El estado del bienestar y el papel del sector privado: la paradoja de Maslow
Esta brecha, que parece ampliarse a pesar de los esfuerzos gubernamentales, plantea un verdadero desafío.
La paradoja reside en el hecho de que, a medida que se expande la clase media, aumentan los ingresos y se incrementan las libertades, las expectativas siguen creciendo.
La jerarquía de necesidades de Maslow ilustra bien este fenómeno: al satisfacer las necesidades básicas, surgen otras más complejas. Por ejemplo, en Marruecos, el PIB se ha duplicado en dos décadas, lo que ha permitido a un gran número de marroquíes salir de la pobreza e incorporarse a la clase media. Estos individuos, que antes se preocupaban sobre todo de subsistir, ahora aspiran a más: ocio, servicios, viajes, educación y movilidad.
Sin embargo, el acceso a la clase media, sobre todo en sus segmentos más precarios, conduce a menudo a la frustración. Así, aunque aumente el gasto social, el descontento popular sigue la misma curva, ya que cada ascenso en la jerarquía de Maslow genera nuevas ambiciones. Esto no significa reducir la inversión en programas sociales, sino estimular la economía para ofrecer a los hogares más oportunidades de diversificar sus fuentes de ingresos.
Un estado del bienestar no puede funcionar sin una economía libre y dinámica que cree empleo y riqueza. En contra de la opinión de quienes abogan por una mayor intervención del Estado, el verdadero estado del bienestar se construye sobre un delicado equilibrio entre la inversión pública y una economía libre capaz de generar oportunidades complementarias.
El Gobierno, el Parlamento y el Estado deben, a través de la Ley de Finanzas, encontrar este equilibrio entre la movilización de los recursos fiscales y el apoyo a la iniciativa privada. El enfoque actual en Marruecos, reflejado en las recientes leyes de finanzas, favorece la reducción de la presión fiscal sobre las pequeñas y medianas empresas, mientras que grava más a las grandes compañías. Los fondos recaudados se invierten después en programas sociales. Esta estrategia está justificada, ya que las pymes han demostrado ser más eficaces a la hora de crear riqueza y empleo, como se destaca en un reciente informe del Banco Mundial.
Sin embargo, este enfoque tiene sus limitaciones. La sostenibilidad del gasto en protección social y la capacidad de movilizar recursos fiscales de forma regular siguen siendo retos importantes. También sería acertado convertir parte de los excedentes de las grandes empresas en inversiones nacionales, especialmente en las regiones desfavorecidas, donde estas inversiones podrían crear empleo y riqueza.
Las expectativas de los ciudadanos seguirán creciendo mientras no se encuentre un equilibrio real entre la intervención del Estado y la contribución del sector privado. Este equilibrio es esencial para crear el máximo número de oportunidades y responder eficazmente a las crecientes necesidades de la población.
Por lo tanto, es crucial reforzar las herramientas de que disponen el Gobierno y el sector privado para responder a las expectativas de los ciudadanos. Por ejemplo, en Marruecos, la Ley de Finanzas, la intervención del Bank Al-Maghrib para controlar la inflación y las iniciativas del sector privado son mecanismos esenciales, pero aún insuficientes. El mercado de capitales, en particular, aún no ha desempeñado su papel de financiación diversificada y adaptada a las necesidades de todos los sectores. Los productos financieros también carecen de la flexibilidad y la eficacia observadas en otras economías.
La financiación de las nuevas empresas, por ejemplo, sigue siendo difícil debido al predominio de una cultura financiera y de inversión tradicional. Incluso la Ley de Finanzas, principal herramienta para responder a las expectativas de los ciudadanos ofrece poco margen de maniobra debido a los elevados gastos fijos, que no pueden reducirse sin poner en peligro equilibrios cruciales dentro del Estado.
Por último, es esencial abrir el mercado laboral, reforzar el capital institucional y estimular las inversiones privadas. La integración de Marruecos en los entornos económicos árabe, africano y europeo también puede generar tres puntos adicionales de crecimiento, con un impacto directo en el empleo y la riqueza.
Las experiencias internacionales demuestran que un estado de bienestar no puede satisfacer todas las expectativas sin un sector privado fuerte y comprometido. En Marruecos, el sector privado sigue dependiendo en gran medida del Estado, lo que ha dado lugar a un papel cada vez más importante de la inversión pública, estimada en 34.000 millones de dólares bajo el Gobierno de Aziz Akhannouch. Sin embargo, la contribución del sector privado sigue siendo limitada. Iniciativas como la creación del Fondo de Inversión Mohamed VI, la adopción del nuevo Código de Inversión y la reforma de los Centros Regionales de Inversión (CRI) representan oportunidades clave para atraer y movilizar capital privado, promoviendo al mismo tiempo el desarrollo económico del país.