se emite se acumula y el planeta no es capaz de eliminarlo, por tanto, hay un enorme efecto negativo. A finales del año pasado, Naciones Unidas, advirtió del calentamiento global y de sus consecuencias. Lo vemos en España, en 2023, la temperatura media superó en 1,48 grados centígrados la media de la era preindustrial y quedan muchos años para llegar a 2100”.
Hernanz Martín puso de manifiesto que las emisiones no sólo no se reducen, sino que siguen subiendo: “Hay que tocar todas las palancas para avanzar en la descarbonización y la economía circular va a ser una de ellas. No hay industria que no se vaya a descarbonizar sin la economía circular”.
La directiva puso énfasis en dos factores que actúan también sobre del cambio climático como son el crecimiento de la población y el crecimiento económico.
“Tenemos un crecimiento de la población imparable: a mediados del siglo pasado, en 1950, había 2.500 millones de personas viviendo en la tierra; y, en 2023, se terminó con 8.043 millones de personas. La población consume energía frente al crecimiento de la población no podemos hacer nada”, puntualizó.
Sin embargo, Hernanz Martín, reconoció que sí hay factores potenciales en los que se puede incidir: “La eficiencia energética reduce emisiones; la reducción de la energía puede lograrse si se camba la forma de producir y se puede potenciar la sostenibilidad en la medida que se tengan más energías descarbonizadas”.
La intención es que sean tres ejes cardinales que permitan, en un futuro a mediano plazo, tener energía segura, competitiva, barata, limpia y asequible para todos.
Transición energética en marcha
La Agencia Internacional de Energías Renovables describe la transición energética como un camino hacia la transformación del sector energético mundial que reconvierte un modelo basado en combustibles fósiles a una economía con cero emisiones.
Con el fin de acelerar la transición y alcanzar un nivel de descarbonización suficiente para limitar el calentamiento global, se deben adoptar iniciativas de transición energética sostenible a escala planetaria. Este organismo estima que, si se aplican correctamente, estos esfuerzos podrían alcanzarse potencialmente el 90% de las reducciones de carbono requeridas.
“El cambio de los combustibles fósiles a fuentes de energía limpias y renovables en todo el sector energético mundial, junto con la difusión de la electrificación y mejores soluciones de almacenamiento de energía, desempeñarán un papel fundamental en la transición energética. En la actualidad, a nivel mundial, el sector eléctrico sigue dependiendo predominantemente de fuentes de energía no renovables, como el gas natural, el carbón y el petróleo”, señala la Agencia.
Las fuentes de energía limpia incluyen fuentes renovables que provienen de un suministro limpio e inagotable y fuentes neutras en carbono que pueden o no ser renovables, pero producen cero emisiones de carbono.
Sin embargo, en Europa, la transición hacia fuentes de energía neutras en carbono se está acelerando. En 2020, el 66% de la electricidad utilizada en todo el continente provino de fuentes limpias y renovables, como la eólica, la solar, la hidroeléctrica y la nuclear. Para 2030, estas fuentes podrían cubrir hasta el 80% de la mezcla y la energía hidroeléctrica de bombeo representa el 94% de la capacidad de almacenamiento de electricidad de Europa
El sol, el agua y el viento pueden ser los nuevos aliados para esa transición energética. Mientras se discute la necesidad o no de incrementar las centrales nucleares.
Pero los proyectos de energía renovable tienen beneficios que van más allá de la descarbonización. El informe “Power Plant de Eurelectric” muestra cómo los proyectos integrados de energía renovable, como las aplicaciones en la agricultura a través de la agricultura fotovoltaica, pueden proteger la biodiversidad e incluso restaurar los ecosistemas degradados.
En Europa, los fondos “Next Generation” concebidos por la UE para dar ayudas y financiamiento a sus veintisiete países miembros, el 70% van destinados a la transición energética y la digitalización.
La UE está comprometida con la meta de ser climáticamente neutral para el año 2050, lo que significa lograr una economía con emisiones netas de gases de efecto invernadero igual a cero. Este objetivo es fundamental para el Pacto Verde Europeo y está respaldado por la Ley Europea del Clima.
Para alcanzar esta ambiciosa meta, la UE está implementando diversas iniciativas, entre las que se encuentra la Ley sobre la industria de cero emisiones netas.
¿Qué objetivos tiene? Ampliar la fabricación de tecnologías limpias en la UE, incrementando la capacidad de producción de tecnologías que respaldan la transición hacia una energía limpia y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo es que la capacidad de fabricación estratégica global de tecnologías de cero emisiones netas de la UE se aproxime o alcance al menos el 40% de las necesidades anuales de despliegue para 2030.
En 2024, ¿cuánta energía limpia produce la UE? De acuerdo con la Comisión Europea, con datos del año pasado, la UE se posicionó como un líder mundial en la producción de electricidad renovable y baja en carbono con un 32% de energías renovables y nuclear. Los veintisiete países miembros de la UE
redujeron 30% sus emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con 1990.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) señala que en gran parte y debido a su dependencia de los combustibles importados, la Unión Europea se destaca como una de las regiones que tiene las proporciones de inversión en energía limpia más altas: gasta más de 10 dólares en energía limpia por cada dólar invertido en combustibles fósiles.
En 2023, la inversión en generación renovable ascendió a casi 110.000 millones de dólares, un alza del 6% respecto del año anterior. Dinamarca y Alemania se mantienen a la vanguardia del sector de la energía eólica en Europa, a pesar de los continuos desafíos de rentabilidad.
Por su parte, España ha liderado el aumento de la adopción de la energía solar y ha visto caer los precios mayoristas de la electricidad a mínimos históricos durante los períodos de alta producción solar, lo que ha aportado algunos beneficios a los consumidores.
La UE tiene camino por delante para salir vencedora de su dependencia energética fósil, sobre todo importada desde otros países, pero hay voluntad en los gobiernos para cumplir los plazos a favor de la reconversión energética hasta alcanzar no solo las emisiones cero, sino también una autosuficiencia sostenible.