Reimaginar la geoestrategia: explorando la nueva perspectiva del África atlántica

Mapa - PHOTO/PIXABAY
El África atlántica integrada puede parecer una inspiración elevada, pero alcanzable, supeditada a la presencia de voluntad y de un liderazgo eficaz para impulsar proyectos integradores a gran escala, como el gasoducto Nigeria-Marruecos, por ejemplo. 

Para los africanos, el Atlántico siempre ha estado ahí fuera, considerado más amenazador que prometedor: una vasta masa de agua que ha traído, a lo largo de los siglos, invasores, misioneros, ocupantes, colonialistas, traficantes de esclavos y otros diversos portadores de influencias no deseadas. En las últimas décadas, los grupos de delincuencia organizada lo utilizaron para transportar drogas de América Latina a Europa a través del golfo de Guinea, mientras que las mafias de tráfico de seres humanos lo utilizan para introducir clandestinamente en Europa inmigrantes ilegales procedentes de África a través de rutas como las Canarias, Mauritania o las ciudades marroquíes de Dajla, El Aaiún y Tánger. 

Sin embargo, el Atlántico no tiene por qué seguir siendo una fuente de adversidades para los africanos. Hoy en día, muchos africanos lo ven como un espacio potencial de crecimiento significativo y prosperidad compartida, que beneficia tanto a los países costeros como a los del interior. El rey Mohamed VI de Marruecos, el 6 de noviembre de 2023, hizo un llamamiento a los africanos para “transformar la costa atlántica en un espacio de comunicación humana, integración económica y visibilidad continental e internacional”. Esta visión es compartida por más de 20 países en el marco del Proceso de los Estados Atlánticos Africanos (PEAA), cuyos responsables se reúnen regularmente desde 2022 para sentar las bases de este espacio de colaboración. 

Los objetivos estratégicos esenciales para alcanzar esta visión son pilares fundamentales de la prosperidad compartida prevista. Entre ellos figuran el desarrollo de una economía azul sostenible, el establecimiento de sólidas conexiones logísticas y de infraestructuras energéticas, el impulso de la interconectividad comercial y de la cadena de suministro, el fomento de la colaboración en materia de investigación entre universidades, la facilitación de la libre circulación de bienes y personas, y la potenciación de iniciativas compartidas entre el sector privado y la sociedad civil. Proteger los ecosistemas marinos de la contaminación, la sobrepesca y las perforaciones no sostenibles, así como asegurar las fronteras y costas compartidas frente a la delincuencia organizada y transfronteriza, son requisitos previos cruciales para crear un entorno propicio al crecimiento y la prosperidad compartidos. 

El gran y ambicioso proyecto multimillonario de gasoducto natural de Nigeria a Marruecos, que abarca 14 países de África occidental, debe reconocerse como uno de los principales pilares de la integración económica estratégica a lo largo de la costa atlántica. La conectividad energética permitirá a estos países africanos garantizar un suministro constante de energía, facilitando al mismo tiempo el crecimiento de múltiples ecosistemas de servicios, conocimientos técnicos y oportunidades de empleo en las distintas estaciones del gasoducto. 

Una red de puertos y estaciones logísticas que cubra más de 8.000 millas náuticas desde Ciudad del Cabo hasta Tánger, incluyendo ciudades como Luanda, Libreville, Accra, Abiyán, Freetown, Dakar, Nuadibú, Dajla y Casablanca, desempeñará un papel importante a la hora de facilitar una circulación fluida de mercancías, un cambio transformador que sin duda impulsará las economías locales, especialmente de los pequeños países de África occidental. 

Además de las vías logísticas para el comercio y la energía, las iniciativas de colaboración destinadas a promover la pesca costera sostenible y el ecoturismo en bahías, lagunas y a lo largo de las costas ayudarán a sostener a las comunidades y a crear puestos de trabajo muy necesarios, especialmente en los países afectados por la pobreza a lo largo de la costa atlántica africana. La cooperación y el intercambio de buenas prácticas son fundamentales a este respecto. Países como Marruecos, Sudáfrica, Senegal y Costa de Marfil podrían aprovechar su experiencia y liderar la promoción de prácticas pesqueras sostenibles, el desarrollo del turismo comunitario y la organización de eventos culturales como festivales de artesanía y música, entre otras iniciativas. 

Un África atlántica integrada también tiene que ver con la seguridad y la protección, como requisitos previos fundamentales para la prosperidad compartida. Abordar los problemas interconectados del narcotráfico, la delincuencia transfronteriza, la trata de seres humanos y el terrorismo representa un reto colectivo para los países africanos. Centrarse en la naturaleza porosa del golfo de Guinea, la compleja dinámica dentro del triángulo formado por las fronteras entre Burkina Faso, Mali y Níger, la implosión del ecosistema del lago Chad y su impacto en las comunidades y países vecinos, así como combatir las redes de tráfico de personas que abarcan la vasta extensión del Gran Sáhara y se extienden hacia el Mediterráneo, o a lo largo de la costa hacia Mauritania, el vecino Marruecos y las islas Canarias, son prioridades de máxima urgencia. Además, persisten diversos retos de seguridad en Nigeria, Camerún, la RDC y otras regiones. Para hacer frente a estos retos será necesaria la cooperación, el intercambio de información y la acción conjunta africana, apoyada por la ayuda en inteligencia, equipamiento y formación de países no africanos.  

En última instancia, el elemento más importante de la Visión de la Iniciativa Atlántica es garantizar que los países sin litoral y sin salida al mar como Botsuana, Burkina Faso, Chad, República Centroafricana, Lesoto, Mali, Níger, Sudán del Sur, Uganda, Zimbabue y Zambia no se queden atrás. Recientemente se han celebrado reuniones en Marrakech para que los países del Sahel reflexionen juntos sobre la manera de facilitarles el acceso a puertos como Dajla, e incluso posiblemente Nuadibú y Dakar. La construcción de carreteras e instalaciones logísticas en cooperación con países como Marruecos, Mauritania y Senegal es una opción viable en este sentido. Los países sahelianos sin litoral y otros merecen el mismo acceso al mar que las naciones costeras; el acceso directo al Atlántico no sólo les permitirá diversificar sus economías, sino también aprovechar las oportunidades comerciales y de inversión que antes se limitaban a los Estados costeros. 

El África atlántica integrada puede parecer una inspiración elevada, pero alcanzable, supeditada a la presencia de voluntad y liderazgo eficaz para impulsar proyectos integradores a gran escala, como el gasoducto Nigeria-Marruecos, por ejemplo. Los africanos deben convencerse de que la prosperidad compartida está a su alcance, siempre que cambien su percepción del Atlántico: de fuente de males a reino de posibilidades ilimitadas.

Artículo publicado en inglés en Morocco World News