Ucrania: una paz improbable

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, espera su próxima reunión bilateral, durante la cumbre sobre la paz en Ucrania, cerca de Lucerna, el 16 de junio de 2024 - AFP/ALESSANDRO DELLA VALLE
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, espera su próxima reunión bilateral, durante la cumbre sobre la paz en Ucrania, cerca de Lucerna, el 16 de junio de 2024 - AFP/ALESSANDRO DELLA VALLE
Improbable pero no imposible. La paz que busca el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, no se parece en nada a la que, a su manera, pretende Vladimir Putin, el agresor que ha propiciado una guerra invasora desde el pasado 24 de febrero de 2022.

Realmente tampoco se ve que haya muchas ganas entre ambos bandos para sentarse a negociar y puede ser un error de cálculo para un Zelenski que ha demostrado su bravura al mundo. No salió huyendo con su familia como creían desde el Kremlin. 

A la pasada cita diplomática, en el complejo turístico de Bürgenstock en Suiza, acudieron 80 líderes entre mandatarios y delegaciones de diversas partes del mundo para confluir en la llamada Cumbre Para la Paz en Ucrania los días 15 y 16 de junio.

Zelenski, que se ganó la fama en su país como comediante de éxito televisivo, sin ninguna experiencia política más que catapultado por su enorme popularidad, le ganó las elecciones a Petró Poroshenko con un 73,22% de los votos y desde el 20 de mayo de 2019 es presidente de Ucrania. Ni por asomo imaginó que en menos de tres años estaría librando la batalla más importante de su vida, en un pulso, contra el mismísimo Putin. 

Si algo ha demostrado en todos estos meses es capacidad de liderazgo. Zelenski se ha convertido en un líder respetado que habla en los parlamentos de varios países, que tiene presencia en la mayor parte de las cumbres internacionales y que ha logrado el respaldo de los díscolos países occidentales y hasta lo inimaginable: atacar a Rusia con las armas provistas por Estados Unidos, por ejemplo, con sus misiles Himars; y con otras armas de otros países miembros de la OTAN.

La gran pregunta es si el mandatario ucraniano, que ha conseguido casi todo lo que se propone desde más financiamiento militar, ayudas económicas, armas, municiones, información de inteligencia militar y tener el acceso directo a los grandes líderes mundiales, logrará salirse con la suya y terminará expulsando al invasor o bien imponiéndole su llamado Plan de Diez Puntos Para la Paz.

Es el mismo documento que reiteradamente ha dado a conocer desde julio de 2022 cuando Turquía se ofreció a mediar entre ambos países y sacar avante un acuerdo de exportación de cereales ucranios desde los puertos controlados por los soldados rusos. 

Zelenski habla de una paz justa para los ucranianos y en su fórmula son necesarias las siguientes condiciones: 1) que Ucrania controle la seguridad radiológica y nuclear en todo su territorio y los soldados rusos salgan de la central nuclear de Zaporiyia; 2) que Ucrania controle la seguridad de todos los puertos y de las aguas que le corresponden en el mar Negro para facilitar el tránsito de su comercio y velar así por su seguridad alimentaria  para ello exige la retirada de los soldados rusos de los puertos y la retirada de todo componente militar en  el Mar Negro; 3) que Ucrania controle todo lo relacionado con el abastecimiento energético y para ello demanda que los soldados rusos salgan de aquellas empresas relacionadas con la producción eléctrica, petrolera, gasística o nuclear que están en Ucrania; 4) tanto el intercambio como la liberación de prisioneros; 5) el respeto a la Carta de la ONU sobre la integridad territorial, Ucrania reitera que no permitirá una Ucrania partida; 6) el retiro  por completo de las tropas rusas de todo el territorio, incluyendo a Crimea, así como  el cese de las hostilidades; 7) que  Rusia sea investigada por crímenes de guerra; 8) la implementación de una serie de programas contra el ecocidio y la protección del medio ambiente ante la devastación en miles de hectáreas de cultivos bombardeadas; 9) la firma de un acuerdo que tenga a diversos países como testigos y avales a fin de que Rusia se comprometa a no volver a invadir a Ucrania; y 10) firma del armisticio entre Rusia y Ucrania. 

El mandatario ucraniano reiteradamente cita a la Carta de las Naciones Unidas y al derecho internacional como bases de una negociación para la paz con el Kremlin. 

Sin embargo, Putin tiene otros planes para su idea de un alto el fuego y lograr la paz. Entre sus demandas más conocidas hay dos: 1) que Kiev entregue a Rusia la totalidad de las cuatro regiones reclamadas por Putin como son Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Y, además, seguirá controlando a Crimea como lo hace desde 2014; y, 2) que Ucrania firme que no se unirá jamás a la OTAN ni instalará bases de la OTAN en su territorio. 

Ninguna delegación rusa fue invitada al cónclave para la paz convocado por Ucrania, en Bürgenstock, hecho que Putin aprovechó para lanzar desde Rusia sus peticiones en las que habló ante la prensa de su país de un “final para la paz” que incluiría el compromiso de Ucrania de quedar como territorio neutral y completamente desmilitarizado. 

No olvidó además que entre las exigencias del Kremlin está que Occidente levante todas las sanciones económicas, financieras y diplomáticas impuestas contra Rusia, los miembros del Gobierno ruso, la Duma y los empresarios rusos cercanos a Putin.

Llegados a este punto, la paz en estos momentos es improbable. Siguen siendo las mismas demandas que hace dos años, eso sí con más cantidad de muertos militares por ambos bandos y por supuesto civiles, mientras la destrucción en la infraestructura ucraniana sigue siendo devastadora: se estima que la factura para su reconstrucción ronda los 450.000 millones de euros, de acuerdo con el Banco Mundial. 

La guerra es el juego diabólico donde todos quieren vencer y nadie perder, en ese afán se nubla el pensamiento y los soldados muertos son cifras y el sufrimiento civil una anécdota más. Cada día la guerra le cuesta a Ucrania 200 millones de euros diarios y solo para su supervivencia económica el Gobierno ucraniano necesita 15.000 millones de euros en 2024.

Ucrania ha caído en la Trampa de Tucídides y está pagando un elevadísimo coste por ello.  El dilema que tiene enfrente es prolongar la guerra y resistir hasta que Zelenski sea asesinado y la rendición suceda bajo las condiciones rusas con la imposición de un Gobierno títere o bien, negociar una paz con las condiciones rusas y cederle a Putin la quinta parte de su territorio lleno de astilleros, con la potente central nuclear de Zaporiyia, con la salida al mar Negro, con refinerías y una red siderúrgica considerable, así como importantes graneros. De esta forma podría conservar una parte del territorio, soberano y democrático, y posiblemente dentro de la UE. 

En uno u otro caso, el futuro de Ucrania está llamado a entenderse con el Gobierno ruso. Lo que sí parece improbable (pero no imposible) es que sea Rusia la que termine derrotada en su agresión bélica. 

Putin está esperando un cambio de vientos políticos en Washington, sin Biden, y con Trump en la Casa Blanca y ya está preparándose para el asalto final con 50.000 soldados listos para entrar en acción y un preocupante acuerdo de defensa mutua entre Rusia y Corea del Norte. Petróleo a cambio de misiles y municiones norcoreanas. Desde luego no es una señal para una paz inmediata.