Enfoque marroquí de descentralización y desarrollo
La descentralización, es decir, la transferencia de competencias del centro a las regiones (regionalismo como se llama en Marruecos) en el marco del proceso de construcción de una democracia local directa, no puede completarse sin transferir las competencias y la autoridad de la toma de decisiones administrativas de los ministerios a sus intereses locales, es decir, lo que en Marruecos se llama “descentralización administrativa”; para crear una mayor interacción entre la autoridad elegida y la autoridad designada para poner el desarrollo local en el camino correcto, es decir, al servicio del ciudadano.
En este contexto, la “Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano” lanzada por el rey Mohamed VI de Marruecos el 18 de mayo de 2005 ha contribuido activamente, en todas sus versiones sucesivas, a crear una transformación cualitativa a nivel del desarrollo humano en Marruecos mediante la lucha contra la pobreza, la fragilidad y la exclusión.
Basta con que en su tercera edición (2019-2023), la iniciativa financió más de 25.700 proyectos con un presupuesto de 10.500 millones de dirhams (alrededor de 1.000 millones de dólares), especialmente a nivel de apoyo al capital humano y gubernamental en el marco de enfoques renovados, lo que le hizo lograr importantes éxitos cualitativos y cuantitativos, a pesar de los desafíos de sostenibilidad de los proyectos y aumento de su rentabilidad.
Sigue siendo el segundo proyecto real que contribuye cualitativamente a sentar las bases de un enfoque territorial renovado (el modelo de desarrollo del Sahara marroquí). Se trata de un proyecto que ha integrado dimensiones de desarrollo, económicas, geoestratégicas y políticas entre ellas, y su adecuada implementación hará de las regiones saharauis un espacio vital para “vínculos e intercambios entre Europa y África subsahariana”, dijo el monarca marroquí.
El presupuesto asignado al programa ha alcanzado alrededor de 81.000 millones de dirhams (8.000 millones de dólares), y la tasa de lanzamiento de proyectos superó el 70% para 2021 (a pesar de la gravedad de la pandemia), mientras que la transferencia de asignaciones financieras superó el 50%. Por lo tanto, la activación del modelo de desarrollo para las regiones del sur de Marruecos está ganando impulso y contribuye a cambiar la ecuación socioeconómica del Sahara marroquí, a pesar de los continuos desafíos de su impacto en la creación de oportunidades de empleo, especialmente el empleo de jóvenes y mujeres.
El tercer proyecto real, dedicado específicamente a la regionalización (regiones) y al enfoque territorial del desarrollo, es el programa para reducir las disparidades espaciales y sociales en las zonas rurales.
Seis años después del lanzamiento del programa, los resultados fueron evidentes, ya que se desarrollaron siete planes regionales para el desarrollo de áreas rurales con un presupuesto de más de 48.000 millones de dirhams (4.800 millones de dólares), que permitieron apuntar a 1.066 comunidades rurales, 144 centros de aldea y 59 comunidades urbanas. Los desafíos que se deben plantear este año son la velocidad de logro, dando prioridad a las áreas más pobres, así como la adopción de un enfoque participativo más efectivo y efectivo.
Estos proyectos reales estructurados juntos formaron un edificio sólido para el enfoque territorial de los problemas del Desarrollo Económico y Humano.
La regionalización es un taller que requiere mucho tiempo y aliento. El Gobierno marroquí parece decidido a apoyar la “descentralización administrativa” para mantenerse al día con este taller. La última acción que se ha tomado es la emisión del decreto sobre las condiciones y métodos de delegación de autoridad y autorización de firma del centro a intereses externos, gobernadores y trabajadores (gobernadores).
Esta es una transformación real y un taller perfectamente estructurado. Hay otros procedimientos pendientes, a saber, el proceso de encontrar un estatus legal para los intereses descentralizados a nivel regional (regional) y regional; lo que significa que estos intereses tienen sus propias competencias originales y no solo las delegadas por el centro.
¿Significa esto cambiar la Ley Reguladora de las Finanzas, que debe incluir disposiciones que permitan otorgar créditos financieros directamente a estos intereses? ¿Significa también cambiar los decretos que regulan los sectores ministeriales para crear intereses descentralizados con un estatus legal independiente?
El Gobierno debe encontrar respuestas a estas preguntas y plantear el desafío de la armonía y la coordinación entre estos intereses y los grupos territoriales (desérticos).
Por otro lado, las autoridades (regiones) han desarrollado planes de desarrollo, que pueden ascender a decenas de miles de millones de dirhams. Sin embargo, el presupuesto estatal no puede permitirse esto. Las partes aún no han desarrollado sus propias capacidades para financiar sus ambiciones como se esperaba. Por lo tanto, el modelo económico de las regiones debe reconsiderarse, de lo contrario, los planes regionales seguirán siendo letra muerta. Este nuevo modelo debe basarse en el financiamiento de las competencias que se transferirán del centro a la entidad, en los recursos propios que pueden provenir de impuestos locales o propiedad privada en la entidad, en préstamos y en subvenciones en el marco de asociaciones nacionales o internacionales.
Además, la falta de recursos de las comunidades locales (municipales y de aldea), especialmente las rurales, hizo que la mayoría de ellas considerara a las autoridades (regiones) como donantes.
Las comunidades rurales sufren una gran escasez y las autoridades no pueden satisfacer las necesidades de las comunidades, especialmente las relacionadas con la infraestructura. Por lo tanto, era necesario pensar en un nuevo modelo de colectividades territoriales, basado, en primer lugar, en la integración entre pueblos y ciudades, es decir, entre pashuyats (autoridades designadas a cargo de las ciudades) y distritos (autoridades designadas a cargo de las comunidades de las aldeas), en segundo lugar, en el uso más efectivo y conjunto de los medios, y, en tercer lugar, en la gestión del desarrollo a un nivel territorial más amplio. De esta manera, Marruecos puede tener acceso a comunidades de tierra viables con recursos suficientes para planificar e implementar proyectos de desarrollo, manteniendo los servicios administrativos de proximidad como lo son actualmente.
A nivel de justicia comunitaria, todos están de acuerdo en que es hora de centrar la atención en aquellos que sufren un alto nivel de pobreza y marginación para obtener más oportunidades de la inversión pública. Hay un tema que llamo el “choque positivo” de los proyectos, es decir, la acumulación de proyectos, su interacción y armonía para crear un salto cualitativo; esto es lo que está sucediendo en Tánger-Tetuán-Alhucemas, Rabat-Salla-Kenitra, Casablanca-Settat. Lo mismo debería decirse de las otras partes.
El “shock positivo” solo puede lograrse mediante la realización armoniosa e inmediata de una serie de proyectos estructurados que tengan un impacto positivo en el dinamismo económico, la creación de riqueza, el empleo y la mejora de la vida de los ciudadanos.
Artículo anteriormente publicado en Asharq Al-Awsat