
Contexto: el creciente papel de China y Rusia en la escena mundial
No son pocos en Occidente los que consideran que la guerra de Rusia en Ucrania no es más que un episodio de una serie de acontecimientos iniciados hace años, por los que el presidente ruso, Vladimir Putin, intenta remodelar los equilibrios geoestratégicos y recrear nuevas esferas de dependencia a expensas de la influencia occidental, sobre todo teniendo en cuenta que los países occidentales se han dedicado complaciente pero ineficazmente a la reflexión geoestratégica y a la revisión de su dominio de los asuntos mundiales tras la caída del Muro de Berlín, el hundimiento de la URSS y el fin de la Guerra Fría. Así, además de establecer un cinturón tapón de influencia directa, formado por repúblicas centroasiáticas además de Armenia, Serbia y Bielorrusia, Rusia ha creado lealtades dispersas en pequeñas regiones y repúblicas en Transnistria (este de Moldavia), Abjasia y Osetia del Sur en Georgia, Crimea y las provincias de Lugansk y Donetsk en el este y sureste de Ucrania, por no mencionar la brecha de Suwałki, la franja escasamente poblada que atraviesa la frontera entre Lituania y Polonia y forma un corredor entre Bielorrusia y el enclave ruso del oblast de Kaliningrado en el mar Báltico. Rusia considera este vasto cinturón como una esfera vital que sirve de baluarte contra las invasiones de la OTAN, al tiempo que restaura una imagen (aunque “imperfecta”) de las glorias de la Rusia zarista y la Unión Soviética.
Rusia no está sola en este diseño geoestratégico. China ha estado cultivando la misma ambición: bajo la presidencia de Xi Jinping ha expresado amplias reivindicaciones de soberanía sobre el Mar de China Meridional y ha reforzado su presencia en él. Su Iniciativa de la Franja y la Ruta es una estrategia global de desarrollo de infraestructuras adoptada por el Gobierno chino en 2013 para invertir en más de 150 países y organizaciones internacionales, una iniciativa que la convierte en un actor indomable del desarrollo internacional y en un futuro semillero de intercambios comerciales mundiales. Su más reciente Iniciativa de Civilización Global (ICG) (marzo de 2023) se aventura en el terreno de los valores y la cultura y aboga por “el respeto a la diversidad de las civilizaciones, los valores comunes de la humanidad, la importancia de la herencia y la innovación de las civilizaciones, y unos sólidos intercambios y cooperación internacionales entre personas” (Embajada de China en Samoa, “Iniciativas propuestas por China, resultados fructíferos compartidos por el mundo”, 5 de mayo de 2023). El objetivo de China en todas estas iniciativas es combinar poder e influencia económica, financiera, cultural y militar para reforzar su presencia en la escena mundial y confirmar su presencia como actor inevitable en los asuntos e intercambios mundiales de hoy y de mañana.
Actores independientes emergentes
Si a esto añadimos el creciente papel de Turquía como nuevo actor económico y político que no sirve principalmente a los intereses occidentales, y la ambición de países con peso regional e internacional (como Brasil, India , Sudáfrica, Arabia Saudí, EAU, Qatar, etc.) de adoptar una postura que no esté necesariamente en consonancia con los puntos de vista occidentales, nos encontramos con un nuevo mapa de “nuevas alianzas y prioridades” a escala internacional que tendrá un impacto bastante negativo en el dominio militar, político y económico de los países occidentales en el mundo.
La nueva frontera de África
Pero el nuevo escenario de este creciente desafío al “dominio” occidental del mundo es África. Francia está perdiendo el control de sus excolonias y ya no es un actor clave en África Central y Occidental; se ha visto obligada a desvincularse militarmente de países importantes como África Central, Mali y Burkina Faso, y está siendo criticada por muchos jóvenes de Chad y Níger, que ven en la presencia francesa nada menos que una reproducción del papel colonial de Francia.
Pero la situación va más allá de un rechazo renovado del neocolonialismo francés: se trata de un cambio de proporciones geoestratégicas, con repercusiones en Sudán, Mali, Burkina Faso y, más recientemente, Níger. El denominador común que rige esta transformación es la “popularidad de los golpes militares” y el gobierno como alternativa a los gobiernos civiles prooccidentales y supuestamente ineptos, así como la entrada en la ecuación de actores militares extranjeros no estatales, como el grupo paramilitar ruso Wagner. Sorprende ver el continuo rechazo a cualquier intervención occidental, a cambio de dar la bienvenida al creciente papel de otros países no occidentales como China, Rusia, Irán, Turquía y países árabes como Marruecos, Qatar, EAU y Arabia Saudí.
El golpe de Estado en Mali y la creciente dependencia de Wagner
En Mali, se produjo un golpe de Estado en el verano de 2020 contra el régimen de Ibrahim Boubacar Keita (elegido democráticamente desde 2013 y aclamado entonces a nivel nacional y mundial para luego decepcionar a todo el mundo por su ineficacia e ineptitud a la hora de afrontar los retos económicos y la creciente amenaza de los grupos yihadistas y el crimen organizado), seguido de otro golpe en la primavera de 2021, en el que el coronel Assimi Goita asumió la presidencia tras la destitución de Ba N'Daou, que había sucedido a Keita en la presidencia.
Los nuevos gobernantes de Mali asumieron el cargo en un contexto de quejas generalizadas en las filas de las Fuerzas Armadas malienses por la falta de equipamiento y el impago de salarios, y en el contexto del fracaso de la operación francesa “Barkhane” para frenar el aumento de los atentados terroristas y su sustitución por la fuerza especial de seguridad internacional conocida como “Takuba”. Los sucesivos atentados de los grupos armados han creado un consenso sobre la inutilidad de la presencia de las fuerzas francesas e internacionales, que posteriormente fueron sustituidas, tras el golpe militar, por fuerzas de intervención “más eficaces” y “rápidas”, concretamente el grupo ruso Wagner. Wagner, que contó con la ayuda logística de Argelia para instalarse en Mali y otros países, se había ganado una “reputación” sobre el terreno en Libia y África Central, (una reputación que, desde el punto de vista occidental, no es más que una notoriedad en el uso excesivo de la fuerza y el escaso respeto de los derechos humanos).
Burkina Faso y la salida de Saber
En África Central, el grupo Wagner lucha junto a las tropas regulares contra los rebeldes e invierte en medios de comunicación, minerales y política. En Burkina Faso, circularon fotografías de elementos de Wagner en las redes sociales, pero el gobierno militar niega cualquier presencia del grupo paramilitar ruso y el mismo desmentido llegó de Moscú (Le Monde, 23 de febrero de 2023). Sin embargo, los nuevos dirigentes militares de Burkina Faso, que tomaron el poder tras el golpe militar de septiembre de 2022, exigieron la salida de las Fuerzas Especiales francesas (llamadas “Saber”), lo que ha sido interpretado por los observadores como una señal de que el país podría buscar nuevos “socios militares” (¿no occidentales?) para protegerse de los ataques de los grupos armados.
Níger... la gota que colmó el vaso de Francia (y de Occidente)
Para empeorar las cosas, el golpe de Estado que tuvo lugar en Níger el 26 de julio de 2023, provocó que los países de la CEDEAO--Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (especialmente Nigeria, Senegal y Costa de Marfil) se alinearan con lo que ellos llaman “legitimidad democrática”, una posición apoyada por Francia y los países occidentales (con la reserva silenciada de Estados Unidos). Los países de la CEDEAO amenazan con organizar una intervención militar concertada en Níger para restaurar en el poder al presidente civil Mohamed Bazoum. Argelia (aliado militar de Rusia y facilitador en el Sahel) y Chad se oponen a cualquier intervención militar, mientras que Mali y Burkina Faso han lanzado amenazas de intervenir del lado de los militares en Níger para “proteger” al golpista. La postura de Burkina Faso en apoyo del golpe llevó a Francia a suspender su ayuda al pobre país saheliano. La consecuencia sería que los militares burkineses se verán obligados a depender de la ayuda militar y no militar de socios no occidentales como Rusia y China, entre otros.
Sudán... las ramificaciones geoestratégicas de la nueva “guerra civil”
En Sudán, aunque el conflicto entre el Ejército dirigido por el general Abdel Fattah al-Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) dirigidas por el general Mohamed Hamdan Dagalo (“Hemedti”) sigue siendo una lucha interna por el poder, las dimensiones regionales e internacionales del conflicto no son imperceptibles para los observadores bien informados. Lo que llama la atención es el suministro de misiles tierra-aire por parte del grupo ruso Wagner al mando de la RSF de Hemedti a través de bases en el este de Libia, que están bajo el control del mariscal de campo Jalifa Haftar (Nima Elbagir, Gianluca Mezzofiore, Tamara Qiblawi y Barbara Arvanitidis, “Pruebas de que el grupo ruso Wagner está armando al líder de la milicia que lucha contra el Ejército de Sudán”, CNN, 21 de abril de 2023). Tal vez gracias a este apoyo, las milicias RSF parecen difíciles de aplastar por el Ejército sudanés y se han convertido en parte de una ecuación más amplia en la que los principales países no occidentales (incluidos Egipto, EAU y Arabia Saudí) buscan ganancias e influencia en zonas sensibles de África, cerca del Cuerno de África y el Mar Rojo.
Financiación china de África
A esto hay que añadir el creciente número de países africanos que dependen de la financiación y la inversión chinas, la mayor parte de las cuales llega en forma de préstamos en condiciones favorables, contratos BOT y subvenciones internacionales al desarrollo, que están transformando el panorama de la inversión en África. La excesiva dependencia de los préstamos chinos está en el candelero desde hace años, pero la continua complejidad del acceso a los préstamos y la financiación occidentales no ha hecho sino avivar el apetito de los gobiernos africanos por los fondos chinos, y no parece que vaya a terminar pronto. Los préstamos, la inversión y la ayuda chinos no llevan aparejadas condiciones políticas ni de otro tipo, por lo que son codiciados por ambas partes, a pesar de las promesas de frenar la excesiva dependencia de África de los préstamos chinos. África está siendo testigo de profundas transformaciones a nivel inversor y financiero que cambiarán radicalmente el “sistema” de “lealtades” a Occidente que ha existido durante décadas.
Conclusión: el papel de Wagner tras el golpe de Estado en Rusia
El golpe de Estado del líder del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, contra las tropas rusas el 23 de junio de 2023, tendrá sin duda un impacto en la forma en que Rusia interviene en África, pero Rusia, al igual que China (y Turquía y los países árabes), seguirá siendo un actor clave en el continente africano. Sí, la situación dependerá de cómo reaccionen países como Francia y Estados Unidos ante los recientes acontecimientos en el Sahel, pero no parece que el discreto esfuerzo diplomático estadounidense o las amenazas económicas y militares francesas estén influyendo en la inclinación de los países sahelianos hacia el gobierno militar y hacia los actores no occidentales. La opinión pública de muchos países africanos no parece muy entusiasmada con la idea de reproducir las mismas relaciones hegemónicas con Occidente. A menos que los países occidentales revisen radicalmente su forma de ver y enfocar sus relaciones con los países africanos, África estará perdida para siempre para ellos.
Artículo previamente publicado en Al Sharq Al Awsat