Argelia, 63 años después: ¿independencia en el marco magrebí o ruptura con sus raíces?

- Abane Ramdane: génesis de la traición
- Boumédiène y la doctrina del cerco
- La legitimidad marroquí sobre el Sáhara, Ifni y Tarfaya
- La verdad sobre Amgala y las expulsiones de marroquíes
- Cincuenta años después: el tiempo detenido en Argelia
- Epílogo: la chinita en el zapato
En 1954, el Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia anunció, mediante su Manifiesto del 1ª de Noviembre, el inicio de la lucha armada contra el colonialismo francés con un objetivo claro: instaurar un Estado argelino democrático y soberano “en el marco norteafricano”. Esta fórmula no era una simple metáfora, sino una propuesta regional que reconocía a Marruecos y Túnez como socios en la lucha anticolonial y en un futuro compartido.
Aquel llamamiento se producía apenas un año después de la “Revolución del Rey y del Pueblo” en Marruecos (20 de agosto de 1953), desencadenada tras el destronamiento y exilio forzoso de Mohamed V por Francia. Ambos movimientos expresaban una vocación convergente: emancipación, dignidad y unidad magrebí.
Abane Ramdane: génesis de la traición
En el Congreso de la Soummam en 1956, el FLN definió una arquitectura política para la futura Argelia donde el poder civil debía prevalecer sobre el militar. Su principal impulsor, Abane Ramdane, fue el rostro de una revolución democrática.
Pero esta visión fue saboteada desde dentro. En menos de un año, en 1957, Boussouf, responsable de los servicios secretos y miembro de la llamada “banda de Oujda”, orquestó su asesinato en Tetuán, Marruecos. “El Moudjahid”, órgano oficial del FLN, comunicó falsamente que Abane había muerto en combate contra el Ejército colonial. Así nació una estructura de poder dominada por el eje militar, que marcaría el futuro del país.
Boumédiène y la doctrina del cerco
Al igual que Bismarck creía que el avance alemán requería debilitar a Francia, Boumédiène apostó por aislar a Marruecos para asegurar la proyección regional de Argelia. Bajo su mando, se acogió y entrenó a opositores marroquíes, se patrocinó una narrativa ideológica de confrontación y, en 1973, tras el fallido intento de golpe de Estado en julio 1971 y el del agosto 1972 contra el Monarca Hassan II y la frustrada incursión de comandos de opositores marroquíes procedentes desde Argelia en marzo 1973 se creó al mes siguiente, el 10 de mayo, el Frente Polisario: una entidad sin anclaje histórico que serviría como instrumento de presión geopolítica.
Esta estrategia fue confirmada por el propio presidente Benjedid, quien admitió años después que elementos marroquíes recibieron formación militar en territorio argelino.
La legitimidad marroquí sobre el Sáhara, Ifni y Tarfaya
Tras la Declaración Conjunta Hispano-Marroquí de 1956, Marruecos inició un proceso diplomático de recuperación de sus territorios:
- 1958: Tarfaya
- 1969: Sidi Ifni
- 1975: Sáhara Occidental, tras los Acuerdos de Madrid
Hasta 1973, Argelia reconocía públicamente esta estrategia como legítima. Pero el cambio de doctrina implicó revertir su apoyo a los esfuerzos de Marruecos en favor de la descolonización de su Sáhara - al igual que Sidi Ifni y Tarfaya - para pasar a fomentar la fragmentación de un espacio históricamente cohesionado, en plena traición a su propio Manifiesto del Primero de Noviembre 1954, el Manifiesto de la Revolución del pueblo argelino.
La verdad sobre Amgala y las expulsiones de marroquíes
El 27 de enero de 1976, el Ejército marroquí se encontró con tropas argelinas en Amgala, a más de 260 kilómetros de la frontera. Argelia justificó su presencia como misión humanitaria. Marruecos respondió mostrando morteros, misiles y cañones antiaéreos incautados, desmontando el relato filantrópico.
En paralelo, el 18 de diciembre de 1975, coincidiendo con el “Aid al-Adha”, Argelia expulsó sumariamente a más de 45.000 marroquíes. Familias destrozadas, matrimonios separados, bienes confiscados. Una tragedia humana ejecutada con frialdad política.
Cincuenta años después: el tiempo detenido en Argelia
Mientras Marruecos consolida desarrollo, alianzas y estabilidad, Argelia sigue anclada en una retórica de obstrucción. En 2004, el propio Bouteflika afirmaba en una carta dirigida a la ONU:
“No existe ninguna razón para que la cuestión del Sáhara Occidental interfiera en nuestras relaciones con Marruecos, puesto que Argelia no es una parte directa en ese conflicto …Argelia se comporta únicamente como un miembro de las Naciones Unidas preocupado por respetar y aplicar los principios de la Carta”.
Hoy, sin embargo, Argelia ha roto relaciones diplomáticas, cerrado su espacio aéreo y el gaseoducto con Marruecos. Suspendió también el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España y retiró a su embajador acreditado en Francia, como reacción al respaldo internacional al plan marroquí de autonomía, al que tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de seguridad apoyan.
Epílogo: la chinita en el zapato
Boumédiène en una reunión con líderes del Polisario les dijo:
“Con el problema del Sáhara hemos puesto una chinita en el zapato de Marruecos que le molestará durante años.”
Cincuenta años después, Marruecos ha aprendido a caminar con esa piedra, mientras Argelia ha terminado atrapada en su propia trampa, arrastrando un conflicto que ya solo sirve para ocultar su fracaso interno y erosionar su credibilidad internacional. La solución radica en la vuelta al espíritu de la Revolución argelina, a su Manifiesto del Primero de Noviembre 1954, el de un Magreb Unido y sistema civil democrático. En definitiva, el respeto de la voluntad del pueblo argelino expresada en las calles durante las últimas intifadas reclamando “Gobernanza civil y no militar”.