El viaje castellano de un “moro” posmoderno
Es difícil abandonar Madrid, capital del arte, la gastronomía y la arquitectura, en la que se mezclan rasgos del legado borbónico del siglo XVIII con la modernidad de los siglos XIX y XX. Madrid es la perla de la modernidad con un fondo de restos de las épocas “imperiales” con su riqueza, civilización y tragedias.
En otoño de 2023, nos dirigimos al noroeste hacia Valladolid, o Balad Al-Walid como solían llamarla los árabes, en el centro de “Castilla y León”. Algunos atribuyen el nombre de Valladolid al califa omeya Al-Walid ibn Abd al-Málik (668-715 d.C.), mientras que otros lo atribuyen a la expresión céltica “Vallis Tolitum”, que significa valle de agua, refiriéndose al encuentro del Pisuerga con el Esgueva, antes de juntarse con el Duero.
Castilla y León es la comunidad más grande de España y es el corazón palpitante del patrimonio de civilización y cultura españolas. Está formada por territorios que pertenecían al Reino de León, incluida Salamanca, conocida por su universidad, que data del siglo XII, sus iglesias y plazas barrocas, y los territorios del antiguo Reino de Castilla, especialmente Valladolid y Segovia, donde se halla un acueducto que fue construido por los romanos en el siglo II d.C., clasificado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Algunos consideran “Valladolid” la capital de la región de “Castilla y León”, pero los leoneses no están de acuerdo, sobre todo porque para ellos León es la cuna de la antigua cultura parlamentaria, puesto que la UNESCO clasificó los documentos del llamado Decretos de León de 1188, como un patrimonio humano inmaterial que historía un sistema parlamentario europeo donde se reúne el rey, los representantes de los sacerdotes y el pueblo para discutir temas que les conciernen.
Sin embargo, Valladolid sigue siendo el corazón palpitante de la región de Castilla y León, y hasta hace poco representaba lo que la ciudad de Fez representaba para los musulmanes: un espacio que simboliza la cultura, la urbanización, la ciencia y el conocimiento. Pertenecer a Valladolid crea un sentimiento de singularidad y liderazgo cultural y político entre su gente, al igual que lo crea el pertenecer a Fez entre sus habitantes.
El viaje castellano nos llevó de Madrid a Valladolid, luego al oeste de La Rioja (situada en el sur del País Vasco), conocida por sus productos agrícolas, especialmente su famosa industria vitivinícola, y de allí a Zaragoza (capital de Aragón), pasando por Logroño, capital de La Rioja, y el sur de la comunidad de Navarra, conocida por su industria y su fuerte economía.
En Zaragoza, capital de Aragón, se avecina la Catedral-Basílica barroca de Nuestra Señora del Pilar (según la tradición católica la aparición de la Virgen encima de una un pilar es para transmitir su promesa: “al igual que el Pilar permanecería siempre firme en ese lugar, la fe no desaparecería de España”), con el Palacio Aljafería, construido durante la era de Al-Muqtadir, que fue la sede de gobierno de los reyes hudíes (1036-1114), uno de los Reinos de Taifas.
Nuestro paso por Aragón me recordó la unificación del Reino de Castilla y Aragón durante el reinado de Isabel I y su marido Fernando II en 1479, lo que condujo a la unificación de España y la eliminación de la última presencia islámica con la caída del reino nazarí de Granada (1492), la expulsión de los sefardíes, la era del descubrimiento del llamado “Nuevo Mundo” y el inicio de la época dorada del Imperio Español. El patrimonio es testigo de esta difícil convivencia, a lo largo de la historia, que los españoles han superado estableciendo una sociedad moderna, cultural y étnicamente diversa (hasta cierto punto, según algunos).
Desde Aragón tomamos destino Valencia, pasando por Teruel, capital de la arquitectura mudéjar. Los “mudéjares” son los musulmanes a los que se les permitió permanecer en la península después de la reconquista cristiana (a pesar de las oleadas de represión e inspecciones). Pero el arte mudéjar es una arquitectura que fue desarrollada por los artesanos españoles entre los siglos XIII y XVI, basándose en el arte islámico e inspirándose en sus estilos y temáticas. Teruel fue, a veces, una "ciudad frontera " entre los almohades de Valencia y el Reino de Aragón, con su capital, Zaragoza, pero superó la imposibilidad de convivencia política con la arquitectura cristiana de origen islámico. Lo que la política no pudo hacer lo encarnó la cultura de una manera hermosa y a veces deslumbrante.
La arquitectura valenciana es testigo del legado islámico durante la época de los omeyas, las taifas, los almorávides y, por último, los almohades. El sistema de riego establecido por los reyes Banu Amir era único. Pero la Valencia actual, con su puerto, industria, comercio, actividad agrícola y turismo, está presenciando un desarrollo económico sin precedentes. Valencia, el Jardín de Andalucía, es hoy un foco de diversa actividad cultural, especialmente el Museo de Bellas Artes y el Museo de Historia de Valencia. Entre un pasado glorioso y un presente rico, Valencia sigue siendo una de las joyas de la España moderna. La naturaleza, el clima y la ecología interactúan a lo largo de los siglos para darle un nuevo brillo según el tiempo y el sistema político.
Después de Valencia, regresamos a Castilla y León vía Castilla-La Mancha, Madrid y luego Zamora. Castilla-La Mancha es extensa también, aunque con menos potencial económico que las provincias del norte. No visitamos Toledo, la hermosa ciudad, que fue un puente de paso de los libros de filosofía, sabiduría y conocimiento árabes, y de las biografías de la herencia griega que fueron traducidas al árabe durante las eras omeya y abasí, especialmente durante el período del califa Al-Mamún (813-833 d.C.). Hunayn ibn Isḥāq, Al-Harafi, Al-Tabari y Al-Kindi también se destacaron en la traducción de libros del griego, persa y siríaco al árabe. La Escuela de Traductores de Toledo, dirigida por el sumo sacerdote Raimundo de Toledo (1125-1152), fue destacada por traducir libros árabes al latín, durante el reinado de Alfonso X, conocido como Alfonso el Sabio rey de Castilla y León y Galicia (1252-1284), este último supervisó traducciones del árabe al castellano alfonsí. Los traductores de la Casa de la Sabiduría durante el reinado de Al-Ma'mun y los traductores de la Escuela de Toledo durante la época de Alfonso X y Raimundo sirvieron mucho a la humanidad, la ciencia y el conocimiento, especialmente al Renacimiento europeo, que conllevó al avance científico y el desarrollo tecnológico.
El viaje castellano nos llevó finalmente a la provincia de Zamora, situada en el Camino de la Plata, que desde la época romana unía Cádiz y Sevilla en Andalucía y Santiago de Compostela en Galicia, y de allí a Finisterre con vistas al océano Atlántico. Este trayecto pasa por Zafra, Cáceres (oeste de Madrid), Salamanca y Zamora en Castilla y León. No entramos a Zamora ni visitamos el “Camino de la Plata” (o el “Camino de Palt” como lo llamaban los árabes), pero nos acercamos a él para visitar el desierto de esta región antes de regresar a Valladolid.
Un viaje por la geografía, la historia y la cultura de la España moderna y antigua. La herencia árabe-islámica está presente en los nombres, la arquitectura y la cultura. No obstante, el poder de la reconquista cristiana, que comenzó hace cinco siglos, también es fuerte. Las características de expansión imperial, riqueza y lujo que acompañaron a dicha reconquista también afectaron la urbanización y el nivel de avance de España en su conjunto. También son claramente visibles las oleadas de modernización e industrialización que acompañaron la era de democracia y descentralización, factores que hicieron que España avanzara significativamente en términos de desarrollo humano y económico. Sí, existen desafíos para mantener la unidad en el contexto de la diversidad lingüística y étnica, pero España, en mi opinión, tiene los componentes culturales que le permiten preservar la experiencia actual en el presente y en el futuro.
Artículo traducido del árabe al español por la profesora Nisrine Khammar.