El cóctel "Margarita" que hace invisibles a los Altos Mandos militares españoles
Es un no parar. Los Servicios de Inteligencia de medio mundo van de cabeza. Intentan obtener al precio que sea menester la fórmula de una nueva variante del famoso coctel Margarita que, aplicado en el ámbito de la Defensa, hace invisibles a los altos mandos de las Fuerzas Armadas… pero sólo de las españolas.
Los agentes y analistas de inteligencia de los servicios secretos de Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Marruecos, Argelia y una retahíla más de países buscan cualquier indicio que les haga llegar a los entresijos de la misteriosa formula del nuevo combinado Margarita. Se sabe que contiene tequila, triple seco y zumo de lima, pero el ingrediente que logra la invisibilidad está guardado bajo cuatro llaves.
Los espías afincados en España conocen que, año tras año, unas gotas de Margarita con la posología adecuada consiguen convertir en invisibles a los almirantes y generales, en especial a aquellos que están próximos al vértice de las pirámides de personal de los ejércitos y la Armada de España.
Se ha constatado que además de convertir seres humanos en intangibles e impalpables, el mayor de los efectos secundarios de Margarita es que neutraliza e impide la facultad de hablar y dialogar con la sociedad española. Otro síntoma derivado es que, en ocasiones, produce el síndrome de Don Tancredo, que consiste en permanecer imperturbable, inmovilidad y sonreír levemente.
Existen indicios de que la invisibilidad y alguna de las consecuencias secundarias pudieran estar afectando al Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), almirante Teodoro López Calderón, el militar que más manda en las Fuerzas Armadas españolas. En el mismo caso se encuentra el Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), general Amador Enseñat. En ambos altos mandos, los primeros síntomas aparecieron al poco de tomar posesión de sus cargos y probar un sorbo de Margarita.
Margarita incluye pérdida del habla
También es invisible y mudo el Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA), almirante Antonio Piñeiro, y el Jefe del Estado Mayor del Aire y del Espacio (JEMA), general Javier Salto. Los mismos derivados perniciosos sufrieron los antecesores de los cuatro altos jefes citados tras beber un poco de Margarita de forma consciente o inconsciente.
Lo cierto es que desde hace muchos años ‒pero que muchos, muchos‒, los máximos jefes militares españoles son seres incorpóreos y traslucidos. A veces se intuye su presencia y, en muy contadas ocasiones, sus rostros aparecen de modo marginal, por casualidad, en las pantallas de televisión o en fotografías que reproduce algún medio de comunicación despistado.
Los efectos de la Margarita provocan desde hace un montón de años que las máximas autoridades militares de la nación, salvo la excepción del JEMAD, no puedan ser vistas ni oídas en las Comisiones de Defensa del Congreso ni del Senado. Alguna que otra vez aparecen de refilón en los informativos, reportajes y programas de cualquier cadena oficial o privada de televisión. Los pocos que les conocen, les distinguen allá detrás, al fondo.
Para la inmensa mayoría de los españoles, los rostros de los almirantes López Calderón y Piñeiro, al igual que los de los generales Enseñat y Salto, son un auténtico misterio. Al ser invisibles y estar hieráticos y enmudecidos por paladear la Margarita, los periódicos de tirada nacional, regional, provincial o local, no se acuerdan de ellos y, por tanto, no recogen sus puntos de vista profesionales, por ejemplo, sobre sus responsabilidades, problemáticas, realidades, la importancia de la disuasión…
Por supuesto, sus palabras no resuenan ni por casualidad en ninguna de las emisoras de las grandes cadenas de radio, ni tampoco en las más humildes. En contadas ocasiones, cuando el misterioso nuevo brebaje Margarita ha disminuido sus efectos en sangre y sus cuerpos se transmutan, se les ve y escucha en alguna ceremonia castrense. Pero lo justo.
Pócimas que disminuyen los efectos Margarita por tiempo limitado
Algún lector se preguntará ¿Es que tienen alguna malformación física? ¿No hablan porque son tartamudos? ¿Acaso es que balbucean cuando dicen tres o cuatro palabras seguidas? ¿O es que no saben de qué va la cosa? No, ni mucho menos. Al contrario. Ocupan sus cargos porque su inteligencia y capacidad de trabajo está más que demostrada, han acreditado en numerosas ocasiones su buen hacer y saben lo que significa comunicar.
Entonces ¿Qué es lo que pasa? Han sido invitados a beber y paladear el coctel Margarita, que resulta fresco, es una buena combinación de sabores y parece inofensivo. Pero a la larga, me señalan, puede ser contraproducente para eso que llaman cultura de defensa o también, conciencia de defensa.
Pero, entonces ¿quién habla a la sociedad española de los asuntos militares de relevancia? Sabedora del asunto que nos ocupa, la ministra de Defensa, la magistrada Robles, monopoliza muy a su pesar la pesada carga de atender a los medios de comunicación, lo que le lleva a aparecer a menudo en imágenes de televisión y noticias de radio dando declaraciones. Pero sólo unos escasos minutos en cada ocasión… y si no hay más remedio. Un gran sacrificio que lleva con la sonrisa en su rostro.
El lugar en el que se sirve el coctel Margarita parece ser que se encuentra en el centro de Madrid. Me apuntan que está localizado en el Paseo de la Castellana. Dicen que algo más allá del número 101, aunque existen discrepancias de opinión. Hay sospechas que el ingrediente súper secreto del misterioso coctel se fabrica en Moncloa y se traslada en camiones isotermos hasta un edificio cercano al estadio Santiago Bernabéu.
Para los pacientes del combinado Margarita hay muy pocas sustancias que puedan contrarrestar sus efectos, aunque no del todo. Los altos mandos militares que de uvas a peras necesitan volver a ser visibles y recuperar la capacidad de habla tienen que beber un brebaje que sólo un laboratorio localizado en las proximidades del estadio del Real Madrid está autorizado a expender. Al tomarlo, disminuye la cantidad de Margarita en sangre, pero por tiempo muy limitado.
Me aseguran que hace muy pocas semanas que se ha desarrollado un nuevo anticuerpo, fruto de un largo proceso farmacológico de I+D+i. Siguiendo la moda de nombres femeninos y para acompasar a Margarita, el tratamiento ha sido bautizado con el nombre de Mari Jose. El 24 de enero, festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, el nuevo antídoto fue evaluado en fusión con un sabroso plato de migas estilo aragonés. Me confirman que resultó un fiasco, aunque la esperanza es lo último que se pierde.