Elecciones europeas: la juventud se hace notar
Los comicios mostraron que muchos votantes jóvenes lo han hecho a la denominada “extrema derecha”, lo que ha permitido que los partidos euroescépticos logren avances significativos. En Europa, desde hace tiempo, los partidos denominados progresistas, no existe la “extrema izquierda”, camuflados de europeístas, han contado con el apoyo del voto joven para impulsar sus proyectos. Hace apenas cinco años, los jóvenes votaron a partidos que impulsaban la acción climática, la justicia social y la reforma democrática. El cambio también lo refrendan los resultados de la primera vuelta de las elecciones francesas.
En Italia, el 21% de los votantes de entre 18 y 34 años votó a Hermanos de Italia, de la primera ministra Giorgia Meloni, de cara a obtener un fuerte mandato para impulsar su agenda. En España, el partido de derechas Vox aumentó su participación entre los votantes más jóvenes, menores de 25 años, al 12,4%. En cambio, el partido ultraderechista Demócratas de Suecia quedó en cuarto lugar, a pesar de haber obtenido el 10% de los votantes de entre 22 y 30 años.
Alemania es un buen ejemplo del cambio, tras el abrumador apoyo de los jóvenes a los Verdes en 2019, el 16% de los alemanes menores de 25 años votó el pasado junio por Alternativa para Alemania (AfD), situando al partido en segunda posición, tras los democratacristianos de centroderecha y muy por delante de los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz. En Francia, el 30% del voto joven fue para el partido de extrema derecha Agrupación Nacional de Marine Le Pen. En la primera vuelta de las elecciones francesas, el 80% de la juventud voto a los extremos, el 48% a la izquierda y el 33% a la derecha.
El giro a la derecha ha llevado a muchos políticos europeos a modular sus posiciones en cuestiones como la inmigración, pero el creciente apoyo de los jóvenes a partidos considerados como antieuropeos y ultraconservadores no se debe tanto a un sentimiento antiinmigrante como a una poderosa sensación de desencanto por la inadecuación de la realidad europea a una nueva situación global. Mientras que las generaciones de mayores, que han disfrutado de un sólido estado del bienestar, devengan una parte cada vez mayor de los presupuestos gubernamentales a través de pensiones consolidadas y una buena atención sanitaria, los jóvenes europeos se enfrentan a un futuro incierto, dado el coste de la vida y a perspectivas económicas cada vez más difíciles.
Esta creciente frustración puede atribuirse en parte a la incapacidad de los políticos de la UE para establecer un marco que garantice empleos estables y bien remunerados para los jóvenes. El desempleo juvenil entre los europeos de 15 a 24 años alcanzó el 13,8% en 2023. En España, la tasa fue del 27,9%, en comparación con el 27,7% en Grecia, el 20,7 % en Italia y el 18,9% en Suecia. En estas circunstancias, el apoyo a los extremos ha aumentado en todo el bloque en medio de crecientes indicios de que, por mucho que trabajen, la mayoría de los jóvenes acabarán siendo más pobres que sus padres, ya que también se enfrentan a crisis de vivienda, enseñanza y sistemas de atención sanitaria en crisis.
El problema es más complejo de lo que a primera vista pudiese parecer, pues las causas habría que buscarlas en si el proyecto europeo se adecua a los criterios geopolíticos presentes y los previsibles. Las circunstancias internacionales no inciden igualmente en toda la geografía de la UE, el nacionalismo es el remedio que se le achaca a la derecha, pero la realidad es que, en muchos países europeos, los jóvenes lo ven como solución frente a las medidas de naturaleza burocrática. Valga de ejemplo que el problema ucraniano no se ve de igual forma desde cualquier parte de Europa, por lo que la visión es particular para cada nación según sus circunstancias.
El hecho es que si se contempla la realidad desde la perspectiva de la UE existe un problema que no puede aislarse del que atañe a Occidente. Las crisis sociales inciden en los Estados como ocurre en Estados Unidos y en Europa, siendo llamativos los casos francés, alemán y español. La crisis puesta en evidencia por de los resultados de las elecciones europeas presenta nuevas incógnitas como si es conveniente seguir con los planes de ampliación, una nueva política desde París supondrá una alteración de la política hacia Ucrania o cómo será la política gasista con Rusia.
La tendencia a la derecha en Europa marca un “qué hay de lo mío”. Cuando se entra en crisis el reflejo es de supervivencia y el conjunto se deja para “mejor ocasión”. Sin duda, la conectividad que caracteriza a la época interferirá el relato realista, pero es difícil que lo distorsione. Lo que probablemente venga es una UE con una nueva concepción que, probablemente, será influida más que influyente, más pendiente de los hechos que del relato.